Capítulo 5: Noticias, amigos y venganzas.

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Una noticia detestable me esperaba en casa, lo presentía. Clane nota mi cambio de humor, porque ya casi llegamos a casa.

-- ¿Por qué esa cara, Liz? me pregunta serio.

-- Tengo un mal presentimiento, sé que es algo muy malo y que me espera en casa. - respondo cruzada de brazos.

-- ¿Qué es lo peor que puede pasar? ¿Algo como que ella se aferre de nuevo a la iglesia y te ruegue por ir siempre? - dice riendo, arqueando una ceja - Eso no sucederá, linda, es imposible, no ha de ser muy malo.

-- Tienes razón, no puede ser peor que eso. - le digo, y luego le doy un codazo.

-- ¡¿A qué viene eso?! - reclama, frotándose el costado.

-- No me llames "linda". - le digo seria.

Él me observa con la misma seriedad hasta que no puedo contener una sonrisa.

-- Sonreíste, eso quiere decir que tu queja queda automáticamente eliminada. - dice juguetón.

-- Sí, claro, cómo no.

Al terminar de decir esto, noto que ya llegamos a nuestra parada.

-- Adiós, Martín, nos vemos la siguiente semana. - digo antes de bajar.

-- Nos vemos luego, Lisandra, no armes partidos políticos, ¿está bien? - se despide él.

-- Adiós, Martín. - se despide Clane.

-- Hasta luego, amigo. Espero que te armes de valor uno de estos días. - le dice Martín, guiñándole.

-- ¿A qué te refieres? - pregunto yo, pero los dos callan. Al no conseguir respuesta decido que no es algo importante - Bueno no me digan, y, ¡No soy Lisandra! Me llamo Liz Sara. - reclamo por última vez antes de ver la puerta del bus cerrarse, junto con la sonrisa divertida de nuestro conductor.

Clane y yo caminamos lentamente de camino a casa, pateamos algunas rocas y basura tirada en el suelo, todo lo que se nos cruce en frente.

Al llegar a nuestras casas me pongo nerviosa de nuevo, no quiero entrar allí para dar con la mala noticia.

-- ¿Me invitas a hacer las tareas en tu casa? - pregunta él.

-- Clane, eres el mejor amigo que pueda existir en el mundo, entra. - le digo feliz, sabiendo que al menos mi mejor amigo estará para apoyarme.

Entramos en la casa como si nada, espero que este presentimiento sea solo una ilusión.

-- ¡Mamá, ya llegué! ¡Clane y yo haremos las tareas arriba! - grito intentando correr directamente a mi habitación, pero...

-- ¡No, Liz! Ven un momento, por favor. - dice mamá desde la sala.

-- ¡Te lo dije! - exclamo asustada, dirigiéndome a Clane.

Para intentar tranquilizarme, él me pasa la mano por la espalda a modo de consuelo, pero es inevitable, el "algo malo" está a punto de suceder.

Caminamos a paso de condenados hasta la sala y allí nos esperan: mi madre, la madre de Clane y... la madre de José Miguel. Oh, no. Esto no es bueno, no es nada bueno.

-- Siéntense allí, tenemos algo muy importante que decirles. - anuncia mamá.

Nos sentamos en el sofá que queda justo en frente de las tres mujeres.

-- ¿Qué quieren decirnos? - pregunto molesta de repente.

-- Liz, estuve pensándolo mucho, y lo mejor será que regresemos a la iglesia. - dice con tono serio.

EL HIJO DEL PASTOR (N.C.)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora