Psst, por acá

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Esto ocurrió cuatro años atrás cuando aún estaba en secundaria.

Me pidieron que hiciera la última entrega de mi turno, así que me subí a mi auto con la orden lista. Puse la dirección de la entrega en mi teléfono, y como el local estaba en las afueras de la cuidad, generalmente para cada trabajo de delivery debía recorrer largos caminos.

Recuerdo que el sol ya se estaba escondiendo, por lo que debe haber sido alrededor de las 7 de la tarde.

Después de haber conducido unos 50 minutos, mi GPS me indicó que estaba en el lugar correcto: era una casa cerca de un lago, rodeada mayormente de árboles, muchos árboles. Estaba ahí, en medio de la nada, entre la casa y el bosque que se encontraba a mi espalda.

No quise darle importancia, así que bajé con la pizza y me dirigí a la puerta principal. No había timbre, así que golpeé fuertemente para que pudieran oírme, cuando escuché pasos desde adentro que venían hacia la puerta y luego se detuvieron.

Comencé a sentirme extraño, como si estuviera siendo vigilado, y fue en ese momento en que me di cuenta que había uno de esos agujeros para mirar del otro lado en la parte superior de la puerta.

- Traigo su orden! - dije.

Escuché una voz grave y rasposa del otro lado, pidiéndome que le llevara la pizza a la puerta trasera.

No me gustaba la idea de tener que ir allá, sobretodo estando tan oscuro alrededor.

- ¿Está seguro, señor? - pregunté nervioso y él no respondió.

El sonido de sus pisadas no se escuchó, por lo que supuse que aún me observaba a través de la mirilla de la puerta.

No quería más problemas con mi jefe, últimamente me había estado regañando un montón así que, en vez de volver a la seguridad de mi auto, rodeé la casa para ir a entregar la pizza donde se me había pedido.

En el patio, lo poco que pude ver debido a la oscuridad, fue una mesa y cuatro sillas. Una de ellas estaba dándome la espalda y pude divisar una cabeza.

- Disculpe, traigo su pizza - dije... pero la persona no se movió ni un centímetro.

- ¿Hola? - volví a decir, pero no contestó.

Luego, detrás mío escuché un "Psst, por acá".

Me di vuelta para ver a un hombre, asomando su cabeza desde la casa, medio desnudo, mirándome con una sonrisa perturbadora y ojos muy abiertos.

- Ven acá, quiero mostrarte algo - me dijo.

Sin pensarlo dos veces, corrí a mi auto y, por alguna razón, aún tenía la pizza en las manos.

Manejé lo más rápido que pude y, a mitad de camino, llamé a la policía para contarles lo que había pasado. Más tarde me llamaron de vuelta diciendo que habían inspeccionado el lugar y que no había señal de gente que viviera en aquella casa.

No sé qué me hubiera pasado si no hubiera salido corriendo de ese lugar, pero hasta el día de hoy desearía haberme acercado a esa silla en el patio para ver quién o qué estaba sentado allí.





Relatos de Terror - Pizza DeliveryDonde viven las historias. Descúbrelo ahora