"Ojos profundos"

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Lidia ha parado de llorar; no le dijimos nada a nuestros padres, ya que sufriríamos un castigo, y ninguna de nosotras lo queremos así. No nos conviene, ya que ambas hicimos algo que los molestará y mucho; a mí me me quitarán mis preciados libros y a ella sus muñecas, pinturas o bien el jugar con sus nuevas amigas, además ella me desobedeció y yo... lastimé a un idiota muy fastidioso que no me arrepiento de haberlo echo.

No me siento culpable en lo más minímo, se lo merecía, a simple vista note lo engreido y presumido que es, además de por como me trato me di cuenta que hable con un homo erectus, una especie no del todo desarrollada, acostumbrado a tratar a ser así con los mujeres, espero y haberle bajado sus humos.

-¿Lluvia?- Mi hermana está justo enfrente, viendome con mirada extraña.

-Emm...¿Dijiste algo?

-Te dije que me duele la cabeza- Asiento poco convencida.- ¿En qué pensabas eh?.- Mueve una ceja hacía arriba coquetamente.

*Pues en él*

No empieces

*Sabes que lo hacias? Y sabes el peligro que corres si llegas a sentir algo por él*

¿Gustarme ese cara de sapo?

-En nada- Digo restandole importancia a su pregunta.

-¿Pensabas en él? Iiiiiii- Dice alargando la "i"

Pongo cara de horror y una mueca.

*Lidia es lista*

Fruzo en seño para Lidia, pero sobre todo a mi cinciencia metiche.

-Claro que no, pensaba en como es posible haberte encontrado a media calle tirada, si sabes que no puedes ir a la calle.

La miro enojada y ella solo sonríe con todos los dientes o bueno la mayoria.

Buena jugada Lluvia, buena jugada

-Ah, ¿Y qué tal tu libro?- Muevo la cabeza con diversión hacia su manera de "distraerme".

-Esta bien, luego hablaremos de esto niña.

Le giño el ojo.

-Oh- Suspirá, Esta bien, adios- Sonríe se da la media vuelta y se va.

¿Pensar en él? Pues si, pensaba como arrancarle su grán cabezota y como me cae tan mal, y que daría porque la piedra le hubiera caído en la cabeza hueca sin neuronas.

Y para colmo ¿Gustar? ¿Qué demonios es gustar?
El es odioso, cruel, mujeriego y ególatra.
Nunca en la vida he sentido algo por alguién, aunque hace unos días pense sentír algo por Alex un amigo de la secundaria, lo conocí en agosto, cuando las clases de inicio de cuerso comenzarón, valla mi sorpresa, era solo amistad.
Fue extraño, ya que le conte a Gia, una amiga y me dijo que me gustaba, y que le dijiera, yo no sabía nada, pero le dije; naturalmente él no me veía como algo más que una amiga, que él creía posiblemente yo estaba confundida; para mi sorpresa tenía razón ya que cuándo me lo dijó no me dolió, no llore como magdalena y devore helado por la depresión, bueno, si devore helado per no por depresión.

Amo el helado. Y es que es tan...ya me desvíe del tema, el punto es que no sentía "amor" ni nada de esas cursilerias baratas de rejaba en Walmart. Ese día cumpli mis trece, un 30 de marzo.
Él se asusto y me rogó que lo perdonará y no llorará, claro que le conteste que estaba exagerado, él no es indispensable, que solo quería su amistad. Nos fundimos en un abrazo y me felicitó por mi cumpleaños.

Hasta ahora todo a vuelto a ser normal, nos llevamos bien, y aunque no somos mejores amigos. Somos inseparables.

Soy de las mujeres que no siente cómodas com mujeres, por eso tengo mas amigos hombres, son más faciles de tratar. Tanto Alex y Adrián son los mejores, únicos y me hacen reír mucho. Y mis amigas que tambien son agradables, pero aveces demasiado feministas, pero ellos sí se acordaron que cumplía años.

Me siento el la orilla de la cama, pensando en esa frase:

Ellos sí se acordaron de mí compleaños.

Permanezco así unos momentos cuando siento una lagrima rebalarse por mi mejilla, la limpio con el dorso de mi mano y suelto un suspiro.

Solo ellos, ellos se acercaron a abrazarme y dedicaron sus sonrisas a mi; mis padres no, no lo recordaron, nunca se dieron cuenta que su hija mayor cumplia trece años, que necesitaba un abrazo lleno de amor y cariño, que se estaba destruyendo por dentro al saber que no tenía a nadie, que no recibió un: Te quiero hija, ni por su padre y ahora ni por su abuelo.

Sentí un par de lagrimas más en mi rostro, me incline hacía atras me recoste sobre la cama. Sintiendo el pulso de mis latidos en el silencio de mi habitación. Seguí limpiando mis lagrimas.

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Narrador omnisciente:

-Pero, ¿Estará bien?- Su nieta le pregunto con lagrimas saliendo de sus ojos.

Él la vio con expresión de ternura, tomó su mano y la sentó en su regazo.

Su nieta siempre había sido una niña muy traviesa y machetona, irradiaba alegría con solo sonreir, él lo sabía era muy linda y carismaristica, sin embargo era muy sensible, a pesar de no ser delicada con los golpes y caídas que sufría; el ver a un animal o persona en malas condiciones solía entristecerla y de éste modo hacerla llorar.

-Estará bien- Dijo con una sonrisa.

La niña limpio las lagrimaa de sus ojitos y asintió.

-¿Donde dijiste que la encontraste?- Pregunto el señor con interes.

Ella vio a la perrita que se encontraba recostada en el piso, con una herida de la cual brotaba la sangre al rojo vivo, un animal la había mordido.

-Iba a la tienda por un mandado de mi tita, y ella estaba corriendo- Apuntó a la perrita- Un gran perro negro la perseguio, la tumbo y comenzó a morderla.- Dijo asustada.- Me acerque y le dije que se quitara y el perro luego de un tiempo se fue.

Su abuelo la miro impresionado.

Lluvia siempre habia tenido una fascinación por los animales, en especial los perros, y sabía que siempre que iban al parque o de paseo, ella se acercaba a ellos para jugar.
La mayoria de los perros no la atacaban y sedian con ella.

-Eres muy valiente hija- Abrazo a su nieta y ella le correspondio.- Ella debe tener un nombre ¿Cuál te gusta?- Lluvi pensó y la vio unos momentos.

Era una dalmata, tal vez una cruza entre dos razas, pero era muy hermosa, era grande y los ojos cafes miel, que ha lluvia le encantaron.

-Merrie- Dijo sin vacilar.

Don Federico sonrió sin mostras dientes.

-Merrie sera.

Lluvia abrazó a su abuelo fuertemente porqué ella lo quería, él era como su padre.
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Cerre los ojos con fuerza y reprimí un gemido de dolor, sentía un hueco en mi interior y las lagrimas me ahogaban a tal punto de no aguantar soltar sollozos.
Golpee la cama respetidas veces y las lagrimas aumentaban, jale mi cabello hacía atras y sentí mi cabeza explotar.
Seguí pegandole al colchón y solté un sollozo involuntario.

Tape mi boca con mis manos y abrí el cajon en donde tenía el papel, limpié mis ojos repetidas veces y respire profundamente. Trate de calmarme y me dije a mi misma que todo estaría bien.

Nada estará bien.

Esto solía pasar algunos días, era tanto el dolor que me había guardado en unos meses, que aveces siemplemente no podía evitar que ésto pasara.

Camine hacia el baño, precatandome de que nadie me viera en ese estado.

Eres valiente, hija

Pero no lo era, siempre terminaba derrotada ante los problemas y lloaraba hasta que mis ojos ardían.

Abrí la llave del lavabo y lave mi cara, no me moleste en mirarme en el espejo, tan solo me fui de regreso a mi habitación.

Me acoste en mi cama, no leí, no escribi poesia, no tenia ganas de nada, solo de dormir.

A fin de cuentas dormir es como morir un ratito. Y avaces tenia demasiadas ganas de dormir profundamente.

Hasta LuegoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora