más que adrenalina.

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Desperté sintiendo el sol en mi cara y aunque tenía sueño sabía que debía levantarme.

Me moví para estirarme y al hacerlo me sentí prisionera de unos brazos.

-deja de moverte.
Zeqel me tenía abrazada ¿en que momento se subió?
-y si mejor me sueltas antes de que te muela a golpes? Le dije en un tono ácido.
-eh? Soltarte? Me miro y casi se cae al salir de la cama.
-dioses benditos zeqel ponte ropa.
Estaba sólo en calzoncillos, su piel era una blanca perla, su abdomen marcado, delgado pero con músculos, con todo, y yo no podía dejar de verle.
-harmoni.
-si?
-estas babeando!
-cclaro que no.
-entonces porque no volteas la mirada?
-es que es impactante ver a una persona tan escuálida!

Fruncio el ceño, caminó  hacia mi y me levanto en  brazos recargandome contra la pared para estar a la altura de sus ojos, podía sentir el corazón en mi garganta y el estómago dar un vuelco cuando tomó mis piernas y las colocó en su cintura.

-tu no eres exactamente una pluma, aún así este escuálido te levanta como una, y por cierto... -pude ver sus ojos volverse turbios- estos boxers son los mismos que te preste anoche, yo siempre duermo desnudo.
-que?- busqué en su mirada una chispa de humor aún sabiendo que decía la verdad, sentía la piel de su abdomen en mi entrepierna y mis pechos se pegaban a sus pectorales.
-estaban en el suelo, junto a mi camiseta, lo juro!- No mentía, yo tenía la costumbre de quitarme la ropa al sentir calor eso lo explicaba, me sonroje.

El calor pasó de mi rostro a todo mi cuerpo cuando su nariz rozó la mía y sus manos acomodaron mis manos en su cuello, paso sus dedos por mi espalda hasta mi cadera, cerró los ojos y beso mi oreja susurrando:
-se mía harmoni, entregate a mi, jura ser mía sólo mía...
Marcó un camino de besos hasta mi boca, dulces y suaves, mordió mi barbilla, bajo hasta mi clavícula y un escalofrío sacudió mi columna.
-zeqel yo...-

-así los quería encontrar niños!- Gritó su hermano, dejandonos helados.
-cada día esta peor la juventud. Musito una segunda voz.
-ya no hay respeto y sólo tienen 15 años! -se burlaba una tercera.
Zeqel me bajo y me tapo con su cuerpo, alcanzó una sabana con su pie y me la pasó . Había otros dos chicos ahí de pie (sus primos supuse) y su hermano riendo. Uno era casi tan alto como la puerta con el pelo negro con las puntas teñidas de gris al tono con sus ojos y de piel trigueña, el otro en cambio era casi tan alto como yo, tal vez más (yo mido 1.70) muy blanco como zeqel pero con las mejillas rosas y los ojos cafés con un corte a rape y cara de enfado.
-y no me presentas a la chica esta?
-harmoni ya conoces a ramael,mi hermano, este otro es satoel (señaló al chico rapado) y este otro es Daniel (señaló al alto).
De mellizos no tenían nada.
-un gusto, creo.
-diría que un placer pero no creo que zeqy quiera compartir. Satoel miraba aún más enfadado a zeqel.
-basta Sato! Dijo daniel mirando sus uñas y sonriendo-ya tendrás tu turno..
-mejor dejar a los tortolos, lindas piernas harmoni. Ramael me guiño un ojo.

Zeqel temblaba cuando sus primos se fueron, le toque y su piel hervia.

-te sientes bien?
-si, es sólo que ellos te desean. Zeqel se tiró de rodillas y golpeó el suelo.
-creo que debo ir a casa.
-es lo mejor pero...
-pero que?
-ahora no quiero que te vayas, siento como si te fueran a alejar de mi!
Ok zeqel o era muy buen actor o no se.
-oye, porque dices eso?- realmente se miraba afligido- porque no vienes conmigo?
-es verdad prometí ayudarte -sus ojos se iluminaron de pronto-  cambiate y vámonos!

Me vestí tan rápido que ni tiempo de pensar tuvo, lo tomé de la mano y nos dirigimos a mi casa para reparar las puertas y focos.

Después de cambiar 20 bombillas rotas y tirar el sofá y la puerta de mi habitación decidí pedir una pizza para comer.

-zeqel la pizza estará aquí en 3 minutos pero tengo que ir al baño.
-yo la recibo no te preocupes.
-gracias! El dinero esta en la mesa de la cocina.
-si, anda ve.

Creo que ya empezaba a confiar más en zeqel, tenía que, después de los últimos acontecimientos.

Me lavaba las manos cuando escuché un crujido en el pasillo.
-zeqel?
Nadie respondió.
Asome apenas la cabeza cuando un hombre con algo brillante en la mano apareció en mi campo visual justo al pie de la escalera.

-Haley no te asustes, estas en peligro y tienes que venir conmigo apresurate antes de que se levante! -el tipo parecía un demente.
-yo no soy haley.

Dio un paso y pude distinguir mejor que en su mano brillaba una gran espada con una línea larga y brillante de algo carmín.

-que le has hecho a zeqel? Mi respiración se cortó.
-no hay tiempo confía en mi, los santos vigilantes me han enviado a ti para cuidarte de seres como el, es un caído.

-vigilantes? Caídos? -Mi mente recordó de pronto.
Mi madre me había dicho algo al respecto: yo soy tu protectora, ahí fuera encontrarás hipócritas disfrazados, ellos vigilan desde la bóveda celestial, no confíes en ellos puesto que hasta Lucifer fue un arcángel y míralo ahora.

-no! alejate de mi! ZEQEL! Grite con todas mis fuerzas pero no me respondió.
-esta fuera de combate, no me obligues a noquearte y por favor vamonos!

Cerré la puerta del baño, abrí la pequeña ventana pero no podía trepar.
-Ramael, Satoel, Daniel ayuda! Grite aún más histérica.
El intruso rompió la puerta -como? Aún no lo sé- y se introdujo tomándome por el cuello.
-tu me obligaste a esto haley?
-yo no me llamo así!
-claro y yo me chupo el dedo!
-sueltame o.. apretó más su agarre.
-oh que?

Un gruñido detrás de el provocó que me soltara.
El gran perro que vi la noche anterior estaba de pie ahí mostrando los dientes.
-un perro? Su poder no les da para más?
Se ganó otro gruñido y en lo que pudo ser un movimiento a lo flash el perro atacó a el intruso que ni tiempo tuvo de usar su espada.
Corrí escaleras abajo, zeqel estaba tirado en un charco de sangre.
-Zeqel despierta rápido no me hagas esto!
-no va a despertar tonta. Sato estaba de pie a mi lado mirandome mal aún.
-que hacemos?
-el perro está arriba?
-si, es de ustedes?
-no importa eso, ayúdame a llevarlo a la casa!

Sato lo levantó y yo fui tras el, abrí la puerta y lo acomodamos en el sofá.
Volví para cerrar la puerta y lo último que vi fue al tipo de la espada saliendo de la casa perseguido por el perro.

-no mires pequeña! Daniel me giro y apretó mi cara en su pecho.-cierra los ojos y cuenta hasta el uno desde el diez.
-10, 9,8,7,6.5,4,3,2,1...

¡Flush! una luz lleno todo el cuarto y debió ser muy intensa porque lastimó mis ojos aún estando cerrados.

El Ángel De La Muerte.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora