Al rescate

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Vi a Jenna directamente a los ojos. Estaba pálida, y tenía los ojos muy abiertos. Aberforth no presentaba signo alguno de haber sido sorprendido. Solo miraba fijamente la casa, pensativo.

- Niñas, hay que irnos. - Dijo, luego de un lapso de preocupante silencio.

- ¿A dónde? - dije. - Aberforth, sólo sé que lo tienen en un laboratorio.

- Exacto. ¿Viste por casualidad lo que había afuera del laboratorio? 

Traté de recordarlo.Daniel,una silla. Personas que hablan con él. Dolor. Sangre. Risas. Inyecciones con anda tú a saber qué. Me dolía la cabeza... una pared de cemento blanca... no iba a resistir... muchas plantas y arbustos... un cartel que decía...

- ¡Laboratorio Fitzsgerald! - jadeaba, estaba en el piso. Aberforth y Jenna me miraban con preocupación. - Afuera del laboratorio hay mucha vegetación. El lugar está atestado de trampas, naturalmente. Dentro del establecimiento hay puertas y pasadizos que funcionan gracias a la alta tecnología. - Me tomé la cabeza con las manos. - ¿Te suena a algo, Aberforth?

Se le oscureció el rostro.

- ¿Fitzsgerald?

- Así es - dije, algo confundida. 

- Niñas, tomen sus cosas. Hay que irnos.

- Wow, espera. - Dijo Jenna. - ¿No entraremos allí para ver si dejaron alguna pista, o algo así?

- No. Creo que Harley ya nos dio la información que necesitamos. Andando. - Parecía muy preocupado y dispuesto a irse de ese lugar.

- Aberforth, estoy de acuerdo con Jenna. ¿Y si lo que dije era mentira? ¿Y si se "metieron con mi mente" y me hicieron creer algo totalmente erróneo? Creo que vale la pena. - Jenna asintió.

- ¿Desde cuándo están de acuerdo en algo?

- Hagámoslo antes de que cambie de opinión -bromeé. Aberforth sonrió apenas.

- Está bien. Entren. Yo estaré aquí afuera.

Jenna y yo entramos en el lugar. La puerta se sostenía apenas por los goznes y las ventanas habían sido rotas desde afuera, como que si la puerta presentaba un obstáculo y la única opción era entrar por las ventanas.

- ¿Qué clase de criatura haría algo así? - pregunté.

- No lo sé. Quizás hombres lobo.

Había pedazos de vidrios rotos en todas partes. La casa se dividía en plantas por una simple escalera, no supe identificar de qué estaba hecha. Subimos mientras la escalera rugía ruidosamente. Luego, aminoramos la marcha ya que temíamos que se rompiera bajo el peso de nuestros pies. Le hice señas a Jenna como diciendo: 'tú ve por allá' alargando toda mi mano y señalando con ella el lado contrario al que iba yo. Por las dudas.

Entré al que sería la habitación de Daniel. No era necesario abrir la puerta, porque ésta no estaba en dónde debería. Estaba tirada a unos metros, toda destrozada. La cama se hallaba deshecha, la televisión estaba encendida. La apagué. Miré abajo de la cama. nada. En los roperos. Tampoco. Observé un juego de mesa deshecho. No sé por qué me llamó la atención. Por un momento, creí que sería una pérdida de tiempo, algo que no valía la pena, ya que todo estaba destrozado. ¿Pero y si...?

Me senté en la silla, aparté la laptop y empecé a armarlo. El juego consistía en armar como rompecabezas unas imágenes sueltas para que formen un círculo con tres círculos más con una canica en el medio que cambiaba de color del verde al azul, y de azul a verde en cuestión de segundos. Pero no era tan sencillo. No tenía cuatro piezas. Tenía dieciséis. Eran cuatro columnas. Si montabas y desmontabas el juego en lugares erróneos, se volvía a reiniciar. Al cabo de unos minutos, lo armé. Acto seguido, escuché cómo una pared se abría en un lugar recóndito de la casa.

- ¿Jenna?

- ¿Harley? ¿Haz sido tú?

- Sí, eso creo - dije, echándole una mirada a mi juego. Jenna fue hacia donde estaba, se dio vuelta y observó una puerta en el medio de la habitación de Daniel y de su madre. Me observó alzando una ceja, sorprendida.

- ¿Te atreves?

- Claro. ¿Tú?

- Obviamente. - Las dos asentimos, preocupadas, y nos acercamos al agujero. Allí dentro hacía mucho frío, y tenía una escalera que daba a una especie de sótano.

- ¿Por qué todas las casas tienen sótano? - preguntó Jenna.

- Precaución. Por terremotos, y esas cosas.

- ¿Y todas son así de espeluznantes, o hay excepciones? - había prendido la luz. Y era verdad. No se podía ver más allá. Habían tres cosas que parecían montones de abrigos. Uno de ellos se movió. Hice una señal de alerta, y le di mi cuchillo. En todo caso, me transformaría y ya. 

- ¡No nos maten, por favor! - una mujer se levantó de su sitio, llorando.

- No venimos a hacerle daño a nadie - Jenna bajó la guardia. - ¿Es usted la señora Stuffer?

- Sí. ¿Quiénes son ustedes?

- Mi nombre es Harley Lightwood. Ella es Jenna Crowler. Venimos a rescatarlos. - dije, al ver que los montones de abrigos dejaban lugar a un hombre y a una niña, a Katie. Todos eran pelirrojos.

- ¡Benditos sean! - lloró de gratitud la mujer. - ¿Y mi hijo? ¿Y mi Daniel?

Jenna y yo nos observamos.

- Se encuentra en un laboratorio. No sabemos exactamente qué hace allí, ni por qué. Vengan, los llevaremos a un lugar seguro.

- De ninguna manera. Iré con ustedes.

- No de veras. ¿Tienen algún pariente cercano o algo así? - dijo Jenna. La mujer nos miró amenazadoramente.

- Iremos con ustedes, les guste o no. - Se cruzó de brazos. No nos quedaba otra que hacerle caso.


  




II. Moonlight Shadow: HeritageDonde viven las historias. Descúbrelo ahora