Mi alarma del celular suena, y al instante me despierta de otra pesadilla común.
Levanto mis párpados algo cansados, y maldigo a mi teléfono por haber sonado.
Es sábado, no hay escuela, no hay clases; y lo mejor de todo, es que puedo descansar y no ver malditos cuadernos con deberes pendientes.*****
He amanecido sorprendida y totalmente extrañada, ya que siempre las pesadillas me suelen causar temor o escalofríos al momento de despertar; pero hoy me siento diferente.
Por primera vez, me dí el placer: de no secarme gotas de sudor en la frente, de no lavarme la cara con agua tibia para que la palidez desvanezca, o de no caerme de la cama cuando despierte. Esta vez fue más tranquilo, pero a pesar de ello, tengo una rara sensación de miedo.*****
Apago mi teléfono, y lo dejo en la cómoda que esta al costado de mi cama. Trato de recuperar el cansancio para poder dormir un poco más tranquila, ya que como siempre, el sueño no me lo permitió, pero se me hace difícil conseguirlo.Me esfuerzo para acomodarme entre las sábanas de mi cama, y es cuando por error volteo bruscamente y caigo al piso de madera.
-¡Oh vamos! ¡¿Es enserio?!-grité frustrada.
Siempre he sido torpe y despiadada, algo dramática y exagerada; ¿pero caerse de la cama? ¿Y sin excusa de que fue la pesadilla? Eso es ya ser bastante estúpida, y peor aún si le gritas a la nada.Me levanto de inmediato maldiciendo el dolor que me causó, y me tiro a la cama bruscamente.
-¡Genial! ¡Ahora ya no tengo sueño!
Con cólera y mal gesto, decido entrar al baño, me cepillo, y salgo de mi cuarto.
Bajo los pocos escalones que hay, y me fijo que no hay nadie.
"De seguro, mamá esta en el supermercado y papá en el trabajo."-pensé. "¿Pero dónde esta Paula?"
Revisé la cocina, y todo estaba ordenado.
Mi madre es muy, muy limpia.Siempre tiene todo brillando y reluciente. A veces me pregunto si se toma un descanso o un momento para ella, pero casi nunca para en casa.Abro la refrigeradora, y me fijo en la jarra de jugo que esta en la derecha; la saco y la coloco en el centro de la mesa.
Me percato si en la panera esta el pan, y definitivamente esta ahí,en su lugar.Me siento en una de las tres sillas de la circular mesa, e intento empezar a comer la primera comida del día. Termino y coloco todo en el lavadero, lavo la jarra y mi vaso; guardo el pan a su lugar inicial, y finalmente decido subir a cambiarme el pijama.
Abrí las ventanas de mi cuarto, y pude sentir la suave brisa que transmitía el ambiente exterior.
Me senté en la cama y comencé a desvestirme. El aire que empezó a correr por mi estancia, se sentía cálido y muy relajante, aconpañado de los "cantos" de las aves. Me distrajo un momento pero luego seguí...
Me puse mi pantalón holgado, mi capucha negra, las zapatillas negras que me regaló papá en mi décimo quinto cumpleaños, y un polo blanco holgado al igual que el pantalón que tengo guardado.Lo sé, un estilo no muy femenino, pero así me gusta. No me agrada estar con ropa pegada que resalté lo que no tengo, y que además sea incómoda en todos los sentidos. Vivimos alejados de la ciudad, casi por el campo, aún así no estamos tan lejos de la civilización que digamos; es muy relajante estar por aquí, ya que no tengo que lidiar con escuchar claxons, autos, gente gritando, o salir a las calles y respirar el humo de los carros; es mucho mejor vivir así. Además, solo tenemos a cuatro vecinos viviendo cerca.
Suelen venir para vacaciones de verano o para la cosecha, pero por alguna razón se han mudado aquí.