Capitulo 1:La Nueva Realidad

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Despertó una vez más, pero esta vez no abrió los ojos. Tenía miedo. Los recuerdos anteriores llegaron a su mente, nublandole el pensamiento hasta tal punto de pensar que estaba muerto, ya que era imposible que hubiera sobrevivido a un tornado.

Una suave brisa cálida le acaricio el rostro, alentandolo de alguna manera a ver la realidad y esa fue motivación suficiente para desplegar aquellas alas.

Allí no había tornado alguno, ni tormenta, ni rastros de que en algún momento lo haya habido. Aquel cielo, era el cielo más azul y hermoso que el chico jamás había visto, las nubes se veían tan suaves y delicadas y el aire fresco le llenaba los pulmones placenteramente.

Se revisó el cuerpo. No estaba herido, pero le dolía horriblemente la cabeza. Recordó como algo parecido a una rama le golpeó la cabeza durante la tormenta, eso probaba que había sido real, que aquello había pasado, ¡Había permanecido en el ojo de un tornado con vida!.

Miró a su alrededor. Se encontraba en un pastizal, la hierba le llegaba a los tobillos por lo que no era tan molesto, pero aquellos pastos no eran comunes, podía distinguir pequeñas partículas de luz turquesa impregnadas en ellos. Tuvo el impulso de tocarlas, pero no lo hizo, quien sabe que tipo de cosas podrían pasarle.

Dio algunos pasos hacia atrás hasta chocar con algo, o más bien, alguien. Era su compañero, Azumane Asahi, un chico barbudo de apariencia ruda y buen corazón. Los recuerdos de la tormenta una vez más regresaron: había visto a sus compañeros en el suelo antes de caer. Un impulso hizo que se aproximara al pecho del barbudo y soltara el aire que inconscientemente había estado conteniendo al escuchar el latido de el corazón de su compañero, estaba vivo.

Se apresuró a buscar a los demás, todos estaban allí. Comprobó que ninguno haya sufrido daños y los intentó despertar, pero parecía inútil. La tranquilidad de Kageyama Tobio era muy resistente, pero estaba empezando a desvanecerse. Estaban en un lugar desconocido, aparentemente en el medio de la nada, era el único que se encontraba despierto y no tenía la menor idea de si los demás despertarian. Ese último pensamiento le preocupo, ¿Qué será de el si nunca despiertan? ¡Tendría que quedarse sólo en aquel lugar desconocido, sin muchas esperanzas de vida!.

La mente de Tobio se iluminó. La comida!, pero claro, ¿cómo podía ser tan despistado?, ¡sin comida, morirían en cuestión de días!. Buscó entre los sacos, bolsas y mochilas de sus compañeros, pero sólo consiguió dos botellas de agua y una bolsa de pan. Bueno, algo es algo y es más de lo que el esperaba, pero no es lo suficiente para todos.

En menos de dos horas el sol caería completamente, o eso calculaba al menos. Pensó en hacer una hoguera pequeña para conservar el calor y la iluminación, pero no tenía la menor idea de como hacer algo asi sin algo que produzca fuego y eso no es exactamente algo que obtengas de un pastizal en el medio de la nada.
Intentó frotando dos palos entre sí, pero no tuvo efecto, lo intentó golpeando dos piedras pero falló otra vez. La luz del sol estaba por desaparecer en el horizonte, en ese momento recordó que uno de sus compañeros usaba lentes: Tsukishima Kei, un rubio alto y mezquino que no le terminaba de agradar del todo. Tomó sus lentes y le metió pasto en la camiseta aprovechando que nadie podía verlo.

Se apresuro a apilar varias ramas y hojas secas y intentó concentrar la luz del sol en los cristales de los lentes, así estuvo por un buen rato hasta que el sol desapareció y no había fuego en la hoguera. Comenzó a sentirse incómodo, no quería pasar la noche allí, sobre el pasto, a oscuras, en un lugar desconocido y a merced de cualquier cosa que se acercara con malas intenciones. No aceptó la derrota y siguió intentando chocar las rocas, las golpeó tan fuerte que una de ellas salió disparada a unos cuantos metros, por no levantarse a buscarla, tomó otra más pesada y volvió a hacerlo sin esperanza alguna. Como si la suerte estuviera de su lado, una pequeña y fugaz chispa fue originada entre las dos rocas. La felicidad se reflejó entre la oscuridad en el rostro de Tobio y acercó las rocas a la hoguera para repetir la anterior acción, bastaron un par de intentos para que sus alrededores se iluminaran ante el fuego. Por suerte fue precavido y evitó bajo cualquier medio un incendio forestal.

Sintiéndose como un sobreviviente del destino mismo, Tobio se sentó cerca del fuego y reviso una vez más. Cuando vio dos brillantes ojos que lo observaban a la luz de la luna desde el suelo casi le da un ataque.

-Kageyama, ¿Qué...?-

-Sawamura-San!-Grito el azabache, sin poder disimular su felicidad.

Ambos se sentaron en la hoguera y Tobio le contó todo lo que hasta ahora le había pasado, omitiendo su extraña experiencia en el tornado, por si acaso eran imaginaciones suyas y al contarlo se vería como un idiota. Daichi escuchaba atentamente todo lo que su compañero le decía.

-Tenemos que movernos-Comentó Daichi, luego de toda la explicación-Moverse es la única forma que tenemos de explorar el territorio, saber en donde estamos y encontrar alguna manera para subsistir-.

-Voy a ver como están los demas-Dijo Tobio poniéndose de pie.

-Te acompaño-

Cuando estaba por levantarse, Daichi se quemó el dedo con el fuego en un acto de torpeza, lo que no esperaban era que la hoguera haga un pequeño estallido, que hizo que ambos cayeran nuevamente al suelo. Pero, al ver aquello, ambos se aproximaron rápidamente a la hoguera: una pluma oscura flotaba sobre ella desafiando la gravedad, totalmente rígida y vertical, como si de una espada se tratase.

Ambos se miraron y Daichi aproximó su mano valientemente, pero en cuanto uno de sus dedos rozó levemente a la pluma, esta cayó a la hoguera, quemandose y tomando la forma de un libro.

-Que es eso?-Preguntó Tobio sorprendido.

Daichi no contestó, tomó una rama cercana y empujó el libro fuera del fuego, cubriendolo instantáneamente con una manta para evitar que el fuego se propague.

Ambos observaron el libro atentamente, estaba cubierto por algo parecido al cuero, de color negro muy oscuro, pero era mucho más suave y escamoso, se acercaba mucho a la piel de las serpientes. El libro absorbia fuego de a ratos como un carbón aunque no hubiera fuego cerca, parecía como si esa fuera su forma de respirar. Daichi y Kageyama intercambiaron miradas y abrieron el libro.

-Nada!, no hay nada escrito!-Decía Daichi pasando todas las hojas, completamente en blanco. Regresó a la primera y se detuvo en cuanto vio como se trazaban las líneas negras en la hoja. Era el pastizal, era un dibujo de el pastizal en el que se encontraban y allí, en el centro había un dibujo dinámico de la hoguera y más allá, estaban ellos, dos puntos blancos entre las líneas negras que representaban el pasto.

-Wow-Dijo simplemente Tobio al observar como se originaba aquel dibujo de la nada-Tengo una idea!, presteme el libro Sawamura-San!-Tobio tomó el libro y corrió algo lejos, después volvió agitado, con una sonrisa en el rostro-El libro va creando un mapa por donde sea que vayas!-Dijo emocionado.

Daichi y Kageyama pasaron el resto de la noche examinando el libro y preguntándose porque ellos tenían algo como eso, hasta que Kageyama cayó dormido y Daichi montó guardia junto a el.

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Bueno ¿Qué tal? Acá vengo yo de nuevo, esta es una historia nueva que bastante fantasiosa que espero que les guste. Planeó que sea algo larga así que la separe en tres partes y esta es la parte 1: incandescencia. Espero que les guste!!!

INCANDESCENCIADonde viven las historias. Descúbrelo ahora