Una tina, una cuchilla y sentirse tan mal mentalmente que de veras necesitas ese dolor físicamente. Es lo único que se necesita, o por lo menos lo que yo necesito, para sentirme bien. No, no es eso. Realmente hace ya dos años que nunca me he sentido bien. Mi familia no me toma en cuenta, mis amigas me insultan, todos me insultan... me hacen sentir inútil. Mírame, soy un asco. No sirvo para nada. Todos los días pienso... ¿Haría algún bien quitándome la vida? No lo sé.
Siempre llevaba colines, pulseras, todo lo que se pudiera en mis muñecas, porque no quería que nadie se enterara de lo que pasaba conmigo. Ni mi mejor amiga tenía una idea, porque no tengo una. De todas formas, era un secreto muy bien guardado, un secreto que nunca se revelaría.
En fin, no tengo amigos, mis padres me odian, nada podría ser peor. Todo se va sumando y esa suma de dolor llega a mis muñecas. La verdad, es que me hace sentir bien, porque es como mi medicina, es mí yo gritando desde el interior cosas como: eres inútil, no sirves para nada, eres antisocial, eres fea... Y yo no lo he sacado de ningún lugar, me lo dicen todos, y es ahí cuando lo acepto. Nunca he podido permitirme a mí misma el don de "hacer que no me importa" .No entienden, la gente no entiende. No entienden que yo estoy sufriendo y no entienden que necesito de su apoyo, no de sus ganas de cambiarme.
Verán, yo tenía una amiga, una muy falsa. Era mi amiga desde que empecé la secundaria (también empecé a lastimarme en esta) y bueno, ya que era mi amiga le conté todo lo que me pasaba. En vez de darme palabras de aliento o de decirme que me acompañaría, me dijo que era una rara y que siguiera cortándome si quería, pero que a ella ya no le iba a importar. Gran amiga ¿no?
Todo el tiempo estaba cabizbaja, si alguien se enteraba lo que hacía, definitivamente no querrían saber nada de mí. Aunque nadie quería hacerlo, pero en fin, los insultos se multiplicarían por diez o peor, la gente se apiadaría de mí y me verían con cara de pena y eso es lo que más odiaría.
Nunca nadie me tomó en serio. En mi casa, todo era peor. Claro que en el colegio era feo, pero la peor parte era en mi "hogar" si es que puedo llamarlo así. Desde que me descubrieron las cicatrices me trataron de loca, me trataron diferente. No me hacían de comer, no me daban besos de buenas noches, no me saludaban, no me decían hija. Tampoco me mantenían, es decir, trabajaba de moza en un restaurante de cuarta, me pagaban miseria y con ese pedazo de mierda que me pagaban, compraba algo para comer. Mi habitación era el ático, junto con los adornos navideños. Y no me quejo, prefería eso a dormir en un banco de la plaza, aunque creo que pronto me vería en esa situación, lo único que necesitaba era hablar, sacarme lo que sentía, ser apoyada, ser amada, y me dieron todo lo contrario.
Esta es mi historia.
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Mouths
Teen FictionConoce a Roxanne, a Thomas y a Lisa. Tres adolescentes que sufren, sufren lo que muchos hemos sufrido: depresión, trastornos alimenticios o el simple hecho de la discriminación. Siente como ellos, piensa como ellos. Todos a veces necesitamos ayuda...