Capitulo 6: enfrentamiento

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Ahora ya he visto a once personas de las doce necesarias convertirse en caballeros dorados, el último puesto bacante es el de leo. Y como lo dije antes, los que se convirtieron en dorados llegaron a ser mi familia, todos son buenas personas con personalidades diferentes pero de una u otra forma me apoyan en mi camino, me dan consejos y no me dejan caer más profundo de donde me encuentro.

Han pasado ya 2 años desde mi llegada al santuario, este día es uno de los más aburridos que he tenido que soportar desde que comencé a entrenar, Rukbat, desde hace un tiempo llamo así a Sísifo pues Rukbat es una de las estrellas de su constelación guardiana y pensé llamarlo así pues él es mi gran apoyo en todo momento, como lo es su constelación ya que le brinda poder.

Pues bien, este día no se podría poner peor para mí, Sísifo se encuentra fuera del santuario para completar una misión que le encomendó la misma Athena y por más que le pedí que me llevara se negó rotundamente, si no tuviera que usar esta mascara de seguro lo hubiera convencido con mi carita de cachorro o con un puchero. Ahora creo entender por qué Athena decreto que las mujeres usáramos mascara, somos unas manipuladoras.

Desde hace un mes que Rukbat se encuentra fuera por su misión, y me ha dejado de encargo que siga entrenando en el tiempo que no se encuentre, muchas cosas han pasado desde que salió, unas buenas y demasiadas malas, pero está bien, no me siento mal, sé que desde donde este Rukbat sigue siendo mi soporte más fuerte.

Me encuentro lejos de donde los demás entrenan, pero ese sería mi error en este día, estoy entrenando golpeando una gran roca y aun que mis nudillos ya sangran no pienso parar hasta dejar una abolladura más grande en la roca, claro que los demás pueden romperla en miles de pedazos en un instante pero para mí esta roca ha durado más de seis meses y es un poco frustrante.

Un poco lejos de donde me encontraba escuche unos murmullos.

-Miren, es ella otra vez, no puedo creer que siga en la misma roca desde hace seis meses-

-Sí, pobrecilla, no se da cuenta de que todos sus esfuerzos son inútiles-

-No encaja aquí, sigo sin entender porque el señor Sísifo la acogió-

-¿Qué les parece si le damos una lección?-

-Estaría bien, que se dé cuenta por fin de que no tiene ningún lugar aquí-

Así fue como los tres chicos se acercaron hasta donde yo me encontraba, mas no les preste atención, no podía rebajarme a su nivel.

-Hey, Yume veo que sigues entrenando ¿acaso no te das cuenta de que todos tus esfuerzos son en vano?-

No les prestes atención.

-Oye, te hizo una pregunta ¿tienes el descaro de no responderle al próximo caballero dorado de leo?-

-Así es ¿cómo se te ocurre ignorar a quien será tú superior?-

-No me hagan reír ¿Mi superior?- dije mientras me volteaba para enfrentarlos- No tienen ni una pizca de lo que es necesario para convertirse en un caballero dorado del porte de los actuales, a ellos no les llegan ni a los talones-

-¿Y tú que podrías saber? ¡Ni tu cosmos se ha manifestado y te encuentras en el sagrado santuario!-

-Tenemos en duda tus métodos para que sigas en este lugar a estas alturas, dinos- dijo mientras se acercaba a mí, arrinconándome contra la roca- ¿Qué clase de tratos "especiales" les das a los de la elite para que dejen que una basura como tu siga aquí? ¡¿eh?!-

Eso ultimo toco fondo, ya no podía contenerme, mi puño se movió solo, y de un momento a otro me vi sobre aquel bastardo dándole la paliza de su vida. Pero me había olvidado de los otros dos, me tomaron entre los dos y me lanzaron contra la roca con tal fuerza que lograron partirla en dos, si no hubiese sido por mi entrenamiento me hubiese roto más que una costilla con aquel golpe.

Mi cabeza sangraba del lado derecho pero la máscara lo ocultaba, tenía rota una costilla y fisurado mi tobillo izquierdo, aparte de múltiples golpes que se volverían moretones y raspones, unos más profundos que otros.

Aun y con todo ese dolor me levante, no sabía si podría hacerles frente o por lo menos defenderme de mayores lesiones, pero no podía simplemente rendirme.

-¿Por qué te levantas? Alguien como tú no puede hacer frente a alguien que puede usar el cosmos y menos contra tres-

Eso era trampa, y estos cobardes hacían uso de ella.

Los tres me dieron la paliza de mi vida, por suerte mis lesiones no pasaron a mayores de las que ya mencione antes, solo aumento el que me hayan dislocado mi hombro derecho.

Comenzó a llover así que decidí mover mi cuerpo del lugar y regresar a la casa de sagitario, para suerte mía, los caballeros de oro se encontraban en una reunión en el pabellón de Athena por lo que pude llegar hasta la novena casa sin ser vista, no es que no me permitieran la entrada, solo no quería que nadie me viera en aquel estado.

No me apresure, no tenía por qué hacerlo, mi cuerpo me gritaba que debía descansar. Al llegar estaba empapada, parecía como si hubiese caído a un estanque. Me oculte en una de las esquinas a la que le cubría una columna, era el lugar donde normalmente lloraba para que nadie me viera y se preocupara, era donde me desahogaba sin necesidad de contarle nada a nadie, simplemente conmigo misma, lloraba en silencia muchas noches y nadie se había percatado de ello gracias a la máscara.



Regulus y Antares [PAUSADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora