VII

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¿Me toman a loco?, ella me ha pedido sacarla de este mundo, ella no era mi novia, ni siquiera la conocía bien, ella me pidio que la matará, lo hice, ¿por qué me encierran?, no estoy loco, no lo estoy. Escucho como abren el cuarto en donde estoy, entran dos tipos y me agarran de los brazos, yo solo ayudo a caminar, siento como todos los de este manicomio me observan, me siento como un bicho raro, mi piel se eriza al ver que estoy saliendo de este maldito lugar, puedo sentir el calor del sol, esos estupidos rayos del dia. Miro una camioneta, creen que soy sumiso, pero no lo soy. Empujo a ambos enfermeros golpeandolos en la cara, rápidamente corro hacia el bosque que se encuentra enfrente, corro para que no me alcanzen. Observo un árbol, miro que me siguen aún, comienzo a subir rapidamente y me siento en una de las ramas más fuertes, me quedo en silencio, tranquilizó mi ritmo cardíaco. ¿Quién diría que matar a Marise seria tan lindo?, el tener su cuerpo en pedazos, si esa mujer no le hubiera llamado a la policía. Soy solo un chico de dieciséis años, ahora me encuentro en cima de un árbol, buena historia. Es hora de cambiar de imagen. Miro debajo mío, los sujetos vuelven al manicomio, suelto un suspiro de alivió. Bajo con cuidado, una rama se rompe y caigo al suelo, me he lastimado el brazo, he dejado algo de sangre en algunos arboles, tengo que salir de aquí. Llego a una carretera y comienzo a caminar sin importar a donde. Un auto pasa y se detiene a unos metros, da de reversa y se acerca, es un hombre.

— ¿Te llevó? — dice mientras me da una cálida sonrisa.

— S-si, gracias. — abro la puerta y subo, pone el auto en marcha.

— ¿Qué te pasó en el brazo? — pregunta viendo rápidamente mi brazo.

— Pues...es que....me he caído de un árbol, habia ido a ver un pajaro pero.....m-mi equipo se separó de mi. Jeje, que tonto soy. — sonrío.

— Vale, tendremos que ir a curarte a mi casa y despues te llevaré a tu casa. — se para y me mira.

— Gracias. Soy Zac..... Zeik, un gusto. — le doy una pequeña sonrisa.

— Ciel.... un gusto Zeik, ¿eres de por aquí? — pone el auto en marcha.

— S-si. Vivo, uhm, solo. — pongo mi mirada hacia la ventana.

— Oh, ya veo. Lamento lo que haya susedido. — me pone una mano en el hombro.

— ¿De dónde eres tu Ciel?, por lo que veo se puede decir que no eres de aqui.

— Woah, me sorprendes. Pues estas en lo correcto. Soy de Miami, solo que por el trabajó estoy aquí. — suelta un suspiro.

Me quedo en silenció, miro las casas, quisiera bajar de este auto e ir por mis cosas y largarme de esta ciudad, si tan solo hubiera una oportunidad, sería excelente. Miro al hombre, este me sonríe observo que se detiene en una casa demasiado grande. Estaciona el auto y baja, yo hago lo mismo. Nos adentramos a la casa, hay muchos cuadros de diferentes paisajes. Ciel se adentra a la sala, me señala el sillon y yo asiento con la cabeza, tomo asiento. Observo que Ciel trae cosas para curar mis heridas.

— Bien, deberías estar quieto, asi podre curar tus heridas. — me sonríe.

— Gracias. — le de vuelvo la sonrisa. — ¿Vive solo?

— Si, mi hija murió en un accidente.

— Ha, entiendo, lamento haber dicho eso.

— No, esta bien. Aún así, no le preste atención.

— Siento que lo conozco. De algún lugar. — siento un ardor en mi herida y gimo de dolor.

— Relajate, jeje, que te dolerá más.

Me quedo en silenció. Doy pocos quejidos del ardor, cuando Ciel termina su celular comienza a sonar, yo solo asentí con la cabeza y el salio al patio. Me quedo mirando toda la casa, salgo al patio delantero, miro que hay rosas, pero estan marchitándose. Entro a la casa, camino hacia la cocina y tomo un baso lo suficiente grande para regar las rosas, salgo otra vez al patio delantero y riego las rosas, sonrío. Me adentro a la casa, me siento en el sofa, Ciel se adentra y me sonríe, suelta un suspiro.

— Tendré que quedarme aquí por unas días más. — sonríe aún más.

— Disculpa la pregunta. Pero, ¿como se llamaba tu hija? — me cruzo de brazos.

— Mi hija... — se levanta del sofa. — Mi hija se llamaba Marise.

— ¡M-marise! — me levanto del sofa.

Ciel saca un arma y me apunta, siento como un nudo se hace en mi garganta. Una sonrisa se forma en mis labios, al fin, ya no más sufrimientos para mi, no podría ser mejor. Al fin sere libré.

— Mataste a mi hija. Eres un mal nacido, ¿¡por qué!?

— Porque ella me lo pidió. Sabía con lo que jugaba.

Miro como apreta el gatillo, unas balas se incrustan en mi pecho, caigo al suelo, Ciel solo me mira y me sonríe, se agacha y pone el arma en mi frente, comienzo a reirme demasiado, este es mi fin. Tuve buenos amigos, no, en realidad no. Solo eran basura. Una porquería de sociedad, tal vez lo pagaré ahora que me vaya. No importa, solo se que mis parpados me pesan. Cierro mis ojos, se me complica respirar.

— F-fui su a-amigo psicópata, nunca cuidaste de ella. E~este será tu pecado. — le doy una sonrisa, escucho el ultimo disparo.

Mi Amigo Psicópata ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora