Por fin me cuentan qué es Elementista

262 31 3
                                    

8

Por fin me cuentan qué es Elementista

Estaba… confundida. No sabía qué diablos había pasado. Me dolía el cuerpo como si yo hice todo el esfuerzo anterior, como si yo estaba atrapada en ese lugar (manicomio, ¿tal vez?).

La cuestión es que me hallaba tumbada en el piso, con los agentes del G.E.L.A. alumbrándome la cara con linternas. Parpadeé varias veces antes de incorporarme del todo. Maldita sea, sí que me dolía el cuerpo. Hice una mueca mientras me sentaba, y me tomé la cara con una mano, mientras que con la otra me sostenía colocándola en el suelo.

-          Harley, ¿te encuentras bien?

-          ¿Eh? S-sí… eso creo. – Mi voz sonaba más ronca de lo normal.

-          ¿Qué ha sucedido? – Me preguntó una voz más dulce. Levanté la mirada. Era Aberforth.

-          Pues… tuve una… visión o algo así. No estoy muy segura.

-          ¿A quién viste? – sonaba preocupado. Genial. Lo último que quería era que se preocupara.

-          A… Jenna.

Aberforth se hallaba lívido. Realmente estaba pálido. Se paró, ya que estaba en cuclillas. Me miró durante unos instantes, y me dijo:

-          Sígueme.

Fuimos al interior del G.E.L.A. hasta la Sala de Curación. Había entrado una sola vez, y fue en mi recorrido. Era más grande de lo que pensaba. Había camillas con sábanas y almohadas blancas y muy limpias, además de botiquines con todo lo necesario para un posible ataque lobuno, o para una mordedura de las sirenas, o antídotos para mordedura de serpiente Khaalesi, o vete a saber cuántos ataques más.

Me senté en una camilla, mientras Aberforth se sentaba en una silla, junto a mí.

-          Harley, necesito que me lo cuentes todo.

-          ¿Es absolutamente necesario?

-          Absolutamente. – Suspiré. No estaba de ánimos como para contarle lo que sucedió.

-          Bien – empecé – Me encontraba bien, hasta que empecé a marearme, y las imágenes en mi mente se mezclaron con las verdaderas, entonces…

Aberforth me escuchó atentamente durante todo el relato con las manos entrelazadas. Luego, cuando terminé, me miró atentamente con esos ojos grises que parecían verlo todo, y luego dijo.

-          ¿Sabes por qué te pedí que me contaras? – negué con la cabeza – Porque Jenna quería que tú lo vieses, que tú me cuentes lo que ha sucedido. – Lo observé sin comprender. El pareció notarlo, así que prosiguió – Ella es Elementista: uno de sus poderes es transmitir a la persona más cercana en un radio de 100 metros qué es lo que le ocurre; transmitir que se encuentra en peligro, y así poder salvarla.

-          Quiere decir que… ella está cerca.

-          Así es – asintió – Y necesitamos traerla lo más rápido posible. Ella nos servirá de gran ayuda para poder buscar a los otros.

-          ¿Puede darme una pista de lo que es un Elementista? – Sonrió.

-          ¿La palabra no te da una pista? – lo medité un momento. Acabé por negar con la cabeza. Sonrió – La palabra Elementista hace referencia a un conjunto de personas con poderes naturales, tales como poder controlar el fuego, o el agua, o la tierra, o el…

-          Aire. – Lo corté. – Así que la palabra Elementista hace referencia…es lo mismo que decir que una persona puede controlar… los cuatro elementos, ¿cierto?

-          Así es.

-          Y yo… ¿Yo tengo… yo soy… Elementista?

-          Así es.

-          Pero… eso es imposible. Yo soy mujer lobo. No puedo ser una mujer lobo Elementista.

-          Eres mitad humana, mitad lobo. Aun así, eres Elementista. Viene de familia. Tus padres fueron mordidos por lobos, pero lo que Jeremiah no sabía era que alguien de la familia era Elementista, así que tú lo heredaste.

-          ¿Alguien más de mi familia es Elementista, o soy sólo yo?

-          Todos tus hermanos lo son. Es… hereditario. No se salta ninguna generación, como ocurre con el collar.

-          Hablando del collar… lo tengo bien guardado. No sé qué hacer con él.

-          No soy la persona más indicada para hablar de eso. Ya sabes quién puede hablar contigo acerca de eso.

-          Desde el fallecimiento de mi hermanita no lo he visto, y prefiero no hacerlo. Cada vez que me lo encuentro, me confundo más – Sonrió. En eso, entró la enfermera, seguido de mi padre y de Sam.

-          ¿Qué ha sucedido? – Dijo mi padre. Me miró con el ceño fruncido, y Sam me miró preocupado.

-          Nada… he tenido una visión. Nada importante. – Papá quiso protestar, pero Aberforth se alejó para hablar mejor mientras la enfermera se me acercó para darme un antídoto para el dolor de cuerpo producido por mensajes introducidos telepáticamente por otra persona. Olía a menta. Sam se me acercó, y se sentó a mi lado.

-          Oye… ya casi ni te veo. ¿Te refugias aquí de los regaños de tu madre? – sonreí.

-          Lamento no verte casi nunca. Es que… estoy algo ocupada.

-          Oh, cierto. Eres demasiado importante aquí, y ya tienes edad como para hacer misiones a lo largo de Estados Unidos.

-          No me gusta el sarcasmo en tu voz – rió – Y sí, tengo edad suficiente – Mi pecho se infló de orgullo.

-          Si te asustan las cucarachas, y gritas como desaforada mental, no creo que aguantes mucho con otras criaturas más espeluznantes a las afueras de la ciudad.

-          ¡Oye! – Lo golpeé con una almohada, mientras él reía.

Miré por la ventana, y observé una explosión a lo lejos, seguido de un helicóptero y la alarma que indicaba que ya había aterrizado.

II. Moonlight Shadow: HeritageDonde viven las historias. Descúbrelo ahora