EN EL GARAJE

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El viaje se les pasó muy rápido, se llevaban muy bien y todo iba sobre ruedas. De vez en cuando observaban por encima los libros y se reían. Cada uno de ellos pensaba cada vez más en el otro, pero no sabían que decir. Al llegar a casa de Reg, él picó a la puerta y dos Flufis adultos los recibieron.

-Eh... Hola, tengo algo bastante serio que comentaros. -dijo Reg a sus padres.

-Claro hijo, pasad. -dijo Ceríca, la madre de Reg.

-Mamá, papá, esta xixa en realidad no es lo que parece. Es una humana, y por lo que me ha dicho le ha ocurrido lo mismo que a mí.

-¿Pero cómo ha podido pasar? Tras tantos años de búsqueda aparece de la nada otro igual que tú.

-Lo sé, a mi también todo me parece muy extraño, y por eso venimos aquí. Voy a intentar enseñarla a transformarse en humana con vuestra ayuda para hablar con sus padres, y cuando veamos el momento oportuno lo contaremos a la población. Aprovecharemos la gran tormenta que habrá mañana para obtener energía y poder usar la máquina con la que se comunicará con sus seres queridos.

-Vale, vamos a contárselo a tus hermanos mientras vosotros comenzáis a leer los libros. Iremos en un par de horas y después seguiréis por la noche. ¿Te parece?

-Sí, hay que comenzar pronto. Espero poder enseñarte en una semana. -dijo dirigiéndose a Eire.

-Querida, ¿cómo te llamas? -dijo Ceríca.

-Eh... Soy Eire. -dijo sonriendo nerviosamente.

-No te pongas nerviosa hija, puedes confiar en nosotros.

-Sí, claro que confío. -dijo esta vez algo más convencida.

-Bueno, os dejamos. -dijo mirando a Reg.

-Estaremos en el garaje, no quiero que los vecinos sospechen con el ruido.

-Muy bien, hasta entonces. -dijo Ceríca alejándose.

-¿Ruido? ¿Por qué? -dijo Eire.

-Cada vez que intentes realizar una trasformación sonará un estruendo, dependiendo de como la hagas sonará más o menos. Si lo haces mal suena más y si lo haces bien a la viceversa.

-Vale, entendido. -dijo sonriendo.

Llegaron al garaje y estuvieron hora y media leyendo y riendo, cada vez se gustaban más el uno al otro, aunque ninguno se decidía a hacer nada.

-¡Hola xixos! -dijo el padre de Reg, Raine.

-Papá, puedes llamaros chicos, pero bueno, como quieras. -dijo riéndose.

-Tienes razón hijo, no me había dado cuenta. -dijo sonriendo.

-Venimos a ayudaros. -dijo Ceríca. -también vienen tus hermanos Volip y Supre.

Tras dos horas de risas, felicidad, intercambios de información e intentos de transformación, los dos hermanos pequeños de Reg tuvieron que ir a la cama, por lo que sus padres tuvieron que irse también.

-Ya son las diez de la noche, si queréis descansar un rato y volver al trabajo en una hora o así... -dijo Ceríca.

-Muy bien, eso haremos, Eire ya está un poco cansada, ¿verdad? -dijo Reg.

-Sí, así aprovecharemos para conocernos un poco mejor.

-Bueno, pasadlo bien. -dijo Raine.

-¡Ui! Aquí pasa algo entre estos dos papi... -dijo Volip sonriendo, la hermana pequeña de Reg.

-¡No! ¿Por qué dices eso? Venga, a dormir, que ya es tarde y sino mañana tendrás sueño en el cole. -dijo Reg.

-Vale, vale... -se fue susurrando algo a Ceríca.

Tras cerrar la puerta ambos empezaron a hablar.

-Dime Eire, ¿cuántos años tienes?

-Yo quince, ¿y tú?

-Tengo dieciséis. Pensaba que no íbamos a tener una edad tan igualada. -dijo pensando en que todo cada vez iba mejor.

-Y... ¿De qué parte de España eres?

-Soy de Andalucía, ¿y tú?

- Yo vivo en Asturias, en la otra punta. -dijo soltando una pequeña carcajada.

Dieron las once y media y todavía seguían hablando de sus cosas, hasta que apareció el padre de Reg y les recordó lo que debían de hacer. Siguieron mejorando la transformación hasta las doce. En ese momento apareció Ceríca por la puerta y se encontró a Eire con forma de centauro. Se rió durante un rato, y cuando pudo recomponerse le dijo que tenía una cama preparada arriba en la sala de invitados.

-Muchísimas gracias, Ceríca, no sé que haría sin vosotros. -dijo Eire contenta.

Tras esto, Eire se despidió de Reg.

-Reg, me has ayudado mucho desde que llegué. No sé cómo darte las gracias.

-No tienes que darlas, tú sólo descansa. Buenas noches. -le dió un beso en la mejilla a Eire y ésta se sonrojó. -Hasta mañana.

-Hasta mañana Reg, buenas noches. -dijo sonriendo, y cerró la puerta.

No se lo podía creer, ¡le había dado un beso! ¡Increíble! Eire estaba más feliz que nunca, no sabía qué pensar de esa acción. ¿Y por qué Volip diría eso? Tenía muchas preguntas, pero debía dormir, ya resolvería sus dudas mañana.

EL ORIGEN DE LOS FLUFIS©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora