Hace algunos siglos vivió ella,una joven shinigami llamada Marian, Ella, que como todos los shinigami, solo tomaba trabajos de almas al azar para cumplir con una cuota que su maestro le había asignado del que no recuerda nada, de hecho, duda si en algún momento lo conoció como muchos dicen. En realidad no le afectaba pues no recordaba nada antes de ser un shinigami. Aun así ella no estaba interesada en descubrir su pasado vivía muy bien de la manera en que estaba en esos momentos y si seguía cumpliendo la cuota era que una gran fuerza la incitaba como si en verdad tuviera que dar cuentas a alguien. Sus trabajos consistian en buscar las almas de humanos y ver si estas merecian la reencarnación o solo ir a su descanso eterno. El alma era tomada con un cristal que portaba en el cuello que se iluminaba en tono carmín cada que su alma era digna a reencarnar, dicha alma se guardaba en aquel cristal que podia transformarse en una gran espada si su portador lo requeria.
Marian tenia amigos a los que les tenia bastante "aprecio" pues en realidad no podía querer o mejor dicho era incapaz de amar a alguien o algo, de misma manera, no podía ser amada. Aun así ella era alegre, no le importaba no sentir eso pues tenia en claro que ese problema era por una maldición de tiempo atrás, exactamente del tiempo que ella no recordaba, y si ella deseaba romper la maldición para su dicha, ella amaría es verdad pero solo duraría 11 días, luego de eso ella moriría junto con quien fuera su amado.
La joven adoraba estar en el mundo humano aunque solo podía ir a funerales para recoger las almas, no por que no pudiera ir por si sola solo que lo tenia prohibido. Aun así ella gustaba de ir a funerales pues era el único momento en el que algunas personas daban verdaderos sentimientos por las almas que ella recogía. Para ella tomar almas era algo normal, no tenia resentimientos hacia lo que era su trabajo pues, para ella, los humanos eran una raza inferior por su gran hipocresía e ignorancia hacia lo que los rodeaba.
Por otra parte, Marian tenia un compañero en especifico que la adoraba con quien solía trabajar a menudo, este llevaba mucho mas tiempo que Marian, por ende, la trataba como una hermana menor. Este chico de nombre Jame sabía todo acerca de el oficio que regían, desde la regla mas trivial asta la mas insignificante falta. Marian era muy apegada a Jame se adoraban e incluso se ayudaban a recolectar las almas restantes para completar sus cuotas cada mes. Cada día se podía ver a ese par, era muy raro ver peleas entre ellos, pues, estas duraban a lo mucho un par de minutos, Aunque, la mayoría de estas eran a causa de las prohibiciones de Jame, pues, este le impedía a Marian tomar almas que estaban en cuerpos masculinos. Cada que Marian decidía tocar el tema el se molestaba bastante y de una manera muy sobre protectora decía "aun no estas lista, no intentes hacer nada estúpido, Jhonas me pidió que te cuidara". Ante estas palabras, La joven diosa solo podía pensar ¿quién es Jhonas? ¿porqué no puede? Ella en un momento de inquietud por saber esas respuestas salio al mundo humano por el alma de algún joven con la esperanza de poder encontrar respuestas que para su suerte fueron deplorables en su vida.
Antes de salir tomo el pedido de un alma masculina pues, probablemente, ahi encontraría alguna respuesta a todas sus dudas. Salio a toda prisa y al encontrar un pedido algo escondido su cristal dio un leve brillo, ese era su camino.
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Mi hermosa maldición
FantasyLos dioses de la muerte son algo fantaseado por mucho e ignorados por otros, son pocos lo que, con fervor, creen en su existencia aun si la gran mayoría ríen ante estas creencias. Pero ¿Quién puede afirmar su inexistencia? ¿Dónde terminan nuestras a...