Estaba haciendo entregas esa noche.
Probablemente fue uno de los recorridos más largos que me ha tocado hacer en mi tiempo como repartidor.
Llevaba cuatro pizzas familiares a la dirección que me había entregado el manager. Supuse que podía ser una fiesta o algo, por lo que recibiría una propina más alta de lo habitual.
Me detuve ante la casa: para mi sorpresa se veía vieja, no habían coches estacionados ni luces encendidas.
Llamé a mi jefe y le pedí si podía verificar la dirección, pero me dijo que era la correcta. Pude notar que andaba de mal humor así que no insistí. Me dijo que por lo menos fuera a golpear la puerta para ver si alguien salía.
Normalmente se enojaba mucho si no entregábamos una pizza, no quería ni pensar cómo se pondría si no entregaba cuatro de ellas.
Bajé del auto, me acerqué a la puerta principal y como no había timbre, golpeé fuertemente. Como me lo esperaba, no escuché nada del otro lado.
Me sentía decepcionado: mi jefe estaría muy enfadado conmigo.
Golpeé de nuevo como mi último intento y, de pronto, comencé a escuchar silbidos que venían de adentro de la casa y pasos... pasos que se dirigían hacia mi.
Volví a golpear la puerta y avisé que era el repartidor, pero esta vez sólo hubo silencio. Me sentí más incómodo que antes, por lo que decidí volver. Pero antes de darme vuelta, noté algo en la ventana: una persona estaba parada allí, mirándome.
No pude divisar si era una mujer o un hombre, sólo pude notar sus ojos que estaban abiertos de una forma que no pensé que era posible, fisiológicamente hablando.
Estaba lo suficientemente asustado como para seguir ahí. Dejé las pizzas y corrí a mi auto, el cual no partió hasta la tercera vez que giré las llaves para encender el motor. Cuando comenzó a andar, sentí que hacía ruidos extraños y no logré avanzar más de 10 metros del lugar. Ruidos extraños desde el exterior empezaron a surgir, una fuerza extraña no me permitía seguir manejando, algo estaba deteniendo mi coche.
Salí de este para ver qué andaba mal.
Un escalofrío recorrió mi cuerpo y mi corazón latía tan fuerte que pensé que se saldría de mi pecho: los neumáticos del auto habían sido cortados, como desgarrados, y se habían salido completamente de su lugar.
Alguien había hecho eso mientras yo golpeaba la puerta de la casa.
En vez de salir corriendo, volví al auto y puse el seguro de todas las puertas. Estaba tan cerca de la casa que podía verla desde donde estaba.
Llamé al 911 y les expliqué lo que había pasado, la operadora me dijo que la policía estaría allí en un momento y me recomendó que me mantuviera escondido. Le pregunté si era mejor que saliera corriendo o si debía permanecer en el auto, ella respondió que en el auto siempre y cuando las puertas estuvieran cerradas con seguro.
La mujer me dijo que me mantuviera en línea con ella hasta que la policía llegara, mi cuerpo completo estaba temblando. Miraba a mi alrededor y no había más que oscuridad y una infinidad de árboles. Sabía que los policías se demorarían una eternidad en llegar y no me sentía para nada cómodo sentado tan cerca de la persona que le había hecho esto a mi auto.
Lo siguiente fue lo que me hizo colapsar y, desearía que nunca nadie tuviera que vivir la misma experiencia que yo.
Mientras miraba por la ventana para asegurarme que nadie anduviera afuera, miré por el espejo retrovisor y ahí estaba la misma persona de la ventana: era una mujer, sus ojos estaban abiertos como los de un búho y una sonrisa comenzó a dibujarse en su rostro mientras se acercaba a mi.
Bajé del auto y salí corriendo hacia el bosque, sin importar lo que había dicho la operadora del 911. Corrí hasta que quedé sin aliento, lo cual no tomó mucho tiempo, y me escondí atrás de un tronco de árbol gigante que estaba en medio de los demás árboles. Traté de minimizar el sonido de mi respiración cubriendo mi boca con mis manos, mientras esperaba y esperaba. Se sintieron como horas, hasta que finalmente escuché sirenas de vehículos a la distancia.
Junté todas las fuerzas que me quedaban para correr al lugar donde estaba la policía y cuando llegué me sentí tranquilo, como nunca en mi vida.
Estaban estacionados frente a mi auto, investigando con linternas, mientras uno de ellos comenzó a interrogarme para saber qué había ocurrido. Les conté todo, lo de la persona en la ventana, las ruedas del coche, la mujer que venía hacia mi, todo.
Dos de los policías entraron a registrar la casa y no encontraron nada a excepción de una caja de herramientas con objetos afilados, los cuales habían sido utilizados para romper mis neumáticos. Uno de los polis me dijo que seguramente era una pareja psicótica que se escondía en aquel lugar, pero nunca los encontraron, y eso me inquieta hasta el día de hoy.
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Relatos de Terror - Pizza Delivery
HorrorHistorias completamente reales y terroríficas que le ocurrieron a personas como tú. Edición "Pizza Delivery".