Once

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Sentía mi corazón palpitar sin control, mis mejillas sonrojadas y mis manos temblar. Nunca creí sentirme tan avergonzada por algo. Estaba preparada para tocar al puerta de Michael, él debía de haber escuchado lo sonidos que provenían de mi habitación una noche antes, justo el día de San Valentín. No habíamos tenido cuidado en lo que hacíamos, mucho menos nos esforzábamos por ser silenciosos, mientras pudiera tener a Luke dentro de mí no me importaba sonar como una completa actriz porno.

En cuanto toqué la puerta sentí que una corriente de aire recorrió mi espalda. Mi pie golpeaba una y otra vez el suelo a la espera de un chico de cabellos rojos, ideando la mejor manera de disculparme con él y esperar que no pensara que era una puta cualquiera. Sin embargo, realmente lo era pero sólo para Luke.

-Hey -sonrió en cuanto abrió la puerta- ¿Qué te trae por aquí?

-Hola Mike, ¿cómo estuvo tu San Valentín?

Debía asegurarme que había escuchado algo antes de que una disculpa saliera de mis labios.

-Bien, estuve en casa todo el día. Realmente no tuve ánimos de salir, dormí temprano.

-¿Dormiste? -asintió y frunció el ceño- ¿Escuchaste algo extraño?

-No... Bueno, escucharte decir "Ashton" se está haciendo costumbre.

-¿Ashton? —decidí no decir nada que pudiera revelar lo que había pasado la noche anterior.— Claro, como sea. ¿Quieres ir a comer algo?

-Seguro, tengo que ducharme antes. Nos vemos en una hora.

Me pareció extraño que asumiera el hecho de que pase la noche con Ashton, incluso cuando el único nombre que pude haber gritado fue el de daddy Luke.
Trataba de arreglar un poco el departamento, habíamos hecho un desastre la noche anterior, ni siquiera me di cuenta del momento en el que la mesita de centro se había caído. Limpiaba el televisor cuando una caja se reflejó en él, era el regalo que Ashton me había dado por el día de San Valentín, ya no lo recordaba. Parte del presente ya estaba arruinado, el moño colgaba y finalmente respiré profundo antes de abrirlo.

Dentro había papelitos de colores los cuales no me permitían ver lo que se supone había dentro, fui despejando el interior mientras maldecía a mi mejor amigo por provocar un desastre más en casa.
Finalmente lo vi, había un enorme collage con fotos de ambos, sólo Ashton y yo. Desde la primera vez que salimos a comer hasta unos pocos las antes del 14 de Febrero. Todas las imágenes estaban colocadas cuidadosamente, varias de ellas con Quetzaly y una que otra durante el invierno. Abrazando al enorme muñeco de nieve que armamos hacía dos años atrás, el campamento que tuvimos con algunos amigos antes de que las clases comenzaran, parecía que había guardado casa pequeña foto tomada. Y por fin un enorme marco una foto de ambos, fue un día sumamente importante para ambos, fue el día en que entendimos que seríamos mejores amigos.

Había una caja mediana dentro, contenía un hermoso vestido color rojo y una pequeña nota:

"Lo usarás para la fiesta de primavera que celebran en el Amason cada año".

Una sonrisa se plasmó en mi rostro antes de que el sonido de la puerta me hiciera dar un pequeño brinco.

—¿Estás lista? —preguntó Michael, su cabello lucía un poco húmedo.

—Seguro, vámonos.

No paro de charlar sobre su empleo y su familia, parecía ser un chico completamente solitario pero la verdad era que jamás había conocido a alguien tan amigable como él. La manera en como describía a sus padres y amigos, el brillo en sus ojos cuando contaba alguna historia. Michael era auténtico.

—¿Quieres postre? —preguntó una vez que terminó su hamburguesa.

—Realmente no, gracias. Michael ¿de verdad me escuchaste decir el nombre de Ashton?

–¿Enserio quieres que hablemos de eso ahora? Sigo comiendo.

—Por favor...

—Sí, Lizzy. Escuché como gemías el nombre de tu novio ¿contenta?

—Seguro...

Luego de una amena charla y una pequeña pero grata caminata por el parque llegué a casa. Ashton ya se encontraba dentro, veía la televisión y comía cereal desde la caja. Había olvidado que él sabía dónde encontrar la llave de emergencia y que se vez en cuando entraba al departamento sin mi autorización, llevaba tiempo sin hacerlo pero por alguna razón ese día regresó a su rutina.

—Puedes usar un plato —dije mientras arrebataba la caja de entre sus manos.

—Ofe,  ro es... Estaba comiendo eso.

Empujé su cadera de manera que pudiera sentarme junto a él, recargué mi cabeza en su hombro y me dispuse a comer cereal de la misma manera que él hacía. Me miró por un momento y después sonrió.

—Eres increíble, Lizzy.

—Lo sé, no necesitas decírmelo. ¿Qué estamos viendo?

—No tengo idea, un programa estúpido.

—Como todos...

Pasamos el resto de la tarde viendo películas, habíamos terminado con la caja de cereal y comenzábamos a quedarnos dormidos uno junto al otro. Su aroma se filtraba por mi nariz y sus hombros parecían ser perfectos para recostarse.

Cada vez mis ojos se cerraban un poco más, la imagen en la televisión iba perdiendo forma y el sonido se desvanecía cada vez más. Justo antes de que pudiera caer en brazos de Morfeo la imagen de Luke llegó a mi mente, así como si fuera una pesadilla mis ojos se abrieron.

—Ashton... —musité.

Sentí como movía ligeramente su cabeza desordenando mi cabello, sentía como su pecho subía y bajaba lentamente con tranquilidad.

—Mhm... —respondió.

—No quiero seguir haciendo esto...

—No te entiendo... —estaba casi dormido y parecía estarme escuchando solamente en sueños.

—No quiero que tengamos sexo, ya no...

A pesar de no estar viendo su rostro sentí perfectamente como el sueño desaparecía de su persona y ahora sólo había silencio en la habitación. La televisión parecía sonar en la lejanía.

—¿Por qué no? —cuestionó.

—Simplemente no...

—¿Es por Luke?

Yes, Daddy... » l.h.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora