Cap 4

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Esta vez no lo dejé pasar.
No estaba aterrada ni asustada, pensé que sería un animal por ahí haciendo de las suyas, o tal vez algunas aves se estaban posando sobre mi techo, o alguna rama gruesa cayó de arriba; que sé yo, es el campo, no creo en otras posibles respuestas.

...
Abrí el gran ventanal que dividía el patio con la sala y la desplazé hacia la izquierda. No había nada ni nadie. Salí un poco más y logre ver una luz pequeña que de a pocos se fue haciendo grande, entonces me fijo que es una linterna, ¿pero de quién es?
La recojí del cespét y es cuando alguien me habló:

-Hey! ¿Quién anda ahí?- fue la voz de un joven quien me alteró un momento.
-Ah, hola- me calmé al saber que era una persona- ¿Es tuya está linterna?- trato de fijarme con quien hablo.
-Así es- escucho sus pisadas.
-Pues... ten- reí un poco.
-Aquí estoy- habló por mi espalda e hizo que retrocediera y lo alumbrará con la linterna.
-Tranquila, no soy ladrón, ni nada- se tapó la cara por tanta luz.
-Es bueno saberlo- levanté una ceja- Toma- le lancé la linterna y la atrapó con firmeza.
-¿Quién eres?- preguntó.
-Em...creo que yo debería hacer esa pregunta, ¿no crees?- me justifiqué.
-Um...si, tienes razón.

Levanté mi ceja, y él entendió el mensaje.

-Soy Evan- extendió su mano, pero solo lo miré hasta que la estreché con rareza- Vivo en la casa de allá- alumbró con la linterna la casa de mis vecinos.
-Así que tú eres mi vecino- lo miré.
-Pues... así parece. Y...¿Cómo se llama mi vecina?-me miró con picardía.
-Soy Molly- lo miré.
-Vale. Y...¿Qué haces tan tarde afuera?
-Pregunto lo mismo- lo desafié.
-Tuché- me respondió.

Escuché a Paula ladrar frenéticamente por lo que pensé que mamá habría llegado, así que pregunté la hora:

-De casualidad, sabrás que hora es.
-Son las...-miró su reloj- las 9:30 p.m
-Gracias...-sonó como una pregunta, ¿entonces por qué Paula ladraría así? Obvié su comportamiento y seguí hablando con aquel desconocido de ojos negros y cabello castaño.

Nos sentamos en las escaleras cerca al ventanal y entablamos conversación.

-¿Desde cuando vives aquí?- cuestionó.
-Mis padres tienen distintos trabajos, mi madre es administradora de bienes raíces; y mi padre forma parte de la marina; por lo que tuvimos que separarnos, mi padre se quedó en la ciudad, mientras que mi madre y yo vinimos al campo. Una larga historia...- callé.

-Vale...
-¿Cuantos años tienes?- intervine, ya no quería hablar más del tema; y también porque no quería que se formará un silencio incómodo.

Dudó un momento y luego me contestó.

-Tengo 18, ¿y tú?
-Apunto de tener 16- soné elevada.
-Guau...- se hizo el gracioso.
-Aun soy joven, mientras que tú ya estas viejo- bromeé.
-Ni creas pequeñita- río.
-Oye...- le tiré con mi hombro en su hombro. Me devolvió el tiro y yo hize lo mismo, volvió a atacar y yo respondí; hasta que se cayó en la llerva y tuve que levantarlo. Pero al momento de ofrecerle mi mano, él me jalo y caí junto a él.

-¡Oye!-me quejé.
-¿Qué?- se hizo el gracioso.
-Nada señor soy muy divertido- mi sarcasmo atacó.
-Bueno, muchas gracias, señora soy la más linda.

Me sonrrojé pero él lo tomó natural...
Reímos y luego ví que ya era muy tarde.

-Un gusto en conocerte Evan.
-Igualmente Molly.

Estaba dispuesta a entrar, hasta que me pregunta de lejos.

-¿En que cole estudias?
-Estoy en la preparatoria, genius- reí.
-¿Cuál de todas?- insistió.
-Aquí solo hay una- le dije, entonces se quedó nulo y asintió.
-Ah... cierto, cierto- se rascó la nuca.
Volví a sonreír porque me estaba apuntando con su linterna, la cual nunca le pregunté porqué estaba en el gras.

-¡Nos vemos ahí el lunes!- fue lo último que dijo, y no sé porque hizo que mi corazón saltará de la nada. Subí la grada de madera y cerré mi ventanal.
Llegué a mi habitación y de pronto sentí correr el aire de afuera, me calmé un poco; pero estaba ardiendo. Mis mejillas estaban rosadas y mi estomágo estaba peor que un huaico.

Cerré mi ventana y deslicé la cortina. Miré mi celular, y vi que todo ya se había transferido, por lo que le quité el cable USB y lo dejé en mi cómoda. Apagué mi laptop y me cambié el pijama.
Cepillé mis dientes y bajé a ver a Paula.
La vi algo rara, parecía aterrada.

-¿Hey... qué pasa?- le pregunté, aunque es más que claro que no obtendría nada.
Se recostó en mis brazos y la llevé al sillón, apenas la dejé cerró sus ojitos y descanso.
Esto es raro, Paula jamás duerme mucho...

Prendí la televisión y le bajé el volumen. Miré de curiosidad al ventanal y estaba todo oscuro, la noche por fin había caído totalmente y mi sueño se estaba presentando.Era hora de dormir.

Apagué toodo y solo dejé la luz de la puerta encendida, por si mamá llegara; y luego subí a mi cama.

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