¿Que hago?

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El celular no paraba de sonar, eran ya 20 minutos de insistentes alertas de mensajes, mi cabeza ya no aguantaba más ese insistente sonido, quería agarrar su celular y tirarlo por la ventana sin compasión alguna, eran alrededor de las cuatro de la tarde, íbamos a bordo de su BMW negro. No fue hasta que llegamos a la plaza que le dije:

-¡Dame ya ese celular! - quedando a corta distancia de su boca. Deseaba tanto besarlo, como decirle que no a esos labios tan sedientos, tan necesitados de un beso.

El sólo sonrió y sin darme oportunidad de reaccionar me besó. Fue un beso cálido, tierno, como si nuestras bocas se hubieran estado extrañando todo este tiempo. Me tomó del cuello para acercarme más a él, era increíble como nuestros besos tenían esa química que pocas veces existe.

Como con Ricardo, mi novio, lo adoraba, era como el novio ideal para algunas chicas, alto, ojos color miel, cabello alocado, cuerpo atlético, pero tenía que aceptar que nuestros besos no tenían esa química como la que tenía en ese momento con él.

-Hace mucho no besaba a alguien tan linda como tú, creo que hasta ya olvidé como hacerlo ¿me enseñas? -me dijo mientras levantaba la ceja derecha a modo de parecer un seductor.

-Dudo mucho que quieras que sea yo la que te enseñe a besar- le dije cuando se separó por un instante para que los dos pudiéramos tomar aire.

-¿Por qué?- su cara cambió a una de duda, pero sin perder esa sonrisa de oreja a oreja, igual a la de un niño cuando recibe un regalo en navidad.

-Lo haces mejor que yo- le dije bajando la mirada mientras sentía como mis mejillas se tornaban de color rojo.

Estaba mal ponerme así, había condiciones que tenía que acatar si quería continuar con esto, la principal era NO TE ENAMORES.

Su trato siempre fue atento, no tanto como una pareja de novios que recién está cumpliendo 1 mes, pero si fue caballeroso, aún no se si porque él sabía que obtendría lo que él quería o porque nos conocíamos desde hace más de 6 años y existía un poco de cariño entre ambos.

En ocasiones me tomaba de la mano, incluso al subir las escaleras me detuvo para besarme, pero sólo lo dejé darme un beso en la mejilla, quería hacerme un poco la interesante, otras veces me abrazaba, cuando estábamos sentados en la mesa notaba su insistente mirada mientras me hablaba de tantas cosas de su vida que a mi realmente no me interesaba escuchar, sé que suena mal de mi parte pero no era porque no quisiera saber de su vida, era porque muy dentro de mi sabía que entre menos me involucrara en su vida, menos me iba a enamorar de él y claro, menos cómoda estaría con él.

Él tiene 34 años, yo tengo 21, cuando tenía 15 yo estaba perdidamente enamorada de él, yo lo veía como lo máximo, pero sabía que no podía ser, era una niña y era ilegal. Yo realmente nunca imaginé que 6 años después sería él el que me buscara, pero... ¿Qué es lo que alguien 13 años más grande buscaría en una chava? Se que en muchas ocasiones el amor no tiene edad, pero había visto ya tantas noticias y tantas series donde el chico más grande se aprovechaba de la muchacha en varias formas que yo realmente empezaba a dudar si era una buena idea todo esto.

Tenía un dolor de cabeza intenso, sentía que en cualquier momento explotaría o que caería desmayada, veía todo borroso y no soportaba las luces del centro comercial, quería tomarme una pastilla y dormir.

-¿Como va ese dolor?- pregunto mientras me lanzaba una mirada rápida y la volvía a fijaren el camino, su mirada estaba entre preocupada y entre tratando de fingir desinterés.

- Ya no lo aguanto, quiero dormir, necesito dormir- mientras respondía ponía mis dedos entre los dos ojos tratando de masajear un poco la zona y disminuir el dolor

-¿Nos dormimos un rato?-otra vez esa mirada ganadora, como si tuviera total control de mi

-Si- le dije regalándole una sonrisa

Sus ojos brillaron por un instante y me dio un beso en la frente de una forma muy paternal, el tráfico estaba horrendo, no podíamos avanzar y yo sólo rezaba para que llegáramos pronto y poner mi cabeza en una almohada para que bajara el dolor.

Cuando vi que tardaríamos más de lo esperado me recargué en su hombro mientras el me rodeaba con el brazo que tenía libre, después me regaló un beso igual de cálido que el anterior. Venía platicándome detalles de su vida, yo luchaba por mantener mis ojos abiertos sin mucho éxito hasta que algo en sus palabras me hizo reaccionar, hablaba de una hija, su hija, yo sabía que él no era casado, y en el tiempo en que era una niña me habían dicho que ella no era su hija que se la adjudicaron muy audazmente, ¿sería por eso su trato cariñoso? Aun así, no pude evitar sentir raro, es como si no estuviera yo dispuesta a entrar en ese dilema, pero, en fin, en el trato incluimos no involucrarnos en la vida del otro.

Cuando por fin llegamos lo primero que hice fue notar a un hermoso gatito mimado sentado en la silla de la computadora, después recorrí todo el lugar, era pequeño para mi gusto y muy desordenado, pero supongo que estaba bien para una persona y sobre todo típico de todo soltero. No me di cuenta cuando él se puso detrás mío y me tomó de la mano para luego dejarme enfrente de él. Miré sus ojos y me dije a mi misma, o sales de ahí ahora o ya sabes a lo que te enfrentarás. Mi mente me decía que lo correcto era irme, pero mis piernas no me respondían. Antes de que pudiera decidir él me tomó de la cintura y me besó, yo correspondí a ese beso, había algo en todos esos besos que me volvía adicta, creo que era esa química ya mencionada antes. Sentí sus frías manos recorriendo mi cintura debajo de ese suéter delgado que llevaba, sus caricias se parecían a las de un bebé reconociendo la cara de su madre por primera vez.

-Espera, yo, no estoy muy segura de hacer esto- alejé sus manos de mi piel y retrocedí unos cuantos centímetros.

-¿Por qué, que pasa, todo bien?-

-Es solo que, esto es una decisión importante ¿sabes? Es decir, yo nunca...-

No pude terminar la frase porque me sentí realmente apenada, no quería que me viera como a una niñita pero tampoco era una mujer aún.

-¿No has estado con alguien antes?- pregunto sorprendido

-No, nunca- sin darme cuenta estaba arrugando mi suéter con las manos mientras mantenía la mirada fija en el suelo muerta de la pena

-Ven- dijo mientras me tomaba de la mano y me conducía al que parecía ser su cuarto, graciosamente era el único que estaba ordenado, aunque no me sorprendía.

-¡Oh Dios!- pensé mientras entraba, Sofia es tu última oportunidad, aún puedes salir de ahí y decirle no lo haré búscate otra, pero no lo hice, entré y me quedé ahí parada como esperando que el me dijera vamos a jugar cartas.

-¿Quieres dormir? No necesitamos hacerlo hoy si no estas segura- me pregunto rezando que yo dijera no, vamos a hacerlo.

-Si, quiero dormir- contesté yo mientras me ponía frente a él y le ponía cara de niña mimada

-¿Si?- dicho esto me cargó y como si hubiera un mecanismo en mi cabeza que moviera mis brazos y piernas involuntariamente rodee su cintura con mis piernas y su cuello con mis manos y lo besé, el con cuidado me recostó en la cama y se puso encima de mí, no dejo de besarme en ningún momento y la temperatura comenzó a elevarse entre los dos. Para mi fortuna el hermoso gatito entró en ese momento maullando, pidiendo atención y a él no le quedó más remedio que levantarse a sacarlo. Mientras tanto yo seguía pensando, esta es tu última oportunidad, si no quieres levántate y vete, tienes dinero suficiente para pedir un taxi. Pero nuevamente no lo hice, solo me acomodé y cerré mis ojos.

El no insistió, se recostó a mi lado y me abrazó, parecía no molestarle mi decisión de dormir, cerró también sus ojos y yo me quedé observándolo. En ese momento mi mente entró en un conflicto enorme, sabía que no iba a dormir, no tenía sueño y no estaba ahí para eso, pero estaba nerviosa, no sabía si era correcto, tenía pena, pero también quería hacerlo, quería quitarme el miedo, quería tener esa experiencia ahora, con él. O salía corriendo o lo hacía ya, perdía tiempo valioso decidiendo.

Mi primera vezDonde viven las historias. Descúbrelo ahora