CAPÍTULO 6

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—¡Aparta!— grito con todas mis fuerzas, ¿qué se ha creido?. Doy unos cuantos pasos hacia atrás intentando dejar el máximo espacio posible entre nosotros. Me mira desconcertado y no puedo evitar pensar que esto que acaba de pasar le sucederá a menudo con sus visitas femeninas.
—Cálmate Sam, solo ha sido un beso sin importancia.— dice sonriendo. Por alguna razón me molesta lo que ha dicho y siento como mis mejillas se sonrojan. Me vuelvo para que no pueda ver mi humillación y él comienza a reirse. Parece que la situación le divierte.
—No te rias de mí— digo y me giro de nuevo para ver su cara. Su sonrisa se amplia y da un paso hacia mí. Contengo la respiración sin darme cuenta.
—Adorable— dice y se muerde la comisura de los labios. Maldigo para mis adentros por haber dejado que me lleve a su piso, pero por otra parte no tenía otra opción. En ese instante suena mi móvil y la pantalla se ilumina con el nombre de Bridget. Me había olvidado por completo de la fiesta.
—¿Brid?—contesto y noto como la voz me tiembla después de lo sucedido. Alexander me mira desde todo lo alto que es y su expresión se torna interrogante.
—No...eh hola soy Marcus Tanner.— responde y al instante sé que algo va mal. Brid había invitado a su fiesta  a los dos chicos más populares del colegio y uno de ellos era Marcus, pero no tiene tanta confianza con él cómo para que la coja el móvil.

—Hola Marcus, ¿ha pasado algo?— mi voz suena alarmante pero me contengo todo lo que puedo.
—Eh si... tu amiga... es decir Bridget está incosciente en el salón, no sé cómo ha pasado, se fue dos segundos a pedir limón a su vecina para los tequilas y cuando volvió su cabeza sangraba, según abrió la puerta se desplomó. Hemos llamado a una ambulancia, están de camino. Sus padres no contestan. ¿Puedes venir?.

Me quedo paralizada sin moverme del sitio, incapaz de creerme sus palabras. Alexander se percata de mi expresión de horror y alza las cejas en señal de desconcierto.
—Voy para ya, estaré en cinco minutos.—Cuelgo y cojo corriendo una sudadera fina de mi bolsa de deporte y me la coloco para no salir a la calle en tirantes.
—¿Qué haces?— pregunta y sus comisuras de los labios se abren para decir algo más pero nada sale de su boca.

—Bridget ha tenido un accidente tengo que irme, puedes quedarte, cogeré un taxi.— mi voz suena más autoritaria de lo normal y me sorprendo a mí misma abriendo la puerta sin esperar a que responda.
—Espera, no hace falta que cojas un taxi, voy contigo.— sus ojos se vuelven oscuros de repente y su expresión es demasiado seria. Una parte de mí se había engañado pensando que su lado cruel saldría de él para impedirme que fuese a por mi amiga, pero está siendo... comprensivo, por llamarlo de alguna forma.
Ambos salimos del edificio y entramos en su jaguar negro. A penas se deja ver la luna por los nubarrones que se aproximan.
Miro el móvil para ver si han vuelto a llamar, pero nada. Empiezo a ponerme nerviosa y no consigo evitar que las manos me tiemblen.
—¿Estás bien?— pregunta con la mirada fija en la carretera. Su cuerpo está tensionado y sus brazos agarran fuerte el volante, cómo si algo le preocupara.
—No—respondo y es la verdad.
—¿Sabes si la han atacado o algo?
—No lo sé, tenía un golpe fuerte en la cabeza cuando entró y se desmayó, quizás solo tropezó con algo... no-no lo sé...— tartamudeo. Noto como mis ojos se humedecen y miro por la ventana para evitar que me vea. ¡Maldita sea! ¿es que nada puede salir bien?
Pero entonces me vienen a la cabeza las fotografías que cayeron al suelo en su piso, mi madre estaba en ellas, estoy segura y ¡su táctica para distraerme fue besarme! qué idiota he sido.
Decido olvidar por un momento las fotos y centrarme en Bridget, si alguien la ha atacado, ¿que motivos tendría? Brid no tiene enemigos... aunque ahora yo sí.
Le indico la dirección y en menos de cinco minutos llegamos a la casa. No se ve la ambulancia por ningún sitio y en cuanto aparcamos salgo disparada hacia la puerta, llamo al timbre repetidas veces.
Marcus me abre y me dedica una sonrisa lastimera.
—Hola Sam. Brid está en su cama, parece que está mejor, nos ha convencido para anular la llamada de la ambulancia... ya sabes es un poco testaruda.— dice y noto como se sonroja al decir esas últimas palabras.

Alexander aparece detrás mio y Marcus le mira con los ojos muy abiertos.
—Eh... este es Alexander, un amigo.—digo entrando en la casa, Marcus asiente sin decir nada y nos indica que pasemos.
Noto la presión en la cara  y siento como aumenta el calor en todo mi cuerpo. Estoy cabreada con él por haberme ocultado las fotos, pero por otra parte el hecho de que me acompañara hasta aquí... me desconcierta.
En el salón cuento a unas diez personas que ni si quiera conozco. La mayoría están callados o susurran entre ellos, Marcus nos dice que va a preparar un par de paños con hielo para el dolor de cabeza de Brid y nos indica que subamos mientras tanto. Alexander no dice nada y se encamina junto a mi hacia la escalera.
Cuando entramos en la habitación Bridget está con los ojos cerrados, tiene una brecha no demasiado profunda encima de la ceja y el ojo está empezando a ponersele morado. No puedo evitar ahogar un grito de espanto y ella se levanta sobresaltada.

—¡Sam! Has venido—dice a apenas sin fuerza en las cuerdas vocales. Su mirada se posa en Alexander y abre los ojos como platos. Sonrío para mis adentros  al ver que sigue siendo la misma y la abrazo con todas mis fuerzas.
—¿Cómo estás? ¿Necesitas que te subamos algo? Marcus está preparando hielo para tu cabeza, está siendo muy amable.—digo y la aparto los mechones de la cara con cuidado de no tocar la herida.
—Estoy perfectamente, no sé qué ha podido pasar—dice llevandose la mano a la cabeza y me dedica  una sonrisa, pero sé que está nerviosa por algo, lo noto.
—Te llevaremos al hospital—digo sin pensar y lanzo una mirada a Alexander– Tiene que verte un médico.

—¡No! De verdad Sam, estoy bien. ¿Por qué no dejas de preocuparte y me presentas a tu amigo?—pregunta y sé que está intentando desviar mi atención a otra parte que no sea ella, pero yo me sonrojo  y maldigo para mis adentros por hacerlo.
Alexander está apoyado en la pared con las manos metidas en los bolsillos y un mechón de pelo le cae sobre la frente. Siento la necesidad de apartárselo, pero no lo hago, no soy nadie para hacerlo.
—¡Soy Bridget! Siempre es un placer conocer a los amigos de Sam.—dice poniendo su mejor sonrisa,  la doy un codazo para evitar que siga hablando y ella suelta una risita nerviosa.
—Alexander—dice y a penas se mueve de la misma posición. Nuestras miradas se cruzan un segundo pero él la a parta en dirección al suelo. Sé que la situación le incomoda pero él se ha ofrecido a venir.
—¿Por qué no nos cuentas lo que ha pasado Brid?—Pregunto con delicadeza.
—Está bien, está bien—obedece lanzando una mirada curiosa a Alexander y se sienta en la cama. —me marché de casa un momento a por limones, ya sabes que la señora Gilbert siempre tiene de todo. Cuando salí de su jardín con la bolsa llena, me giré para cerrar su valla pero al darme la vuelta algo me golpeó y después todo se volvió muy negro y solo sé que llegué a casa y me desmayé delante de Marcus. Creo que ya no hay posibilidades de que pueda gustarle ni un poquito— dice suspirando.

—Oh vamos Brid, claro que le gustas, ¡solo con oir tu nombre su voz tiembla, hazme caso!, pero ahora no pienses en él, ¿no sabes si alguien te golpeó? Podemos poner una denuncia.
—No lo sé, ¡todo está tan confuso! Solo recuerdo un cuerpo borroso vestido de negro como si fuera un fantasma o algo así, pero no estoy segura, en ese momento creo que deliraba.
—¿Vestido de negro?—ambas nos giramos al escuchar su voz.
—eh si... pero estaba alucinando no me hagas caso.— observo como su mándibula se tensiona y cierra los puños, los nudillos empiezan a ponersele muy blancos cuando por fin habla.
—Tengo que irme. Nos vemos pronto Sam—sale de la habitación sin mirar atrás y mi instinto me dice que no irá a casa esta noche.
Sin darme cuenta sumo dos mas dos y caigo en la cuenta de que los hombres que nos dispararon vestían túnicas negras. No puede ser, no han podido ser ellos. ¿o sí?.

TEMPUS FUGIT (parada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora