Capítulo 6: Oscuridad.

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Los días transcurrían con normalidad, y la ausencia de Luisa a clases iba en aumento, mientras que la apariencia de Viviana se iba deteriorando, sus "pesadillas" eran más frecuentes, sus amistades se habían alejado de ella y su percepción de las situaciones había cambiado drásticamente.

Trataba de estar siempre con alguien y evitaba ir a su casa cuando sus padres no estaban, era presa de sus nervios, miraba siempre a todas direcciones, se sentía observada por aquellos ojos demoníacos que se habían adueñado de sus sueños.

Y ahí se encontraba Viviana, nuevamente sola en un rincón del aula, viendo por la ventana de la institución el granizo caer, todo se encontraba nublado y hacía un frío atípico, ni las luces encendidas alumbraban bien aquel salón.

Sus bulliciosos compañeros y la ausencia del dirigente la relajaban de cierto modo, no se sentía sola, aunque cada rincón oscuro parecía ocultarle algo horrendo, un fuerte golpe de la puerta silenció a todos los alumnos e hizo que ella saltara de su asiento; un señor cuarentón, esbelto y moreno ingresaba, lucía pálido y apenas podía hablar.

—Buenos días alumnos, todos a sus puestos por favor —Dijo con voz temblorosa.— Como su dirigente es mi deber informarles que su compañera Luisa no volverá a clases, Viviana ya que fuiste su amiga y vives cerca de su casa, por favor lleva las cosas del casillero a su casa.

Los murmuros y especulaciones comenzaron, Viviana estaba sorprendida, se levantó nerviosa y se dirigió a los casilleros, tomó todo lo que había y se dirigió al profesor.

— ¿Qué le pasó? —preguntó en voz baja.

—Lo sabrás en su momento, no me creo con el derecho de contar lo que pasó... —Dijo con un gran pesar— Ve a tu lugar, por el resto del día no daré clases.

Extrañada volvió a su puesto, se puso nerviosa, sus manos se tornaron frías y su semblante palideció, sentía una fuerte presión sobre sus hombros, el tiempo parecía pasar volando, no quería que llegara la hora de salida, no quería ni podía ver a Luisa una vez más.

El timbre de la salida sonó, todos sus compañeros salieron rápido, finalmente se quedó con la compañía única del dirigente, quien aún lucía afligido.

—Deberías irte antes de que vuelva a granizar, después no podrás devolver esas cosas.

—Sí licenciado, hasta mañana —Respondió nerviosa antes de salir casi corriendo.

Casi a trote se dirigía a casa de Luisa, estaba muy nerviosa, quería que todo pasara lo más rápido posible, intentaba pensar en cosas agradables, tras varios minutos caminando a lo lejos divisaba unas extraña luces en el pórtico de la casa de Luisa.

La puerta de la casa se encontraba abierta, ingresó sin llamar, aliviada al ver que no había nadie en la sala se encaminó a dejar las cosas en la habitación de la que un día fue su mejor amiga; al abrir la puerta por la impresión dejó caer las cosas; sobre la cama yacía el cuerpo completamente desnudo de Luisa, sus muñecas se encontraban mutiladas, en sus muslos se notaban grandes hematomas, su cabello estaba mojado y sus ojos, sus delicados ojos habían perdido el brillo del que un día fueron dueños, rojos y abiertos parecían observar a Viviana, quien no pudo aguantar más, un grito ensordecedor emergió, aquel grito lleno del pavor acumulado al fin era libre.

Las palabras aterrada, espantada, acojonada y horrorizada eran poco para describir el miedo profundo que emanaba la pobre Viviana, gritó hasta quedar sin voz, mientras lloraba inconsolablemente, y se repetía en su cabeza una y otra vez: "Es mi culpa, yo la maté..."

La madre de Luisa entró a la habitación exaltada, tratando de sacar a Viviana del lugar, ya en la sala le ofreció un té de hierbas para que se calmara.

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⏰ Última actualización: Sep 13, 2016 ⏰

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