Capitulo 1. Así comenzó todo.

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Después de la batalla contra Frezeer en el planeta Namekusein, me vi obligado, a revivir y permanecer en la tierra por un tiempo, gracias a la ayuda de Kakaroto.

Bueno esa historia es muy larga, así que sólo empezaré a relatar desde que aquella despreciable mujer comenzó a ganarse un poco de mi casi inexistente cariño.

Ese día la mujer había construido una máquina en la cual yo podía entrenar para volverme aún más fuerte de lo que ya era, dicha máquina, aumentaba su gravedad y me hacia sentir el cuerpo más pesado, lo cual me ayudaba mucho, ya que tendría que hacer más esfuerzo y aquel esfuerzo me haría más resistente y fuerte; Pero algo salió mal, use tanto mi fuerza que destruí por completo la máquina conmigo dentro, tras un fuerte y alarmante sonido, que hizo que toda la gente que estaba en la casa saliera a ver que había pasado.

—¡VEGETA!—dentro de todo ese escombro, pude escuchar la voz de aquella mujer que me llamaba desde afuera, durante mi llegada a este lugar esa mujer había estado detrás de mi, cuidándome, alimentándome y brindándome todo aquello que yo quería, hasta que llegó un momento en donde me acostumbré a todo eso y cada vez era más el tiempo en que necesitaba su compañía, necesitaba que ella se procurará por mi, hasta incluso su irritante voz me parecía menos molesta, algo dentro de mi había cambiado por completo, aquella mujer se había ganado que yo la tomara en cuenta y no sólo como una simple humana, sí no como una persona importante para mi, Vegeta, el príncipe de los Saiyan, el ser más orgulloso de su raza.

—Vegeta, ¿puedes oírme?—la mujer estaba preocupada, yo la escuchaba perfectamente, pero no podía moverme, tanto había sobrepasado el nivel de mi entrenamiento que había quedado demasiado agotado, nada normal. Escuché como alguien movía aquellos escombros de forma ruidosa, sólo mire de donde provenía aquel ruido, no se porque, mi mente estaba realmente mal, ya que tenía la mera esperanza y certeza de que ella fuera quién estuviera buscándome, sentí unas manos que me tomaron sacándome de aquel agujero, no era ella, estaba claro, en su lugar, aquel insecto asqueroso de nombre que prefiero no recordar, me mantuvo de pie mientras me cargaba, prácticamente.

—Vegeta—la mujer corrió hacia mi y pasó su mano por mi rostro acariciando este. —Me diste un gran susto—suspiro aliviada y limpio algunas de sus lágrimas que habían salido.

—Cucarachas tan tercas como él son difíciles de eliminar—Yamcha, así era el nombre de aquel despreciable individuo, hizo el comentario menos inapropiado de su vida.

—¿Q-que d-d-dices insecto asqueroso?—dije mientras me separaba de él, mantuve el equilibrio durante algún tiempo, pero mi cuerpo no me dio para más y caí al suelo lastimando más mis heridas que por cierto, eran más profundas de lo que yo pensaba.

—¡VEGETA!—la mujer corrió a auxiliarme, sentándose mientras recostaba mi cabeza en sus piernas.

—V-v-voy a a—asesinar a ese sujeto—dije haciendo un esfuerzo inútil por levantarme ya que la mujer me regreso al lugar en donde estaba.

—¿Estas demente?, ve lo herido y frágil que estas, no te dejaré hacerte más daño—odiaba tanto llegar al punto de obedecerla, porque aquellas palabras que ella había dicho, me hicieron sentir un horrible cosquilleo en el estómago, sólo casque los dientes y la mujer me ayudó a volverme a poner de pie mientras me llevaba hacia mi habitación.

—Tienes que acostarte, iré por mi padre para que me ayude a cambiarte, por favor Vegeta, no te muevas de aquí, no quiero que te lastimes más—la mujer salió corriendo, me recosté en la cama, demonios, como odiaba tanto estos sentimientos incontrolables que me hacían obedecer todo lo que ella me decía.

Después de un tiempo ella regreso, su padre la acompañaba, ella salió de la habitación y el hombre comenzó a ayudarme a quitarme mi ropa para que pudiera darme un baño, mi cuerpo me dolía mucho, con cualquier toque que me hiciera el dolor era inevitable.

—Tranquilo, sólo te has roto algunos huesos, pero se que tú sangre es capaz de sanar eso y más—el hombre comentó mientras me tendía una toalla y me acompañaba para que me diera una ducha.

Me metí en la bañera, el agua caliente me hizo sentir mejor, sentí poco a poco como mi dolor se calmaba por un momento.

Después de un tiempo, llame al hombre que me ayudó a salir y a vestirme con algo más holgado y me recostó en la cama.

—Mi hija vendrá pronto para darte algo de comer—dijo, se dirigió a la puerta y se paro en seco antes de salir. —A ella de verdad le importas, por favor, no seas muy duro con ella—la verdad es que no sabía a que se refería, pero sí tan sólo supiera lo mucho que ella me importaba.

—G-g-gracias—aquella palabra no había estado presente en mi vocabulario desde hace mucho tiempo, el hombre sólo sonrió y salió de la habitación.

Después de un rato, Bulma llegó con un gran plato de comida y la dejó a mi costado.

—¿Como te sientes?, ¿ya estas mejor?—me preguntó mientras me observaba preocupada.

—Estoy bien mujer, no es para tanto—ya no aguantaba esto, esa mujer me hacia sentirme de una manera nada normal, con incluso tan sólo una pequeña muestra de su afectó.

—¿Tienes hambre?—me sonrió encarecidamente, no contesté, ella puso la comida encima de una pequeña mesita la cual acomodó en mis piernas sin lastimarme.

Termine de comer, ella se quedó conmigo preguntándome siempre como me sentía hasta que me quedé profundamente dormido.

Después de unas horas desperté, ella se había quedado dormida también, en la mesilla de un lado de mi cama; Está mujer se quedó conmigo hasta que me dormí.

Me parecía increíble la rapidez en que me había recuperado, ya podía ponerme de pie, así que tomé la manta que ella me había puesto y la acomodé en ella para que no sintiera frío; ¿Que demonios estoy haciendo?.

La mire, dormía muy cómodamente a pesar de su posición; Mierda, porque estoy pensando en besarla.

Aquella idea me gano, me acerque hacia ella y pose mi labios en los suyos, para después salir de la habitación, dejándola ahí, mientras que mi mente daba vueltas y no dejaba de preguntarme el porque.

Un Amor Orgulloso (VegetaxBulma).Donde viven las historias. Descúbrelo ahora