Y decirte que gracias. Gracias por todo los momentos compartidos, por todo lo que me has enseñado, por los sentimientos que me has regalado.
Gracias por esas veces que demostrabas algo, aunque hallan sido pocas. Gracias por las veces que estuviste ahí.
Por las veces que me defendiste, por las veces que fuiste mi pilar.
Gracias por esas conversaciones de madrugada, por esas risas, por esos llantos.
Gracias por las ocasiones que eras como un hermano mayor que cuidaba de su hermanita pequeña. Gracias por las ocasiones que me anteponías sobre todo. Gracias por las ocasiones que me hiciste sentir importante para ti.
Gracias por las tonterías que me decías en clase. Por las carcajadas que me arrancabas. Por las veces que nos regañaron por eso mismo.
Gracias por esos viajes a mundos fantásticos de pequeños. Gracias por esa imaginación que derrochábamos.
Gracias por esas noches en tu casa, jugando hasta las tantas.
Gracias por los consejos que me has dado.
Gracias por los momentos en los que confiaste en mí, y me contaste tus problemas. Quizás no ayudé mucho, pero gracias.
Gracias por esas bromas privadas de las que tanto me he reído.
Por tus carantoñas, por tus motes.
Gracias por ser ese amigo que tanto necesitaba en ese momento, gracias por hacerme sentir especial.
Gracias por todo eso, en serio.
Pero no puedo seguir así.
Sólo he querido reflejar las cosas buenas para no recordar todo lo malo si alguna vez vuelvo a leer esto.
La verdad, no quiero que sea el adiós definitivo. En realidad detesto la idea, créeme.
Pero necesito olvidarte. No sé cómo lo haré, pero lo necesito.
Gracias de corazón otra vez.Te quiero, no lo olvides.
J.M.L.