Primer día igual desastre

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La alarma de mi celular sonó sacándome de mi profundo sueño, me levanté con un salto y mire confundida mi habitación, hasta que mi vista se posó en la pantalla de mi celular y pude leer en grandes letras, "LEVÁNTATE, ES HORA DE IR AL INFIERNO (ESCUELA)". Solté un bufido y apague la alarma.

Me senté en mi cama y pase mi mano por mi cara, me ardían los ojos, ayer me había acostado tarde, como estuve haciendo todas las vacaciones, pero ahora debía levantarme temprano y esto no me gustaba. Me quede mirando como boba mis convers que estaban tiradas junto a mi cama, hasta que me levanté de un salto conectando mi cerebro. ¡Iba a llegar tarde el primer día!

Tome ropa al azar y me metí al baño, me duché, cepille mis dientes y volví a salir para colocarme mis gastadas convers. Baje corriendo las escaleras y me devolví a buscar mi celular y mi mochila, perfecto, casi me voy sin mochila. Volví a bajar, tome las llaves y salí.

Mi madre se había ido a trabajar a las 5:00 a.m, muy temprano, casi nunca la veía. Mi madre y yo vivíamos solas, mi papá se separó de ella cuando tenía diez años, ella lo atrapo engañandola con otra mujer, específicamente su secretaria. Típico.

Caminé apresurada por la calle, el timbre sonaba a las 8:30 y eran las 8:10, sí, se que debería llegar en 20 minutos, pero mi casa esta a 20 minutos del colegio, en auto. Empezé a caminar más rápido, y casi corría cuando el bus se detuvo en la parada.

-¡Espere!- Grite llegando antes de que cerrará las puertas. Me subí y le pague al chófer, me senté con la respiración agitada y esperé hasta llegar al otro paradero. Me baje y mire la hora, 8:30, perfecto, todavia me quedaba caminar un buen trecho hasta la escuela.

Caminaba, trotaba y volvía a caminar, hasta que por fin llegue al odioso lugar, estaban cerrando las rejas cuando llegue.

-Por favor, déjeme entrar- Dije al portero, el hombre me miró con lástima y me hizo un gesto para que entrará. Debía dar mucha pena para conmover al portero, estoy segura que mi cabello ondulado estaba desarreglado, y mis mejillas teñidas de rosa.- ¡Gracias!- Grite entrando al edificio. Las clases habían empezado hace quince minutos, y no tenia ni idea de donde estaba mi sala.

Mientras caminaba mirando por la pequeña ventana de cada clase  intenté arreglar mi pelo lo mejor posiblre dejando un mechón sobre mi ojo derecho. Seguí caminando hasta que me tope con una psicóloga que me había tratado el año pasado.

-Perdón, ¿Dónde puedo saber cual es mi sala?- pregunté jugando con mis pulseras de la mano izquierda, como hacía siempre que tenía que hablar con personas.

-Ahí- me respondió apuntando un mural que estaba llenos de papeles indicando cada curso y su salón.

-Gra...- cerré la boca, la psicóloga ya se había ido y me dejo hablando sola. Caminé hasta el mural y busque mi curso, en el otro edificio, tercer piso. Perfecto.

Caminé hacia el otro edificio, ya que mi colegio consistía en dos, el principal, por donde se pasaba hasta llegar a un patio, y el otro que se encontraba a un costado del patio, después había un portón que daba al gimnasio, y conectando con el gimnasio la cancha donde jugaban a la pelota los hombres. Pase rápidamente por el patio, ya que en el también se encontraban las oficinas de los directores en una estructura a parte. Subí las escaleras y llegué por fin al tercer piso, y entonces vi mi hermosa sala, aquella que tanto había buscado, y estaban cerrando justo la puerta.

-¡Paren!- Exclamé corriendo hacia mi sala. Creo que había bajado dos kilos de tanto correr. Llegue justo a tiempo de detener la puerta, causando un gran alboroto, y ganandome las miradas perplejas de todos mis compañeros, profesora y... directora. En serio este día era un completo desastre.

Dust And AshesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora