Dreams.

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¿Cuánto tiempo pasé aquí? ¿Horas? ¿Días? ¿AÑOS?

No lo sé. Lo único que tenía en claro era que no tenía noción del tiempo.

Me encontraba en algo parecido a una oficina. Tenía un escritorio con varios cajones, un sillón en el cuál yo estaba sentada, y un televisor que por más que trate, no funcionaba.

Las paredes de esta "oficina" eran de un color verde manzana, sin ser chillón. Más bien apagado.

Respecto a cómo me sentía, no, no estaba súper alterada e histérica. Siempre fui una chica que mantiene la calma. Más bien me sentía abrumada. Todo el tiempo que estuve aquí (cabe aclarar que no sé si cambiaron los días ya que siempre hubo Sol afuera), mantuve esa sensación. A demás de otro revoltijo de emociones.

Sentimientos como amor, alegría, cariño, preocupación, y sobretodo, esa sensación tan horrible cuando extrañas a alguien.

Y si se lo preguntan, sí, ya revisé todos los cajones y no encontré ni una maldita llave para abrir la puerta que estaba trabada.

Dios. Comenzaba a detestar este lugar. ¡No había nada que hacer! Todo era tan aburrido.

Luego de no sé cuanto tiempo, escuché un ruido proveniente del otro lado de la puerta.

¡Por fin! Alguien iba a sacarme de aquí.

Me senté en el sillón como toda dama debería. ¿Qué? No quería que nadie me viera sentada como un orangután. Si estaba sola, no importaba pues nadie me veía.

La puerta se abrió completamente y dejó ver a un señor alto y canoso. Esperen, conozco esa cara. ¿Acaso es mi...?

-¿Papá? -dije en voz alta.

-Oh, pequeña Clove -Respondió el acercándose a mí.

Yo me levanté y lo fui a abrazar. No sé porque, pero algo me dijo que lo haga. Es como si algo me impulsa a hacerlo, como si él fuese el responsable del sentimiento de extrañeza.

Él obviamente me correspondió. Pasamos así varios minutos, abrazados.

Luego de separarnos nos miramos y noté que el tenia lagrimas en sus ojos, pero yo no.

-Papá, ¿por qué estás llorando? -le pregunté preocupada.

-Oh cariño, no es nada. Solamente es que te he extrañado demasiado.

-Yo también te extrañé papá -otra vez ese impulso.

Y nos quedamos así, mirando al parque fuera de la ventana. Y otra vez, no, la ventana no se abre, por ende no podía salir por ahí. Curiosamente tampoco la podía romper. Estabamos sentados, disfrutando del silencio y la presencia del otro, hasta que mi padre hablo.

-Clovie -dijo cariñosamente, utilizando un apodo del cual tengo vagos recuerdo en que me llamaban así-, ¿te gustaría ir a caminar afuera un rato? Tengo algo que contarte y decirlo aquí no me parece lo mas apropiado.

-Esta bien -respondí y me levanté. Él paso uno de sus brazos por mis hombros.

Nos encaminamos a la puerta y adivinen qué. ¡ESTA SE ABRIÓ COMO SI NADA! Y yo que pasé tanto tiempo buscando una salida que no encontré.

Caminamos unos cuantos pasos por un pasillo, hasta que nos encontramos la salida.

Al estar en el exterior, saboreé con mis fosas nasales (si es que eso se puede, ustedes entienden la expresión) el fresco aire de afuera. Estar en ese lugar ya me estaba sofocando.

Algo muy extraño estaba pasando con mi vista. Cuando miraba al un lugar, este se veía claramente, pero en los costados de mi visión periférica, estaban en blancos. Era como si la imagen se difuminara y se transformara en nada.

One Shots.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora