Capítulo 5: "Justin"

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Uno de mis lugares favoritos en la cabaña era el biombo en el porche. Me encantaba la vista, acurrucada en la vieja silla de mimbre con una manta retorcida a mí alrededor.

Eso cambió esta noche.

Algo acerca de ver al chico al que esperaba besar todas las noches hasta siempre, caminando lejos con los puños apretados, seguido por tres chicos, quienes tropezaban en lugar de caminar gracias al trabajo de Justin, lo que quedaba de la casa del perro y los recuerdos de un perro responsable del humo que había, tenía una manera de golpear la visión del mundo entero en tu trasero.

Los paramédicos se habían ido porque, aparte de la noción de unas calientes ampollas en la parte trasera de mi cuello, no había nada en el arsenal que pudiera arreglar mi pelo chamuscado. Mis padres finalmente se despertaron, una vez que llegaron tres autos patrulla con las sirenas encendidas. Mamá seguía colgada por su doble dosis de pastillas para dormir y tuve que darle un tranquilizante a papá cuando se enteró de lo que pasó. Entonces ahora, mis padres se encontraban sentados lo más lejos que podían del sofá de dos plazas de mimbre, con los ojos vidriosos, mirando hacia la playa, a mí, y a los autos de policía, tratando de decidir si esto era real.

—¿Sr. y Sra. Larson? —dijo el oficial Murphy aprovechándose del biombo-puerta antes de entrar en el porche—. Terminamos aquí. Acá esta mi tarjeta por si tienen alguna pregunta. —La deslizó en la mano de mi mamá, mirando entre los tres cómo si fuera la cosa más triste que hubiese visto esta noche. Él podría estar en lo correcto—. De lo contrario, los mantendremos informados. Ahora, Mía —dijo, volviéndose hacia mí—, necesitamos que vengas a la estación a dar tu informe a primera hora de la mañana. ¿Necesitas que un auto patrulla te pase a recoger o vas a ir por tu cuenta?

—Puedo manejar —respondí, dándole una pequeña sonrisa.

Reflejando mi sonrisa, se puso en cuclillas a mi lado. —¿Estás bien, Mía? —preguntó, descansando la mano sobre mi brazo—. ¿Puedo darte algo? —Me apretó el brazo, lanzándole una mirada a mis padres como si no pudiera entender por qué se hallaban allí mientras yo me encontraba aquí

—Sí —dije, tratando de no mirar el tercio del auto patrulla que había en el frente, donde una cabeza usando una gorra de lana era invisible—. Estoy bien.

—Bueno —dijo, levantándose—. Te veo en la mañana.

—¿Oficial? —Mamá se aclaró la garganta, sonando medio agradable. Deben haber sido las pastillas para dormir—. Para que quede claro, ¿El Sr. Ryder no vive en la casa de al lado?

—No, señora Larson —dijo—. A menos que cuente la ocupación ilegal a la casa del barco, sin ser invitado, hace unos pocos días.

—¿Ocupación ilegal? —repitió ella como si nunca hubiese odio las palabras.

—También conocido como allanamiento de morada, en mi línea de trabajo —explicó—. O como una ocurrencia regular si eres Justin Ryder.

—¿Ésta no es la primera vez que es arrestado? —preguntó mamá, mirándome fijamente mientras hablaba.

El oficial Murphy se rió entre dientes. —En ninguna parte cerca de aquí —dijo—. Sabemos acerca de Justin y los otros tres delincuentes desde que iban a la escuela primaria. Huevos malos, hasta el último de ellos — dijo, mirándome como si tratara de llevar un mensaje a casa—. Esos chicos son los que los padres rezan porque sus hijas no conozcan. Esos son el tipo de chicos que crecen a hombres que pasan su vida en la cárcel.

Mamá suspiró, sacudiendo su cabeza mientras papá disfrutaba los beneficios de la-la land8.

—Pero Justin me salvó de los otros tres —dije, sin saber por qué. Como me esperaba, no sabía nada sobre Justin. Me sentí traicionada y engañada. Pero de alguna manera, a pesar de todo lo que había en su contra, sentía la necesidad de luchar por él—. Me habrían matado si él no hubiera intervenido. —Me aseguré de hacer contacto visual con mi madre, dejar claro que Justin había sido el único capaz de salvarme ya que mis padres roncaban por las drogas durante horas.

—No cuestiono lo que dices, Mía, pero en todos mis años de tratar con Justin Ryder, nunca he visto que se preocupara por alguien más que por sí mismo —me dijo el oficial Murphy con una sonrisa simpática—. Chicos como ellos son incapaces de cuidar de alguien que no sea de sí mismos.

—No creo eso —dije, ignorando la mirada de mamá.

—Lo sé, Mía. Sé que no lo haces —respondió Murphy, abriendo la puerta—. Justin no sería un capaz y exitoso criminal si no fuera encantador y manipulador, pero te digo qué, cuando Justin se libere, con suerte en las próximas tres semanas, pero probablemente en pocos días, déjame saber si escuchas de él ¿puedes? Si te llama para disculparse o pedir tu perdón, o diablos, incluso si llama para decir hola, me lo dices, y retracto lo que dije acerca de que no se preocupa por nadie excepto por él. Pero si no lo hace, ¿me harías el favor de olvidar que alguna vez conociste a Justin Ryder?

No sé con seguridad si negué o asentí con mi cabeza, pero el oficial
Murphy tenía razón en una cosa.

No conseguí esa llamada ni en unos días, ni en unas semanas más
tarde.

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8 La-la land: Es cuando las personas están pensando en cualquier cosa, es decir que están en su propio mundo.
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Hola chicas, aqui nuevo capitulo  ¿Que les parece?

El audio es Hey Jude- The beatles

En multimedia esta Mía....

«Crash, libro I»Donde viven las historias. Descúbrelo ahora