Lisa
Todos los días son hermosos, pero de repente me cuesta respirar. Me vuelvo insegura, y el dolor se apodera de mí y me avergüenzo tanto. Nunca pensé que sería tan difícil ser adolescente. Todos esos problemas, esa falta de autoestima. Todos mis amigos me creían una loca, y por eso dejaron de serlo. Me decían que el dolor me consumía, que estaba todo el tiempo en mi habitación. Intento con todas mis fuerzas sentirme feliz, pero eso nunca creo que pase, la pieza se fue, deja el rompecabezas incompleto.
Me repetía constantemente en la cabeza que las palabras no me podían hacer caer, pero era tan difícil convencerme de eso. Era tan difícil quererme, tan difícil ser aceptada. Todo en mi vida era tan...complicado. Me hacían la vida miserable, todos. Así que trataré de seguir con mi vida así como está, así de quebrada, así de asquerosa, así de triste.
Me acuerdo de mis amigos...eran buenos y me querían, hasta cierto momento. Nunca me quisieron a decir verdad, si lo hubieran hecho estarían aquí conmigo, y como ven, no lo están. Me siento tan sola, mi única amiga es de metal. Es la única que me entiende, y la única que escucha mis sollozos.
Si supieran lo que sufro, lo que sufren todas las personas que pasan por esto. En fin, no voy a llenarles la cabeza con estas cosas. Solo trataré de seguir el hilo a la historia.
Bien, como ya saben, mis padres no me quieren mucho. Me odian, lo comprobé un día que me escapé. Me fui por dos días y al volver no había gente alarmada, no habían carteles de "niña desaparecida" y no habían agentes o policías buscándome. Fue allí cuando comprendí que no les importaba, y si no les importaba a mis padres, no le iba a importar a nadie.
Cuando era niña siempre pensaba en ser adolescente, me imaginaba en una vida perfecta, llena de chicos a mi alrededor, querida por todos, popular y fue todo lo contrario. Un minuto de silencio para los niños que no quieren esperar a ser adolescentes.
Estamos en una época en el año donde el amor inunda en los hogares, menos en el mío claro. Todas las fiestas anteriores la pasaba en algún restaurante o en mi casa sola.
Siempre veo esas sillas vacías en la mesa, esas que antes estaban llenas de gente, gente que ahora está lejos, que la vida las llevó por otro camino o que simplemente eligió no estar porque no querían aceptar que una persona de su familia tenía un problema, uno que los avergonzaría en frente de todos.
Y es aquí cuando aparece la tristeza, cuando las sillas vacías duelen y cuando necesito un abrazo que cobije, que proteja, que sea prolongado, que esté lleno de amor y que, lamentablemente, no va a llegar nunca.
Entonces me doy cuenta que extraño esa sonrisa, esas conversaciones graciosas, esa complicidad que teníamos entre mi familia, esa mano dispuesta a ayudarme siempre, esa compañía que necesito en este momento, y que no tengo.
Los ojos se me llenan de lágrimas y me duele en lo más profundo, pero esa es la realidad y hay que aceptarla, suspiro profundo y cierro mis ojos. Al abrirlos giro la cabeza y lo único que veo son nuevamente esas sillas vacías que inundan la casa de silencio y sollozos. Esas sillas vacías que nunca nadie van a ocupar. Esas sillas vacías que hacen que me pregunte si son realmente unas felices fiestas, porque lo que menos tienen, son felicidad.
(...)
Era domingo... y yo estaba con es típico animo de domingo: un poco triste, muy solitaria y sin ganas de nada. Pensándolo bien, todos los días de mi vida eran similares a un domingo.
Caminaba por las asquerosas calles de mi ciudad, siempre con la cabeza mirando al suelo. Podía ver de reojo a la gente que pasaba. Siempre me preguntaba que pasaba con sus vidas, pero nunca sabia la respuesta. En época de fiestas la gente solía ir muy feliz por las calles, pensando en que dentro de poco era navidad y pensando en lo bien que la pasaría en esta celebración. Yo, sinceramente, odiaba esta época del año.
No se si soy una persona triste, lo que si se es que siempre hay un poco de tristeza en los momentos felices. Siempre tengo que arruinarlos, siempre soy yo la que hace que todo este mal. Estoy, dentro de todo, bien. Bien decepcionada de mi, bien vacía, bien fracasada, bien inestable, bien rota, bien triste, bien cansada. Definitivamente estoy bien.
Nunca nadie nota mis lágrimas, nadie nota mi tristeza, nadie nota mi dolor, pero siempre todos notan mis errores. Solo necesito a alguien que haga que estas fiestas sean felices de una vez, alguien que me entienda, alguien que me escuche, alguien que este siempre conmigo. A veces caigo en depresión, y solo quiero abrazar a alguien para desahogarme, pero no hay nadie a quién abrazar.
Cada anuncio repetía la felicidad de una familia en las fiestas y habían veces que me daban ganar de estrellar el televisor contra un muro, no todas las familias son felices. Entiéndelo.
Podía escuchar el ruido del tacto de mis zapatos con el suelo, cada paso me llevaba a un lugar distinto y sin saberlo mis pies se detuvieron en frente del mar, en una costa que desconocía. Mire para los costados, a mi izquierda pude ver a un chico observándome de lejos y a mi derecha podía ver a una chica sentada en la arena. No pude evitar ponerme a pensar...¿Cuanto tardarían en venir y decirme algo hiriente?
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Mouths
JugendliteraturConoce a Roxanne, a Thomas y a Lisa. Tres adolescentes que sufren, sufren lo que muchos hemos sufrido: depresión, trastornos alimenticios o el simple hecho de la discriminación. Siente como ellos, piensa como ellos. Todos a veces necesitamos ayuda...