Capítulo tres.

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Cuando logro tranquilizarme y dejar de llorar oigo a alguien en la planta baja. Al principio me asusto un poco pero desde un principio suponía que era mi nana y así fue.
-Hola nana, ¿dónde estabas?
-Hola Lucía estaba en el mercado comprando para hacerte una cena de esas que te preparaba en Madrid.
-Mm gracias Esther pero la verdad es que no tengo hambre, lo dejamos para mañana ¿si? Digo mientras subo hacia mi habitación.
Esa noche algo me tenía nerviosa, preocupada. No pegue ojo en casi toda la noche, seguía con los ojos llorosos. Empecé la mañana con una ducha caliente. El día estaba nublado, tal como mi estado de ánimo, curiosa la vida eh. Opté por ponerme unos pantalones de talle alto y un jersey gordito azul marino con mis queridas botas y me vestí no sin antes hecharme mi creama de frutas del bosque y mi perfume de melón. Me dejé el pelo suelto y decidí alisarmelo. No me maquillé, no tenía ánimos para hacerlo. Hoy me había despertado media hora antes para no llegar tarde y veinte minutos antes de que tocara el timbre estaba sentada en uno de los sitios del medio. El salón estaba vacío hasta que entró una chica morena con el pelo corto y unas gafas de pasta grandes que pegaban con sus bonitos ojos azules.
No perdía nada por intentar relacionarme aunque sea con una chica en este maldito Instituto, alomejor resultaba ser normal y todo.
-Hola,¿como te llamas? Puse mi mejor sonrisa y ella me la devolvió, sinceramente me sentí aliviada.
-¡Hola! Me llamo Lidia.
Estuvimos hablando unos diez minutos y me pareció una chica encantadora,además teníamos las mismas clases.
Lidia me estaba contando sobre el Instituto cuando de repente entró el chico que me 'defendió' ayer, Hugo creo.
No se por qué pero Lidia se puso pálida y calló al instante. Yo tampoco hablé, simplemente le miré. Iba con unos pantalones oscuros negros de chándal que se ajustaban a sus piernas y caían ligeramente hacia bajo y una sudadera negra que tapaba sus brazo tatuados. Tenía el pelo ligeramente mojado, y se podía notar desde aquí lo bien que olía. Cuando me quise dar cuenta me estaba mirando, no otra vez no por favor. Hugo iba a decir algo pero el timbre lo interrumpió, oh gracias gracias y gracias. Seguido entró el profesor y los alumnos que faltaban.

Narra Hugo.
La chica es graciosa cree que no me doy cuenta de que está babeando ante mis ojos o qué. La tengo delante y no puedo evitar no mirarla y pensar lo fácil que será esta vez. Durante la clase habla con el profesor sobre..la verdad es que no se sobre que porque no estoy prestando atención pero tiene una voz dulce, te puedes perder en su voz, al igual que en sus ojos.
Pero en que piensas Hugo tú no eres de esos maricones románticos. Aunque me lo voy a pasar bien con ella, disfrutaré de ella, haré que se enganche a mi, seré su droga y la destruiré. Aprenderá, será fuerte, la haré fuerte como me hicieron a mi. Ay Lucía, que niña tan dulce, tan inocente. Sumergido en mis pensamientos nisiquiera escucho el timbre. La gente sale y ella se queda con su amiga la de las gafas hablando.
-Largo, digo refiriéndome a la morena.
Sale mirando al suelo. Bien por lo menos esta sabe que no puede mirarme a los ojos.

Narra Lucía.
- ¿Viene alguien a recogerte después de clases?
- Per..¿perdona?
-¿Estás sorda enana?
Os mentiría si os dijera que me sentía mal a su lado aunque me haya tratado mal, también os mentiría si os dijera que no me se me ha acelerado el pulso cuando me ha llamado enana.
Reuno la poca valentía que me queda y le miro a los ojos, a esos preciosos ojos. Por unos segundos vi algo en sus ojos que no me gustó, algo había en el que no me gustaba, me miraba como si quisiera hacerme daño. Pero alejé esos pensamientos de inmediato.
-No, voy en autobús. Respondí seria, aunque con la voz tan infantil que tengo es difícil tratar de parecer seria.
- Vale, te espero en la salida cuando acabes tus clases.
- Com..¿como quieres que me vaya contigo si no te conozco?
Dios Lucía porqué tartamudeas pienso y me abofeteo mentalmente.
- Te puedes callar ya de una puta vez grita el mientras se toca el pelo. Es algo tan fácil como esperame en la puta salida y ya está maldita.
Me sentí mal, realmente mal pero lo intenté ocultar. Y ahí fue cuando se acercó, tenía su aliento en mi cuello, me giró la cara bruscamente y me besó. No fue un beso bonito, fue un beso agresivo, me hacía daño, intenté gritar pero cogió mi cuello y apretó ligeramente. Cuando por fin creía que había acabado bajó otra vez hacia mi cuello empezó a succionar mi pálida piel, y a morderla bruscamente. Yo gritaba e intentaba alejarme pero era demasiado pequeña en comparación con el. Y por fin se alejó un poco, yo ya estaba llorando, como para no ¿verdad? Y me miró y en sus ojos pude distinguir una pizca de diversión por verme llorar, pero su mirada cambio rápidamente y me miro con demencia. En ese momento comprendí que este chico es capaz de hacerme mucho daño, pero algo en mi decía que ya es demasiado tarde para alejarme y otra parte de mi tampoco quería hacerlo, irónico eh.

Lost InoccenceDonde viven las historias. Descúbrelo ahora