Capítulo 9: LAS RAZONES POR LAS CUALES NO VEO PELÍCULAS

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Me quedo parada en el mismo lugar donde él me dejó, sin poder moverme aunque ya se haya ido. Contemplo su espalda alejándose de mi vista y ni siquiera noto cuándo llegó Clane a taparme la vista.

-- ¿Liz? - pregunta parándose frente a mí - ¿Estás bien?

No, por supuesto que no estoy bien.

-- Claro, ¿Por qué no estarlo? - no voy a contárselo, aún no.

-- Luces totalmente perdida, ni siquiera estás mirándome. - al escuchar eso parpadeo varias veces y salgo del transe en el que me dejó José Miguel.

-- ¿Vamos a clase? Creo que se nos hará tarde. - digo mirándole esta vez.

-- Está bien, pero sigo pensando que algo malo te sucede. - comenzamos nuestro recorrido por los pasillos hasta la entrada de nuestra aula.

Todas las clases siento que no estoy presente, como si me encontrara perdida entre un sueño y pensamiento extraño. ¿Hablaba en serio Miguel cuando dijo que le gustaba? No, por supuesto que eso no era en serio. Solo se está burlando de mí por completo, quiere envolverme en su juego para poder burlarse después.

Por favor no, él es bastante guapo para ser verdad, bastante lindo como para que se haya interesado en mí, solamente quiere entretenerse haciéndome creer que le gusto, jugar con mis sentimientos.

Sin embargo, aún sabiendo que lo que me dijo no tiene nada de realidad, todavía mi corazón da revoloteos emocionados por lo que escuché, mi mente repite una y otra vez las palabras que los labios de José pronunciaron, parecían tan reales y serias. La imagen de sus labios acercándose a los míos hace que mi respiración se entrecorte y mi estómago de vueltas.

El timbre de receso me despierta de la ensoñación, todos salen del aula, pero yo no me muevo. Simplemente no puedo.

-- Liz, ahora sí debes decirme qué es lo que te pasa. - exige Clane, parándose frente a mí.

-- ¿Prometes no burlarte? - cuestiono. Es algo esencial.

-- Claro, eres mi mejor amiga, no lo haría. - asegura, con una mano en el pecho, a modo de juramento.

-- ¿Y si te dijera que José Miguel se me confesó, me creerías? - pregunto, cubriéndome el rostro con ambas manos.

-- No, en absoluto. - por la seriedad en su respuesta noto que no está burlándose, sino que en serio no creería algo como eso.

-- Eres el peor amigo del mundo. - digo molesta, poniéndome de pie y empujando a Clane al pasar.

-- ¡Liz! - oigo que me llama él. No volteo, solo sigo mi camino hacia el patio central.

¿En serio estoy tan mal? Sé que no me arreglo mucho y que a veces no actúo como toda una dama, pero no es para tanto, no soy ni la más bella ni la más fea, ni la más agraciada y todo eso, pero creo que no es tan imposible que un muchacho como José Miguel se interese en mí.

Él fácilmente podría haber dicho la verdad, puedo demostrarle a Clane que José está interesado en mí. Puedo demostrárselo a todos.

Al llegar al patio veo a todos en sus actividades de siempre, pero en este momento solo quiero ver un rostro. Busco el cabello rubio de José entre las personas que pasan a mi alrededor. Ojalá no lo hubiera hecho.

Él está allí parado junto a su novia, la rubia, muy pegada a él, se nota que no han terminado ni nada por el estilo. El corazón se me parte en mil pedazos, ¿Cómo lo creí? Siento como si mis piernas de pronto ya no pudieran sostener mi peso y estuviera a punto de caer.

Unos brazos me sostienen por la espalda justo antes de caer.

-- Tranquila, no te merece. - me consuela la voz de quien estuvo a mi lado durante los últimos 11 años.

EL HIJO DEL PASTOR (N.C.)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora