CAPÍTULO 5

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—¿Quieres algo de beber? —pregunta levantándose de la cama. Hace una mueca de dolor por el brusco movimiento. Se encamina hacia la encimera de mármol y saca una botella con líquido transparente.
—No, gracias.—respondo mirándo a otra parte. Acaban de intentar matarle, bueno matarnos, y ¿quiere alcohol?Necesito que esté en plena forma para que me explique lo que está sucediendo y no pienso dejar que se emborrache así como así. Está claro que no se toma las cosas enserio. —Podrías empezar a...— pero antes de que acabe la frase me interrumpe.
—¿Por qué narices eres tan impaciente? No has parado de hacer preguntas desde que nos conocimos.- refunfuña y pega un trago al líquido transparente. Mi paciencia se esfuma poco a poco y no aguanto la pasividad que tiene ante todo.

—¡Te acaban de disparar! ¡¿es que eso no significa nada para tí?!—grito poniéndome de pie. Veo como se pasa la mano por el pelo y entonces sé que esta nervioso, que algo le preocupa. Es un gesto que me he permitido el lujo de observar. Vuelve a beber de la botella y esta vez pega un trago demasiado largo.
—¡Claro que sí! No entiendo como los saltadores oscuros han dado con nosotros...—grita clavando la mirada en el suelo y deja la botella sobre la mesa, el ruido que provoca hace que me recorra un escalofrío por todo el cuerpo y una parte de mí sabe que es peligroso. Pero aun así me quedo inmóvil.

—¿Saltadores oscuros?—pregunto mirándole a los ojos. Sus mejillas empiezan a ponerse rojas debido al alcohol.
—Sí, digamos que ellos son los malos, los que te quieren muerta. Tienen el mismo don que tú y yo, pero ellos lo usan para cambiar la historia y evitar que los grandes acontecimientos del pasado ocurran.
—¿Y que tiene eso que ver conmigo?
—Aún no lo sé, ese es el problema. Solo sé que tengo órdenes estrictas de mantenerte con vida, nada más. —dice pásandose de nuevo la mano por el pelo.
—Antes has dicho que no sabes cómo han dado con nosotros, pero me dijiste que al dar mi primer salto me localizarían en cualquier sitio, ¡no podré estar a salvo en ninguna parte del planeta! —grito y sofoco el llanto que me oprimía las cuerdas vocales.
—Bueno eso no es del todo cierto... —dice y sus ojos verdes me miran directamente, echan chispas de impotencia.
No consigo aguntarle la mirada y la dirijo a mis pies. La sensación que me produce estar ante su presencia me saca de mis casillas.                  —Escucha, existen unos manuscritos muy antiguos. En ellos se afirma que los dos últimos saltadores están destinados a protegerse además de un montón de palabrerías. Esto significa que cuando los dos estamos lo suficientemente cerca les es imposible localizarnos, desaparecemos de el mapa. Por eso no sé como han dado con nosotros, estábamos a dos pasos el uno del otro, quizá solo pasasen por tu calle para ver si podían cazarte. Sí.. probablemente fuese eso...—se deja caer sobre el sofá con la cabeza entre las manos y refunfuña un par de tacos que me son imposibles de descifrar.

Ha dicho que mi nombre estaba escrito en unos documentos desde hace siglos, cómo narices puede ser eso. Y lo peor de todo, tendré que mantenerme a su lado para evitar ser asesinada, genial. No sé que decir.
—Puedes dormir en mi cama—dice al fin—yo dormiré en el sofa, mañana te dejaré en casa. Mandaré a un par de guardias a que vigilen el perímetro.— su tono es bajo y noto como tiembla levemente y sé que el líquido transparente empieza a surtir efecto en él. —Puedes cambiarte aquí, no miraré.—dice tapándose los ojos con las manos y su tono se vuelve juguetón de repente.
—Prefiero cambiarme en el baño, gracias.
—Esta bien—dice echándo las manos al aire.
Al salir del baño con una camiseta de tirantes blanca y los pantaloncitos me arrepiento al instante de no haberme traido algo que pudiese cubrir mas mis curvas. Alexander me mira y puedo ver como sus ojos se mueven arriba y a bajo, recorriendome con la mirada, está claro que está borracho.
—Te traeré sábanas limpias— dice con un hilo de voz. Se levanta y abre un armario. Al instante caen unas fotografías de la zona alta del mueble. Son suyas pero aparece alguien más, mi madre. Mi madre y él sonriendo.

Antes de poder asegurarme de lo que veo, él se percata y me mira con los ojos muy abiertos. De repente da una zancada hacia mí y planta sus labios sobre los míos en una fracción de segundo, intento resistirme, pero él me agarra fuerte de la cintura y pega mi cuerpo contra el suyo. Tras unos segundos de forcejeo dejo que me bese y mi mente se nubla y todos mis pensamientos se disuelven. Saboreo el alcohol en sus labios y su lengua choca con la mía.
Me abraza más fuerte contra él y yo junto las manos sobre su pecho sin a penas espacio ni aliento para continuar besánsolo. Me aparto entre jadeos y el me mira con una expresión que me es imposible descifrar. Me aparta cuidadosamente los mechones que me caen por la cara y los mete detras de mis orejas. ¿Qué demonios acaba de pasar?

TEMPUS FUGIT (parada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora