Diez

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El catorce de Febrero nunca había sido un día especial para mí. La necesidad de expresas mis sentimientos hacia otros jamás fue muy intensa, todo el mundo hablaba sobre aquél día y daba su opinión al respecto. Ya fuera una estrategia de mercadotecnia o una clase de exclusividad, teniendo la excusa de que se debía demostrar afecto cualquier día del año. Yo simplemente prefería no demostrarlo demasiado, fuera la fecha que fuera.

Ashton pasaba seguido por mi departamento mientras que Luke no se había aparecido ni por los alrededores. Seguramente el fuerte golpe que le había soltado luego de aquél repentino beso lo había hecho odiarme profundamente.

Ese día no espere a que mi mejor amigo fuera quien reaccionara y me alejara de daddy. Había sido quien se encargo de castigarlo y le había dejado un ojo morado. Pude verlo al día siguiente mientras bajaba por el ascensor, Michael había confirmado que lo tenía. Es curioso como las personas tienden a llegar y desaparecer, llegó tan repentinamente y antes de darme cuenta ya se había ido. Seguramente se había mudado.

Las calles estaban repletas de pequeñas tiendas de flores y globos, todos parecían tener pareja mientras que otro paseaban con una cara de pocos amigos, pretendiendo que no les importaba cuando era más que claro que lo hacía. El novio de Rebeca habían salido para esa fecha, lo cual me pareció desagradable, pero mirarla tan calmada y despreocupada me daba a entender que para ellos no importaba el día catorce del mes.

La tarde era cálida, la primavera parecía querer adelantarse aquél año. Pero la ligera brisa que azotaba contra los ventanales nos daban a entender que el invierno seguía rondando, aún no había sido derrotado del todo. Una melodía romántica y pegajosa sonaba de fondo, diversas parejas comían mientras que otras parecían hacerlo entre sí. El día del amor.

Ashton no tardó más de diez minutos en llegar, me había citado en ese lugar un día antes. Quería mostrarme algo y no podía esperar más tiempo, una adecuada coincidencia.

-Lizzy -dijo casi desde la puerta, llevaba una enorme caja color rosa en los brazos. Mordí mis labios -¿Puedes ayudarme? No te quedes mirando como boba.

-¿Qué es esto?

-Sorpresa...

Guiñó un ojo. Finalmente logramos poner el paquete sobre la mesa. Las personas nos veían como si fuéramos una clase de pareja comprometida. Temía que Ashton nos viera de la misma manera. Trataba de recuperar el aire mientras la camarera tomaba su orden, yo ya había aprovechado su retraso para ordenar algo de comer.

-¿Ahora me dirás qué es? -continué mientras bebida mi soda.

-Tienes dos opciones: abrirlo aquí y hacer un gran alboroto ó esperar a que llegues a casa y emocionarte cuánto quieras.

-¿Se supone que debo emocionarme con lo que hay dentro?

-Se supone. Prefiero que lo veas en casa, si no te emocionas me deprimiré.

-¿Era ésto lo que querías mostrarme con tanta urgencia?

-¿Eh? No. Sólo es tu regalo de San Valentín. Lo otro es algo más importante, pero déjame descansar primero.

Moría de ganas por abrir mi regalo pero tenía un sentimiento extraño, como si realmente lo que fuera que había dentro no sería tan impresionante como él lo hacía ver. Sus regalo siempre tendían a ser estúpidos y originales. Tal como él.

Y mientras se ahogaba en su soda y un puño de patatas vi a una pareja pasar justo por la ventana en donde nosotros estábamos. El chico llevaba a la mujer de la mano, su cabello era rojo y el de él rubio. Mordí mi mejilla esperando que no entraran al lugar, desafortunadamente lo hicieron. Comencé a creer en el destino.

Yes, Daddy... » l.h.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora