Capítulo 6:

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 Christie abrió la puerta del baño y Bernard entró, cerrando la puerta detrás de él, quería saber si Briley estaba bien, había visto lo que sucedió abajo.

— ¿Ella se encuentra bien? —Preguntó, se veía bastante preocupado. 

 En ese momento mientras Briley acomodaba su vestido, se fue hacia un lado, pero Christie detuvo su caída y la llevó hasta la encimera, lo último que quería era que Briley se lastimara, tenía que estar cerca de ella.

—Creo que eso responde a mi pregunta, vamos a llevarla a su habitación.


 Bernard y Christie llevaron a Briley a su habitación, asegurándose de que ella no se cayera por el camino, lograron llevarla a su dormitorio y la sentaron en la cama, necesitaban hacer que su ebriedad se calmara, Bernard revisó sus ojos, notando que tenía las pupilas dilatadas.


—Christie... No sólo está ebria, también drogada, tiene las pupilas dilatadas, pero lo que me pregunto es quien le dio drogas, ella no se droga.

— ¿Drogada? Demonios, esto es mucho peor de lo que pensé, abajo hay unos idiotas que trajeron éxtasis, probablemente uno de los caramelos que le obsequiaron a Briley tenía algo o su bebida, necesito encontrar a las chicas, quédate con ella, tengo que advertirles que no tomen nada, Briley tenía razón al decir que esto se saldría de control.

 Antes de que Bernard pudiese decir algo, Christie abandonó la habitación para buscar a las chicas, ahora estaban los dos solos en una habitación, pero Bernard no era esa clase de chicos que se aprovechan de las chicas en ese estado, así que se sentó al lado de Briley y ésta recostó la cabeza de su hombro, diciendo algo que él no logro entender, así que le pidió que lo repitiera.


—Quiero comer.

—No creo que aquí tengas comida, así que tendrás que venir conmigo a la cocina.


 Bernard hizo su mejor esfuerzo por llevar a Briley escaleras abajo, pero era difícil, la casa estaba llena de personas, así que la cargó y la llevó hasta la cocina, ayudándola a sentarse en una silla, fue a revisar la nevera y no había absolutamente nada, las personas de la fiesta se estaban comiendo todo, sólo había leche y cereal en un gabinete, así que lleno un tazón con algo de cereal y después añadió leche, tomó una cuchara y puso el tazón de cereal en frente de Briley para que ella comiera, pero lo más probable era que ella podría derramar todo, así que procedió a darle el cereal en la boca, algo que Briley no habría aprobado estando sobria, no era fácil darle comida, pero lo estaba logrando. Christie regresó con las chicas y se rieron al ver a Bernard alimentando a Briley, ésta reaccionó y les mostró el dedo corazón antes de seguir comiendo, comer le estaba ayudando un poco. Cuando se terminó el plato, se levantó, casi cayéndose.


—Mis tomates... ¿Dónde están? —Dijo al abrir la nevera y ver que no había nada. 

—Alguien los tomó para una pelea de tomates en el patio, quise detenerlos, pero no pude... —Dijo Laurie.

— ¿Ah sí?

Briley se salió de la cocina antes de que todos pudieran decir algo, Christie corrió después de ella, y la siguió hacia el sótano, Briley tomó una pala de metal y a toda velocidad dejó el sótano y fue al patio, miró a su alrededor y logró ver a un chico arrojando tomates, sin pensarlo se aproximó hacia ellos, un chico rubio se acercó a ella con dos tomates en la mano.

— ¿Qué? ¿En serio crees que puedes pegarnos a todos con esa pala?

—El simple hecho de que yo esté un poco ebria no quiere decir que soy incapaz de golpearlos a todos.

 Cuando levantó la pala para golpear a los chicos, Christie la agarró fuerte y la jaló hacia atrás, Briley intentó soltarse y lo logró, corrió hacia una cerca de madera, Christie la siguió y más atrás venían Dorothy, Laurie, Jeanine y Bernard, él le quitó la pala, pero no pudo agarrarla, pues, Briley saltó la cerca y entró al patio del vecino, un perro grande la siguió y la hizo caer, esto fue suficiente para asustarla. Se levantó y cuando iba a correr, el perro la hizo caer de nuevo, las chicas escucharon sus gritos y Christie fue la única que se atrevió a saltar la cerca y ayudó a Briley a levantarse, afortunadamente el perro no la mordió, de haberla mordido habría sido una herida grave ya que el perro era grande, Christie después de asegurarse de que su amiga estaba bien, abrió la cerca lo suficiente para que el perro hiciera correr a los chicos que estaban tirando tomates en las paredes de la casa de Briley, y ellos no dudaron en correr, el animal iba detrás de ellos ladrando y ahora que el perro estaba distraído siguiendo a los chicos, Briley y Christie pudieron volver a la casa, Bernard se aseguró de guardar la pala antes de que Briley lastimara a alguien por error. Christie y Briley regresaron al interior de la casa y se sentaron en un sofá vacío, cuando Bernard se acercó, Christie sonrió y utilizó como excusa que iba a buscar agua y le guiñó el ojo a Bernard para que se sentara con Briley, después se fue y se fue hacia las escaleras para observarlos de lejos.


— Te ves mejor ahora, hace algunos minutos ni siquiera podías mantenerte de pie sin tambalearte. —Bernard rió un poco y Briley le dio un manotazo. 

—No quería ponerme ebria... Mañana estaré horrible, qué suerte que no tengo que ir al trabajo. 

—Yo tampoco, ni a la universidad.

—No sabía que trabajabas, ¿en qué trabajas?

—En la jugueteria de mi padre, pero sólo los fines de semana. Oí que también trabajas.

—Genial, yo trabajo en una repostería, deberías visitarme un día y te regalo pastel, galletas o cupcakes, lo que quieras. 

—Tomaré eso en cuenta, pero por ahora me gustaría quedarme contigo aquí en el sofá. 


 Briley aisntió y sonrió. Christie los estaba observando, pero debido a la música no escuchaba lo que decían, sólo sabía que coqueteaban. Un chico pelirrojo se paró junto a Christie y la asustó al tocar su hombro, pero cuando ella lo vio, lo abrazó. 


— ¡Elvin! Pensé que ya no vendrías.

—Pues, aquí estoy. —Dijo y la abrazó de vuelta. — Oye, quiero bailar, pero con una chica que no sea ni Briley, ni Dorothy o Laurie.

—Bueno, hay alguien que gusta mucho de ti, está justo allí, ve y baila con ella. —Christie dijo y apuntó a Jeanine discretamente con el dedo.

—¿Es en serio? De tantas chicas lindas que hay, elegiste a la peor de todas, preferiría quedarme de pie que bailar con esa chica con poco cerebro.

—Sólo hazlo, no vas a arrepentirte, además, si lo haces, haré lo que tú quieras.

—Lo que yo quiera... Eso me agrada, ahora debo ir a bailar con una chica hueca, quiero decir, guapa... 


 Elvin se dirigió hacia Jeanine y ella al verlo sonrió y lo saludó, él la saludó y sacó su mejor sonrisa, Christie los observó y sonrió cuando empezaron a bailar, luego miró a Bernard y a Briley, ambos conversaban y se levantaron, yendo hacia el patio, Christie decidió dejarlos en lo suyo, tal vez necesitarían privacidad.

Un sábado en casaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora