Capítulo 8: ¿QUIERES GUERRA?, PUES TOMA TU GUERRA.

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Todo estaba comenzando a salir mal, mamá comenzaba a insistir para que asistamos más seguido a la iglesia, los exámenes me estaban dejando casi muerta, y, para colmo, tenía que ver todos los días al idiota de José Miguel al entrar y salir de casa.

Lo detesto tanto...

Pero hoy, hoy en serio creo que las cosas pueden llegar a ser peores.

La mañana está fría y nublada, pronto comenzará el invierno, y por aquí suele hacer demasiado frío en esta época del año. Clane me esperó como suele hacer para ir a la parada del autobús, rutina de todos los días.

Vamos inmersos en nuestra conversación hasta que nos interrumpe el sonido de un claxon. Al voltear a ver nos topamos con el hermoso carro de los Zamolano que se detiene a nuestra altura.

-- Buen día, jovencitos, ¿Quieren que los lleve? - saluda el señor Zamolano.

-- Buen día. - decimos ambos al mismo tiempo - Estamos bien, iremos a la parada del autobús. - me adelanto antes de que Clane quede convencido.

-- Vamos al mismo lugar y todavía queda espacio atrás, anímense. - dice el señor, con una sonrisa en el rostro.

Es cuando Clane y yo miramos a la parte trasera del auto, donde está Miguel, mirando a su padre con una expresión totalmente enfadada.

-- Bueno, si usted insiste. - dice Clane, entrando confiadamente en el auto.

Yo le golpeo con el codo disimuladamente, lo que hace que Clane retroceda levemente.

-- No quiero pagar el autobús solo por hoy, es gratis, por favor. - susurra en mi oído.

-- Solo por hoy. - condiciono entrando al automóvil, sin recordar que Miguel iba ahí, lo que provoca que al entrar por poco choco de cara contra él.

-- ¿Podrías tener más cuidado? - reclama Miguel, ante mi manera de ingresar de golpe.

-- Oh, discúlpeme, reina del drama, casi le rompo su preciosa y valiosa nariz con mi duro cráneo. - le contesto con mi tono irónico favorito.

Su padre ríe un poco, al igual que Clane. Al acomodarme empujo levemente el costado de Miguel, él demuestra su incomodidad con la mirada y devuelve el golpe con más fuerza.

Ahora sí que ya no lo soporto más.

Ha estado molestándome todos los días con sus estúpidas indirectas y su mirada despectiva, este definitivamente es el peor ejemplo de "hijo de pastor" que he conocido.

El padre de José Miguel se esfuerza por sacarnos de la zona incómoda haciéndonos preguntas casuales sobre la escuela y los exámenes, pero nada resolverá el gran conflicto que se ha creado entre él y yo. Si así serán las cosas, estoy preparada para lo que venga. Esto es guerra.

El resto del camino me quedo pensando en dos opciones que me gustaría hacer con José; asesinarlo y enterrarlo en la cancha de fútbol, luego ir a su funeral y hacer como si nada sucedió, o golpearlo tanto hasta que quede en coma y luego me tema como al mismísimo demonio. Ambas opciones son buenas, yo creo que Clane me ayudaría si tuviera que enterrarlo y necesitara de su ayuda para cargar su cuerpo, esa es una gran opción, será difícil de decidir.

No es lo mío planear ataques violentos de gran conflicto que incluyan asesinatos, pero realmente Miguel me inspira a sacar mis peores sentimientos a flote. Me encantaría ver su fino rostro junto a mi puño, tornando de un tono más rosáceo sus mejillas suaves y delicadas... que sus ojos conquistadores se vean envueltos en un ligero tono morado a su alrededor...

Espera, ¿Qué?

No. No. No.

Yo no estoy alagando al idiota de mi vecino. Para nada. No es que su belleza superficial me enamore ni nada por el estilo. No.

-- Bueno muchachos, ya llegamos. - anuncia el señor Zamolano.

-- Gracias por habernos traído. - dice Clane al bajar.

-- Ha sido todo un placer, muchachos, cuando quieran los puedo traer, salimos casi a la misma hora y no me molestaría llevarlos cuando lo necesiten.

-- Gracias, señor, pero estaremos bien, sabemos manejarnos solos por las calles, además, se trata de tomar el autobús nada más. - me apresuro en contestar, deslizándome fuera del auto.

-- Papá, con eso fue suficiente. - dice Miguel, totalmente enfadado.

"Opino lo mismo, fue suficiente", contesto mentalmente. Como si él lo hubiera pasado peor que yo.

-- Deberías aprender a hacer amigos. - responde su padre, un poco serio.

-- Como digas, papá.

Él baja por la otra puerta y espera que el auto se mueva. Clane y yo comenzamos a caminar, nos dejó en plena puerta de la escuela, eso es bueno, caminaré menos por hoy.

Santiago, uno de nuestro compañeros de curso hala del brazo a Clane, llevándoselo lejos de mí entre juego y juego.

Al caminar un poco más siento de repente un brazo al rededor de mi cintura y mi primera reacción es tirar un fuerte golpe a las costillas de quien sea que me esté tocando. Detesto que me abracen sin mi previo consentimiento, cosa que no suele ocurrir con frecuencia.

Para mi sorpresa, la persona no hace ni el mínimo ademán de dolor que esperaba, más bien suelta una risa en forma burlona, volteo para ver quién es, y me encuentro con la persona que menos esperaba ver. José Miguel.

-- ¿Se puede saber por qué demonios me tocas? - pregunto casi gritando, intentando salir de su agarre, pero se me es complicado ya que él es evidentemente más fuerte que yo.

-- Lo hago porque me gustas. - dice haciendo que me acerque más a él.

-- ¿Qué acaso enloqueciste? Se supone que tú y yo nos odiamos, ¿lo olvidas?

-- Solo cuando te pienso de una manera diferente. - me susurra al oído. Otra vez doy un tirón pero él no me suelta.

-- ¡Ya déjame! - le grito, esta vez verdaderamente enojada.

-- Eres más tonta de lo que creí. ¿Porqué crees que te molesto tanto? Me gustas, idiota.

-- Primero, no me llames así, pedazo de animal semi desarrollado que tiene desventajas evolutivas. Segundo, si crees que voy a caer en esta ridícula clase de juego tan estúpido, estás muy equivocado, yo no te creería, animal, ni aunque fueras la única persona en la Tierra.

-- Está bien. - dice con frialdad, soltándome al fin. Comienzo a caminar de nuevo, dándole la espalda, pero su mano me tira del brazo y quedo mirándole a la cara. - Espero que tengas en cuenta lo que te dije, yo no sigo a las mujeres porque sí, pero te estoy siguiendo a ti. Toma una decisión pronto, esperaré una semana para que me digas que sientes lo mismo, o si no, esto será difícil, una guerra que yo nunca pierdo. - a cada palabra que dice se acerca más y más a mí, hasta quedar a tan solo milímetros de mi rostro.

-- Estás loco. - susurro nerviosa, intentando sonar enfadada.

-- Sí, puede ser. Estoy loco, pero por ti.

Siento cómo por un segundo cierra el espacio entre nosotros, pero el espacio de tiempo es tan corto que no sé si sucedió en realidad o sólo fue una imaginación mía por el momento confuso.

¿Quiere guerra? Pues tendrá guerra.

EL HIJO DEL PASTOR (N.C.)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora