Castiel y su adicción

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 Últimamente las visitas de Nathaniel a la casa de Castiel eran prácticamente diarias. Hacía un par de días desde que el pelirrojo estaba actuando algo extraño y eso no había pasado desapercibido por el delegado. Había pasado concretamente tres días desde que eran ''novios'' oficialmente y Castiel no le había besado ni una sola vez más desde aquel día.

Nathaniel se sentía mal por ello, no sabía si había hecho algo y por ello él se había enfadado, aunque eso no explicaba nada. En el instituto su relación era similar a la anterior aunque seguía yendo a casa de Castiel, estudiaban y volvía a casa. Tenía que decírselo. Tenía que preguntarle que qué era lo que estaba pasando y eso hizo.

—Castiel..—dijo soltando el lápiz.

—¿Qué quieres? Tú mismo me dijiste que pusiera atención y no me distrajera.

—...—se quedó sin palabras, realmente había cambiado— ¿Qué...qué te pasa?

—¿A qué te refieres?

—Estás actuando raro últimamente—explicó—¿Ha pasado algo?

—No—musitó algo molesto.

—No me mientas, sé que está pasando algo y...—suspiró—no sé qué. Eso... eso me frusta mucho.

Castiel lo miró con atención.

—No sé de qué hablas.

—No mientas—dijo—¿Qué es lo que pasa?

—Nada, no seas pesado.

—Joder, Castiel. Yo... ya sabes...—musitó sonrojado—me preocupas.

—Estoy algo enfermo, por eso no te he besado. ¿Qué creías?

—Na-nada—mintió suspirando aliviado.

—¿Preferías que te contagiera? ¿Eh, rubia?

—Idiota—musitó.

—No te preocupes, también he tenido que aguantar las ganas—dijo acercando su nariz a la del rubio, este se acercó un poco y rozó sus labios con los del pelirrojo, luego se separó de él para continuar explicando el tema. Castiel no ponía demasiada atención, estaba ocupado pensando en ''otras cosas''.

—Nathaniel—él dejó de hablar sobre el tema para escucharle—¿Te ha hecho daño otra vez?

—Estoy bien—contestó.

—¿Seguro?

—Sí, n-no te preocupes por mí... ¿Qué hay de tus padres?

—De viaje. Se han llevado a Demonio con ellos por un mes, me jode mucho—contestó.

—¿Por qué se lo llevaron?

—Tienen que operarlo—musitó.

—Oh, esto... lo siento—respondió—Comprendo que lo eches de menos.

—Estoy cansado de estar solo...—dijo en un susurro.

—No estás solo—contestó Nathaniel—. Estoy contigo.

—Sí, pero no siempre.

—Pero sí la mayoría del tiempo.

—Quédate hoy a dormir—le pidió acercándose un poco a él.

—No puedo, mis padres y Ámber están en casa y...—Castiel bufó y lo interrumpió.

—Entonces me debes una noche.

Una NO historia de amor [Corazón de melón]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora