A veces siento que podría estar observándote mil años y no cansarme. Que podría aprenderme de memoria todas y cada una de tus manías, tus caras, tu todo.
A veces siento que mirarte a los ojos es mi mayor tormento. Y como me sucede con la mayor tormenta, siento ganas de huir y de salir a mojarme al mismo tiempo. Pero me ahogo.
Siempre me ahogo en tus ojos, Eutanasia.