Capítulo 5: Ley del retorno.

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En un parque cerca del colegio "Buena fe" permanecía sentada con la mirada perdida y cabellos despeinados Luisa, el toque sombrío de los árboles alrededor llamaba la atención de quién pasara por ahí, tras varios minutos desorientada el sonido de la campana de una iglesia aledaña la hizo reaccionar, se levantó bruscamente del lugar y salió corriendo, Viviana testigo de la situación corrió tras ella hasta alcanzarla.

—Luisa, ¿Qué te pasa? —La detuvo del hombro sin tener respuesta alguna.— Me vas a dejar hablando con tu espalda —Reclamó mientras intentaba ver su rostro.

—Ahora lo comprendo todo... —Susurró antes de soltarse y seguir caminando.

— ¿Qué comprendes? — Preguntó extrañada mientras caminaba a su lado.

—  Has sido tú, ¿Verdad? — Sollozó.— Creí que eras mi amiga... 

— Yo no hice que se separaran... —Dijo en tono de enojo.

— ¿En Serio? — Sonrió.— Jamás dije que había terminado con él...

 — Sé que no, yo... Sabes, tienes razón, yo lo hice, pero nunca fue por Jeff, si eso que hiciste era tan bueno tenía que probarlo —Explicó con aires de superioridad.

 — A esto se refería la señora... me lo merezco —Rompió en llanto— No debí enviarte eso... ahora la desgracia viene a mí...

— ¿Qué desgracia? —Se asustó.

— La ley del retorno... es como un Karma, no debería decirte ¡Huambra Shunsha! —Gritó histérica antes de huir llorando.

Viviana siguió en silencio, un extraño sentimiento de alivio con algo de culpa le invadía; caminó casi por media hora hasta llegar a un parque cerca de su casa, se dirigió hacia los columpios y empezó a balancearse, mientra observaba el cielo azul; su celular sonó, e inmediatamente contestó.

—¿Hola?...

— Soy Lupe, vi lo que hiciste en el cementerio...

— ¿Qué cementerio? no sé de qué hablas —Soltó una risa nerviosa.

—Es preocupante Viviana... ¿Realmente crees en la Wicca

 — Lupe no seas metiche, nadie te dijo que hables 

 — Entonces estoy loca, pero si crees en la wicca hay algo  que debes saber, la ley del retorno

—¿Qué es eso?

—Ignorante como siempre... la ley dice así "Recordar siempre la regla de tres, retornará por tres todo el poder; Esta es una lección del bien, una lección para aprender. Por el poder de tres veces tres, conseguirás lo que desees..." 

  —Y quieres que yo crea esa estupidez... Lupe no pasa nada... hice todo bien y según esa cosa no le hacía daño a nadie, ¡No vuelvas a llamarme! — Cortó enojada.

  Al instante recibió un mensaje de texto, era Lupe.

"No entiendes... nunca fue Wicca, siempre fue algo más, ese ritual que hiciste, la estrella invertida, investiga y sabrás el error que has cometido; La ley del retorno no es algo que se aplica en la Wicca, también es una ley de vida, terminarás mal..."

 — Estupideces... al final ni resultó, Jeff terminó con Luisa pero ni está interesado en mí...  

El día transcurrió como de costumbre, la incrédula impaciente olvidó todo lo ocurrido y el daño irreversible que había provocado, después de todo ella estaba a salvo en su hogar, viendo televisión mientras comía canguil  y en compañía de sus padres; La película culminó, y todos se encaminaron a sus habitaciones, Viviana como de costumbre fue a pedir la bendición a sus padres para poder ir a dormir.

La luz lunar entraba por la ventanilla, Viviana se movía cual víbora agonizante sobre su cama intentado hallar una posición que le facilite conciliar el sueño, entre tanto tapujo se decidió por tomar su celular y jugar un rato, eran las 3:30 AM, en la casa moraba un silencio sepulcral, poco a poco la oscuridad se adueñaba de la habitación; el rechinar de las gradas de madera junto el sonar de unas cadenas siendo arrastradas llamó la atención de la curiosa adolescente, quien fue a ver al causante del sonido, la oscuridad solo permitía ver la sombra de un hombre alto que se acercaba cada vez más, Viviana dominada por el pánico corrió a su habitación y con cierta dificultad, cerró su puerta con picaporte acto seguido se lanzó a su cama, cubriéndose con su colcha de pies a cabeza.

Respiraba con dificultad, de pronto sintió como alguien se sentaba a su lado, sus pupilas se dilataron y comenzó a sudar frío, el sonido de las cadenas había cesado, aunque el ambiente se mantenía tenso, con mucha dificultad intentó gritar, pero de su boca no salía ni el más mínimo susurro.

¿Qué era? ¿Qué sucedía? ¿Qué había hecho para merecer aquello? Se preguntaba una y otra vez; No hay peor ciego que el que no quiere ver  y ella era víctima de su incredulidad, poco a poco empezaba a calmarse, convenciéndose de que todo era producto de su imaginación, después de todo, el diablo no existía, y sin diablo no hay demonios... Pobre niña ingenua.

Cerró su sus ojos, tan fuerte como podía y quitó la colcha de su rostro, una fría y ligera ventisca era lo único que sentía sobre su piel, contó hasta tres muy despacio en su mente, hasta que abrió sus ojos.

Su piel palideció, el brillo de sus ojos desapareció y nuevamente sus pupilas se dilataron, movía sus labios con la estúpida esperanza de que saliera por lo menos un murmullo, pero ni eso logró, ante sus ojos se mostraba un ser negro, ojos amarillentos e inhumanos, sus labios moldeaban una sonrisa de oreja a oreja, dejando al descubierto unos horrendos y malolientes dientes cafés.

Ambos se observaban, el ser se mantenía levitando a unos centímetros de ella, hasta que comenzó a reír a carcajadas, una especie de saliva verdosa salía disparada a la cara de Viviana, que apenas se podía mantener consciente.

 — ¿Sigues creyendo que no existo?  — Preguntó aquella abominación, con una voz grave y aún entre risas impetuosas.— Soy más real de lo que tú crees... — Dijo antes de esfumarse.

Lagrimas salían de los aterrados ojos de Viviana, quien vomitó hasta quedar inconsciente.

Amaneció y una alarma soñó a las 6:30 AM, despertando a Viviana, quien empezó a buscar enérgicamente en su cama rastro de vómito o algo que afirme lo que ocurrió en la madrugada, sin encontrar nada se dio por vencida mientras una sonrisa de alivio se dibujaba en su rostro.

— Parálisis del sueño — Murmuró aliviada antes de salir corriendo a arreglarse para ir a clases.

Nada había ocurrido, o al menos eso pensó Viviana, quien había olvidado ver bajo de su cama; El ser humano tiene una capacidad fenomenal al momento de protegernos, jugando con lo que percibimos con tal de no causar trastornos irreversibles...

Por eso siempre recuerda que no todo es lo que parece, a veces puedes ser víctima de tus propios pensamientos...

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