Capítulo V

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-¡A un lado!-

-¡Oye, ten cuidado!-

-¡Con permiso!- Tropeze con una señora pero eso no importaba, no la conocía y jamas volvería a verla.

-¡Oye muchacha que te sucede!- Un hombre adulto grito tras de mi, pero continúe corriendo.

No debí quedarme dormida en la silla, no debí, ahora tengo que ir a velocidad Speed Gonzalez para llegar a tiempo a la clase de Evan, no quiero otro enfrentamiento, no quiero que me evite la entrada y tener que rogarle después de la discusión del viernes.

No hubo tiempo para cepillar mi pelo con dedicación, mi larga melena oscura estaba desparramada por toda la espalda y hombros. Hoy iré a la escuela "talco" si, tal como me levante. No hay una pisca de rimel, tampoco rubor o humectante de labios, voy hecha un asco. Cepille mis dientes y lave mi rostro porque de no hacerlo preferiría faltar a clases, bueno y es que fue lo único para lo que me dio tiempo.
Sentí el viento azotarme fuertemente el rostro y jalar mi cabello hacia atrás, ya dolían mis piernas y los pies, mis pulmones me pedían parar, pero por mas esfuerzo que hiciera no llegaría a la hora justa, la escuela estaba lejos y no iba ni a mitad de camino. Cruce la calle y escuche las llantas de un coche chillar, freno desesperadamente pero aun con eso no me salve de que el cofre me diera un leve empujón que me mandara a la acera de enfrente.

¡Mierda! Caí al piso incada, mis manos tallaron el pavimento y eso me ardió las palmas. Confusa y aun razonando que acababa de suceder cogi mi bolso y de un tirón me puse en pie.

¡Es tarde!

Mi subconsciente me recordaba que tenia que seguir corriendo. Pero mis rodillas también dolian y eso me reduciría la velocidad.

-Ay- me queje en voz baja, mire para todos lados tratando de reconocer el lugar para saber que dirección tomar. Di un paso hacia adelante pero una mano pálida me detuvo.

-¿Te encuentras bien? - El dueño de aquella mano respiraba aceleradamente, sus ojos brillaban de temor y su voz era entrecortada.

-Dios- Masculle. Fue lo único que pude decir cuando me di cuenta que aquellos ojos los conocía.

-¿Perdón?- Evan confuso me miró de pies a cabeza.

-¿No tiene una clase que dar?- Me safe de su aprensión suavemente.

-Esmeralda, ¿le acabo de arrollar y lo único que piensa es en la clase?- Había mucho temor en sus ojos.

-Tranquilo, estoy bien. Al ver que usted tampoco llegará temprano siento alivio- Reí como estúpida.

-¡Hay Esmeralda!- Se tallo el rostro. -Me ha dado un buen susto- También río.

Me miró nuevamente y con menos presión se arrodilló frente a mi. Mi corazón latio muy deprisa. El reviso mi rodilla detalladamente y las frotó con sus manos para darles un poco de calor.

-¿Tiene dolor? - Alzó la mirada para encontrarse con la mía.

-Si. Tengo dolor en ambas rodillas y mis palmas arden- Alcé mis manos a nivel de mis ojos para observarlas.

-Suba. La llevaré, es lo menos que puedo hacer por usted, o solo que usted me pida algo más- Se levantó y me escudriño con sus dos ojos mieles.

-No señor, estoy bien, pero si le agradecere mucho que me lleve-

-Perfecto. Vamos. Le ayudo- Me hizo señas para que le tendiera mi mano y así lo hice.

¡Santa madre! Estaba tocandole la mano y además...

-Ven- Dijo.

Me rodeo la cintura con la otra mano y trato de reducir mi peso. Este hombre es increíble ¿cómo se supone que voy a superarle si las circunstancias nos unen?

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