Tres años transcurrieron y la enamorada pareja continuaba escondida en la cabaña del bosque. Durante todos esos años Dante agregó dieciocho víctimas a su listado de homicidios —veintidós en total—. Y todas las noches, a la misma hora, se levantaba para realizar el mismo ritual; el cual consistía en observar detenidamente cada una de las fotografías pegadas a su pared, y rememorar los buenos momentos que compartió con las más de veinte personas retratadas; todas ellas eran las personas a las que asesinó a sangre fría.
Una en especial era su favorita, aquella donde una adolescente guapa sonreía hacia la cámara.
Cada que terminaba aquél ritual, continuaba con otro, uno menos metódico. Para ello, únicamente debía regresar a su blanda cama y acariciar el sedoso cabello rubio de Farrah, quien había aceptado estar con él para siempre, sin protestar ni imponer condiciones.
La estadía permanente de la muchacha tenía tanto sentido, que nunca logró entenderse. Cualquiera hubiese pensando que Farrah se dio cuenta que el amor que se profesaban realmente era lo único que necesitaban en sus vidas, pero no era así en lo absoluto.
Una noche la muchacha hizo una pequeña maleta y se despidió de Dante. Él le rogó que se quedara, ella en un principio no aceptó, pero él terminó por convencerla. De todos modos, un cadáver no podía oponerse, ¿o sí?
FIN.
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Antítesis del corazón
NouvellesDante estaba sumergido en la oscuridad luego de vivir con una tormentosa familia. No sabía cómo escapar de él mismo y de los trastornos que lo persiguieron durante toda su vida; sin embargo, en uno de los tantos talleres a los que asistía, conoció...
