Nunca había visto a mi hermano con ese gesto de dolor y pánico hasta que la pantalla se prendió mientras intentaba comerme la fruta que Erica muy amablemente me había llevado hasta el sofá del que no tenía planeado separarme hasta que acabara el resumen de los juegos.
No sabía si en realidad había sido un sueño o Derek realmente había hablado con Jantel en esas sillas pilas de color crema o realmente lo soñé pero si tenía bastante claro que en el resumen había una sección dedicada a cada tributo. Entre ellos Matt u obviamente yo.
Su rostro malvado salpicado de sangre me sorprendió al aparecer en primer plano después del desagüe del baño de sangre. En ese momento yo sólo vi a Matt, el tributo del dos pero en la pantalla era in asesino y yo tenía su misma pinta con la frente manchada por la sangre del chico del seis.
Lo siguiente fueron las posiciones, los escondites de los tributos que se escondían de nosotros o el fuerte que Ethan había creado el primer día.
Vi a Heather morir salvando a Leshia, la arena cubriendo su cuerpo y la otra chica intentando sacarla son suerte. Malia la mató, no fue Jackson ni tampoco otro tributo. Cuando Malia se dio cuenta de que nadie iría en su ayuda sólo pudo honrar a su distrito llevándose con ella a mi compañera. Enredo sus dedos en su muñeca cuando saco a Leshia e hizo que la arena las engullera juntas. Cerré los ojos cuando escuche el sonido del cañón en la pantalla pero el resumen seguía. Continuó hasta que Matt me besó y entonces no sólo estuvimos nosotros en la pantalla, estuvo todo mi equipo: Parrish cruzado de brazos con unas ojeras enormes debajo de sus hermosos ojos verdes. No se veía para nada bien, incluso se veía más delgado de lo normal y con un peso tan grande en su espalda que le quitaba in par de centímetros. A su lado mi padre tenía el ceño fruncido y la chaqueta de nuestro equipo abierta. Se veía mal también pero ni tanto como Parrish. En ese momento comprendí que ellos vivieron los juegos conmigo, que su forma de actuar tan seca antes de que entrara se debía a la coraza Stilinski que yo también me había puesto.
Después de mi padre estaba Erica apretando los hombros de Lydia cuya mirada estaba brillante de emoción en medio de su maquillaje desarreglado por algo que parecían lágrimas pero que no aceptaría por más que le insistiera. Después de las chicas estaba Derek.
En la mitad de la pantalla estaba Matt presionando sus labios con los míos y en la otra estaba Derek con los hombros tensos y una expresión indescifrable en sus rasgos. En la pantalla recargue mi cabeza en el hombro de Matt y apreté el trisquelion entre mis dedos pero fuera de esta Derek apretaba la mandíbula con fuerza.
Los juegos volvieron a correr, mientras nosotros caminábamos a la cornucopia Ethan nos miraba de cerca completamente confiado en que su jugada tenía más peso que la nuestra. Me vio tomar la mochila y no hizo nada. Si alguien estaba seguro de ganar era él.
Vi a Leshia hablar con Liam y comer con el mientras yo le acariciaba el cabello a Matt y afuera mi equipo esperaba que huyera.
Parecía que era un plan hecho por los tres sin embargo el teatro se cayó cuando levante mi hacha con determinación para salvar al chico. El Stiles de la pantalla se veía confiado y seguro, se veía como alguien a quien yo no conocía y tampoco quería hacerlo.
Terminé de ver los juegos sin saber que mirar, a mi equipo boquiabierto por qué le llorara a Matt o al Stiles ensangrentado aferrado al cuerpo inerte del tributo.
-Es hora -Lydia me apretó el hombro -Ve a ducharte.
El rostro y la forma en la que murieron todos los tributos me siguieron a cada paso que di hasta llegar a la habitación de la regadera donde los botones seguían sin aplastarse, esperando a que jugara con ellos. Pero el Stiles juguetón se había quedado enterrado en algún lado del trayecto desde casa hasta el Capitolio. Probablemente de regreso tuviera el placer de encontrarlo aunque no sería el mismo.
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Trigesimos Séptimos Juegos del Hambre
Fanfic-Cinco, cuatro, tres, dos, uno. -Sonó la alarma -Que empiecen los trigésimo séptimos Juegos del Hambre. Ya era oficial, estaba compitiendo por mi vida a partir de ese segundo.