Capítulo 5

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—¡Esto es genial!, ¿cierto Soph?

—Despego mi vista de la pantalla de mi celular para prestarle atención a Nina. —¿Ah?

—Pues, que la abuela Q. ha conseguido inquilinos para el apartamento vacío frente al nuestro, y por tal razón nos bajara la renta y esas cosas.

Siendo sincera no tengo ni idea de lo que Nina habla.

Mi rubia amiga y yo nos encontramos en el lobby del edificio sentadas en los sofás. Las chicas no están, así que optamos por bajar y molestar un rato a la Abuela Q. Quien se encuentra ocupada charlando con una pared de ladrillo humana con cabellos rubios.

No sé por qué motivo, el montón de ladrillos me resulta vagamente familiar.

—Algo me dice que he visto a ese chico antes—dice Nina mientras observa al rubio (alias pared de ladrillo) bastante concentrada. —la cosa es, no recuerdo donde.

Me encojo de hombros restándole importancia y continuó vagando por el internet.

La puerta principal es abierta y lo noto por el tintineo de la campanita que Breck, el hijo menor de la Abuela Q, instaló hace unos días.

Risas masculinas acompañadas de firmes pasos hacen acto de presencia, pero le resto importancia. El edificio es ocupado tanto por mujeres como por hombres y estos son bastante ruidosos.

—¡Oh mi dios! —medio chilla Nina frente a mí, mientras se pasa al sofá donde me encuentro cómodamente recostada. —¡No puede ser!, ¿te acuerdas de Russell?

—¿Quién?

—Rusell, el chico sexy del centro comercial, que estudia en la CUCSA.

—Oh si, Russell, claro que me acuerdo—miento porque no tengo ni idea de quién es el chico y tampoco me interesa mucho—¿Que con él?

—Creo que él y sus amigos serán los nuevos inquilinos. Te imaginas, tenerlo como vecino.

Los recién llegados vuelven a reír en voz alta, junto a la abuela Q. quien la hace de forma un poco más moderada. Al parecer, está preguntando los nombres de los nuevos inquilinos, pero otra vez, no es algo que me interese.

—Alexander D'Amico.

Esa voz...se me hace tan malditamente conocida.

No....no....no... Que no sea lo que estoy pensado. ¡Que no sea!

Con temor, dirijo mi vista de golpe hacia la recepción y casi me atraganto con mi propia saliva.

Yisus, ¿qué te he hecho? ¿Es por esa vez que no quise ayudar a mamá? ¡Era el cuarto de los gemelos!,¿Quién en su sano juicio entraría allí?

Esto debe ser una broma, una maldita broma de mal gusto.

No te desesperes Sophiane, tal vez solo está acompañando a sus amigos. Eso es, es un gran amigo y vino a ayudar con la mudanza y esas cosas. Nada de qué preocuparse, ¿verdad?

Mis ojos viajan nuevamente a los chicos y confirmo mis sospechas. El idiota derrama almuerzos está de pie hablando animadamente con la abuela Q. Aún no se han percatado de mi existencia. Tomó mis auriculares y mi iPhone en completo silencio, casi como un ninja. Nina me observa confundida, pero la ignoro y continúo con mi salida silenciosa.

⎯ ¡Hola Russell! ⎯chilla Nina con entusiasmo acaparando la atención de todos en el lobby. Y yo, personalmente, quiero ahorcarla hasta que se ponga violeta.

El chico en cuestión voltea en dirección a Nina y le sonríe. El saluda alegremente con su mano derecha mientras le guiña un ojo. Sus ojos se posan en mi por primera vez y estos se abren con sorpresa. Sus comisuras se extienden en una sonrisa maléfica. Como la del "Grinch" cuando la idea de robar la Navidad se le viene a la cabeza, provocando un mal presentimiento en mi estómago. Golpea al chico bajo que trato de ligar con Cam en el centro comercial atrayendo su atención.

Razones Para OdiarteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora