Salí de la ducha con el albornoz puesto y empezé a prepararme para salir con Joan, porque aunque le dije que no me apetecía mucho, en el fondo me moría de ganas de ir otra vez a aquel bar y ver a esa chica de dulce mirada. Tardé diez minutos en decidir qué me ponía pero al final Joan me metió prisa y yo tuve que decidir muy rápido para que me diera tiempo a peinarme.
Fuimos en mi coche, de nuevo, ya que el de Joan estaba en el taller por que se le rompió un LED. Al llegar al bar no estaba la chica, así que decidimos esperar sentados en la barra.
-Qué arreglado vas, ¿no?- preguntó Joan mirandome con una sonrisa maliciosa.
-¿tú crees?
-Sí, ¿no será por la chica esa, no?
-¡No digas tonterías!
-No digo tonterías, solo la verdad.
-Me he arreglado igual que siempre.
Para no seguir discutiendo con Joan le pregunté qué tal su hermana, puesto que acababa de tener a un bebe.
-¿Qué tal tu hermana?
-Bien, ya les han dado el alta así que estan en su casa.
-Me alegro mucho.
Después de eso nos mantuvimos en silencio.
Ya llevabamos dos horas esperando a ver si aparecía aquella hermosa chica, pero después de un tiempo decidimos volver a casa.
Nos dirigíamos a la puerta un poco decepcionados, cuando de repente la vimos entrar. Llevaba un vestido rojo y unos tacones impresionantes. En ese momento me puse muy nervioso por lo guapa que iba.
