Cap 3

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Salimos hacia el jardín trasero de la casa, y de la nada sentí la necesidad de voltear mi mirada. De sorpresa, mis ojos se quedaron mirando la casa de los vecinos que queda a unos cuantos metros de la nuestra. La visualizo casi al final de un largo camino rodeado de llerva y ramas secas. Me causa algo extraño al verla, pero retorno mi atención hacia mi madre obviando esa sensación alterna.

-¿A dónde iremos?- rompo el pequeño silencio.
-A almorzar- dice mi mamá abriendo la puerta de nuestra camioneta gris.
-No me digas- vuelvo a ser sarcástica- Me refiero, ¿a qué lugar? Madre...- fingo madurez.
-No lo sé, pero comeremos en un restaurante cerca de aquí, tengo que trabajar; así que cuanto más cerca, mejor- me explica mientras termino de ponerme el cinturón de seguridad.
-Ok- asiento y es cuando el super mega zanco de mi mamá pisa el acelerador.

...

Llegamos a una vivienda no tan lejos de casa. Era algo pequeña, pero en el recinto había una considerable cifra de personas.

Me desabrocho el cinturón mientras que mi madre ya está abriendo la puerta.

...

-Buen día- saluda mi mamá a la camarera.
-Buen día- la imito.
-¿Qué se les ofrece?- nos mira la señorita de unos veinte y pico años.
-Para mí una ensalada sin tomates- dijo mi mamá.
-Yo quiero una super hamburgüesa con doble ración de queso y doble peperoni- dije.
-Um.Um- mi madre interrumpió.
-Disculpe, señorita- lo dije de mala gana- Para mí también una ensalada sin- to-ma-tes- culminé a regañadientes.

Ay mi madre, mi madre... ¿Cuándo será el día en que me comprenda?

Al poco rato, la misma mesera trae nuestros pedidos a la mesa; deja cada plato blanco delante de nosotras y nos pone en medio una Coca-Cola de litro.

-¿Eso sería toodo?-nos dice amablemente.
-Sí, gracias- agradezco.

Apenas se fue, me quedé con la vista en el plato. Estaba pensando, estaba tratando de asimilar la situación ...

-¿Molly, qué pasa?
-Em... qué...no...nada. Nada- aclaré mis voz porque estaba distraída.
-¿Por qué no comes tu ensalada?
-Es que... no tengo mucha hambre.
-Hija sé que querías una hamburgüesa, pero...-la detengo-No, no es por la comida- regreso mi vista al plato después de enfrentarla.
-¿Entonces qué pasa?

Hace años que tengo el mismo sueño, la misma pesadilla. Ni mi madre, ni mi padre lo saben; no lo entenderían. Al contrario, me reprocharían diciéndome que leo demasiado y que eso me esta volviendo loca. ¿Sería una buena idea contarle de esto a mi madre? ¿Acaso pueda enterderme? Pues es más que claro que no. Si ni siquiera me comprende porque soy como soy, ni modo va a entender mi sueño. Es algo que jamás debe volver a cruzar mi cabeza.

-¿Molly? ¿Pasa algo?- me mira algo confusa.
-No. Nada. Ya lo olvidé.
-Bueno...

Suspiro y trato de volver a hablar.

-Mamá...¿Cuándo vuelve papá?

Distrae la mirada a lo poco que queda de su almuerzo, y murmura algo que apenas entiendo.

-No lo sé.

La nostalgia me invade y la curiosidad hierve en mi sangre, ¿qué es lo que me oculta?

-Molly, avanza; llegaré tarde al trabajo- desvía nuestra conversavión y termina de comer.

Llama a la mezera y paga nuestros alimentos. Salimos hacia el coche, y me fijo que su rostro tiene un toque de indiferencia con una pizca de melancolía.

-¿Qué sucede?- pregunto antes de que arranqué.
-Nada. Solo ya no preguntes sobre tu padre.
-¿Pero-por-qué?-mi lengua se traba en las palabras- Solo...solo quería saber dónde...
-¡Ya no lo menciones Molly! Por favor..., ya no quiero que vuelvas a hablar de tu padre. El tema se acabó- exclamó con la cabeza gacha mirando el timón para luego girar la llave y encender el motor.

-Esta bien...- mi voz se apagó.

***

-He dejado dos sandwitches en la nevera, y la comida de Paula está en la cochera. Vuelvo a las 10, cierra las puertas y no salgas tarde- me advierte desde la camioneta.
-Vale- asiento y entro a casa.

Escucho el ruido de la camioneta alejarse y veo a Paula durmiendo plácidamente en un cojín marrón cerca al gran ventanal del patio trasero. No pienso despertarla, parece cansada, y tiene derecho a hechar cabeza un rato.

Regreso a mi cuarto y me vuelvo a mirar en el espejo, mi nuevo atuendo no me quedo mal de todos modos; y al parecer es lo que debo usar para ser al menos una señorita.

Bajo las escaleras y tomo mi laptop; subo de nuevo y sigo pasando vía USB mis libros y mis canciones. Subo el volumen de mi canción preferida, la dejo en ese tono y empiezo a bailar.
Sé que estar sola no es lo más lindo del mundo, pero si eres como yo; estar sola ya es costumbre, tanto así que no te acuerdas que debes alimentar a tu mascota.
Bajé el volumen de mi reproductor al acordarme que debía servirle la comida a Paula. Dejé el plato a su lado y ví que ya esta despierta, le acaricié su cabezita y decidí volver arriba. Pero apenas pisé el primer escalón escuché un ruido que vinó del patio de atrás. No le presté atención y seguí. Pero en el último escalón el mismo ruido regresó.

Pedazos De LunaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora