Entro en el local con Joan, los dos arreglados, con polo y vaqueros. Nos sentamos en la barra y pedimos dos botellines, y entonces Joan de repente me mira seriamente y me dice:
-Joder Carlos, ¿a tus 19 años de edad y todavía sin novia? Me parece increible.
-Ya te lo he dicho muchas veces, no necesito depender de una chica para ser feliz.
-Si jajaja, eso mismo decías a los dieciseis.
-Vale vale, tienes razón, ¿vale? Soy un inútil con las chicas, ¿contento?¿era eso lo que querías oir? Pues ya está.
-No digas eso anda, venga acabate el botellín y nos vamos a otro bar.
-Espera, tengo que ir al baño.
Me levanté de la silla y me dirigí directo al baño, cuando de repente me choque con una chica que llevaba un libro y una flor en las manos y se les callo al suelo. Me di cuenta de lo guapa que era, con ojos azules y rubia. Pero en ese momento me di cuenta de que estaba llorando.
-¿Estas bien?- pregunté educadamente.
-Si si, lo siento es que soy muy torpe.
-Y si estas bien, ¿por qué lloras?
-Ah, perdona, es lo que pasa cuando tu "novio" te deja plantada por tercera vez, pero tranquilo ya me se esta historia. Mañana le llamaré y no me lo cojerá, hasta que dentro de una semana me venga con que me quiere mucho, y como yo soy tonta pues le perdonaré, como siempre.
Rompió de nuevo a llorar y yo me sentí muy mal, así que la intenté consolar pero me dijo que tenía prisa. Se fue por la puerta dejando caer su preciosa rosa. Yo me quedé mirandola con la rosa en la mano y de repente me giré hacia Joan, el cual ya estaba borracho.
-Nos vamos a casa- le dije.
-¿ya?, pero si todavía no hemos ido a la discoteca.
No le respondí, pero tuvo que venir conmigo por que habíamos venido en mi coche. Nos montamos y nos mantuvimos callados todo el camino.