Un oscuro secreto

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Había pasado un mes desde que Ceniza me había invitado a aquella velada con sus padres en el elegante hotel, obviamente cuando Daniel regreso a su casa sus padres lo retaron y dijeron que no aceptaban su relación conmigo, Ceniza con su talento natural de ignorar a la gente paso por alto sus palabras y nuestra relación seguía intacta.

Abrí mis ojos con una extraña pereza en mi, me dolía la cabeza y todos mis huesos, la garganta me ardía al igual que los ojos y tenia una sed inmensa. Creo que me había enfermado.

Normalmente casi nunca me enfermo, y eso es algo bueno, pero cuando lo hago, la enfermedad me ataca con todo, no duró más de tres días enferma, pero esos días son una agonía.

Me giro en la cama y tapó mi cabeza con la almohada, hoy tocaba colegio, pero no tenía las fuerzas para levantarme, todo mi cuerpo dolía, y creo que faltar un día no haría mal. Cuando Ceniza saliera puede que me sintiera mejor para decirle el por qué falte.

Me enrolle en las mantas y volvía quedarme dormida en un febril sueño.


Desperté mirando confundida mi habitación, estaba oscuro. Miré el reloj que tenía en mi pared y vi que eran las 19:00 p.m. Dormí todo el día, puede que Ceniza me halla venido a ver y nadie le abrió la puerta.

Me levanté con dificultad de mi cama, me duché y vestí, al verme en el espejo vi mi piel más palida de lo normal y mis mejillas enrojecidas, se notaba que tenía fiebre, además de que mis huesos dolían, pero tenía que ver a Ceniza y que no se preocupara.

Salí de mi casa y caminé hasta la parada de buses, estuve esperando un infinito tiempo hasta que uno se detuvo y subí. Me baje en la parada que quedaba más cerca de la casa de Ceniza y me puse a caminar. En un silencioso ruego pedía que los padres de Ceniza no estuvieran en su casa, no les agradaba.

Llegue hasta su lujosa casa y me quede parada observando un tanto distraída, cuando estaba sana me distraída con facilidad, pero cuando estaba enferma era peor. Agite mi cabeza y llame a la puerta, se abrió enseguida mostrando el rostro de una mujer baja y morena con expresión agradable.

-¿A quien busca?- me pregunto con una cálida sonrisa, estaba usando delantal y parecía ser una empleada. No sabía que Ceniza tuviera empleados, pero era algo que debí imaginar.

-Eh... busco a Daniel- dije. La mujer asintió.

-¿Es una compañera del colegio? El joven se encuentra de mal humor, pero creo que la recibirá, casi nunca vienen a verlo- dijo dándome paso para que entrará en la casa. Entre y la mujer me dijo donde quedaba su habitación, aunque eso ya lo sabía.

Subí las escaleras y llegue ante la puerta de Ceniza, llame dos veces y esperé.

-Pase- respondió su voz desde dentro, se escuchaba enojado. Abrí la puerta con nerviosismo y entre.- Les dije que no me molestarán, si mis padres quieren verme digan...- se quedó callado y abrió sus ojos con sorpresa, si que estaba enojado, ni siquiera se había dado cuenta de que era yo.

-Oh... pensé que eras más amable con los empleados- dije con una pequeña sonrisa, mi cabeza estaba por estallar. Me fije detenidamente en Ceniza, estaba sentado en su escritorio, pero tenía algo diferente, y entonces me di cuenta, era la primera vez que lo veía con una polera manga corta, normalmente usa sudaderas, chaquetas o camisas manga larga ocultando sus brazos, pero esta vez no, además de que tenía un gran moretón en la blanca piel de su mandíbula y un ojo morado.

-¿Cassie? Estaba preocupado estuve casi cuatro horas fuera de tu casa llamando, pero nadie respondía, no fuiste al colegio- dijo poniendose de pie y acercándose para abrazarme, me envolvió en sus cálidos brazos y yo le correspondí.

-Estaba dormida, perdón por preocuparte- murmuré contra su pecho, me separo un poco de él y beso mi frente, pero al instante frunció el ceño.

-Estas ardiendo- dijo posando una mano en mi frente. Sonreí de lado.

-¿Dudabas de eso? Es un talento natural en mi- respondí con una broma, pero Ceniza no rió.

-Tienes fiebre, estas enferma, ¿Por qué viniste así?- Preguntó sentandome en su cama. Lo miré ofendida, yo era muy capas de venir enferma o no.

-¿Te dieron una paliza?- dije cambiando de tema mientras pasaba mi mano por la zona morada de su cara. Ceniza hizo un gesto de fastidio.

-Alex me golpeó- respondió con sus ojos grises llenos de furia. Levante mis cejas.

-¿Por qué hizo eso?- pregunté irritada, Alex no tenía derecho a golpearlo.

-Bueno, digamos que yo di el primer golpe, y luego salí perdiendo, creo que debo practicar boxeo- dijo con gesto pensativo, lo mire buscando una explicación.- Estaba diciendo cosas feas de ti a sus amigos, y apostaba sobre cuanto tardaría en llevarte a la cama. Los escuche, me enoje, le pegue, y... bueno, termine así porque soy débil- Explicó mientras señalaba su rostro. Sentí mi sangre hervir, Alex era un estúpido.

-Yo podría haberle partido la cara sin problemas, no tendrías que haberle pegado- dije con una mueca porque él término así por mi culpa.

-No te preocupes, hace tiempo que quería golpearlo- dijo soltando una amarga carcajada. Se levantó.- Vamos, tienes que descansar, te acompañó a casa- Ofreció mirandome con una dulce expresión, ya había sacado la conclusión de por qué no fui al colegio, me tendió una mano para ayudarme a levantarme de la cama cuando vi algo que me hizo abrir los ojos de sorpresa y enfado. Ceniza me miró curioso, y su mirada llegó al punto en el que estaban fijos mis ojos, enseguida un rubor cubrió su cara y oculto sus brazos en la espalda.

-¿Por qué?- pregunté con expresión grave. Los brazos de Ceniza, blancos y delgados, estaban cubiertos de una red de cicatrices, de sus muñecas hasta casi llegando a los codos tenía unas pálidas cicatrices de cortes, lo bueno es que no eran recientes, pero había algunas que todavía tenían un color rojo, como si se las hubiera hecho meses atrás.

-Porque no encontré otra forma- dijo con sus ojos brillando, parecia a punto de derrumbarse, nunca lo había visto así.- Pero deje de hacerlo porque tú me salvaste, te lo dije al darte la cadena- Contestó señalando mi cuello del que colgaba el corazón azul que él me había regalado y tenia el mismo color de mis ojos.

-Pero por qué lo hiciste- Pedí con expresión herida, pudo haber muerto desangrado antes de que nos conociéramos, y nada de los recuerdos lindos que tenía con él existirían.

-Sufría bulling en el otro colegio, te lo conté, por eso- Contestó mirando el suelo. No lo podía creer.

-Eso es de cobardes- dije con enojo, no me gustaba como las personas se lastimaban a si mismas por las palabras de otras, eso era no valorarse a sí mismos. Ceniza miró al suelo y asintió.

-Sí, eso fue algo que me gustó de ti- dijo asiendo que lo mirara confundida- Eres fuerte, y yo soy cobarde-

Lo mire con lástima por unos segundos, él me había contado que en su otra escuela lo molestaban con sobrenombres como: Ricachon, mimado, emo, y muchas cosas más, yo no sabia que eso le hubiera dolido tanto, y le conteste que eso no era nada, que a mi, mis amigos de la infancia me empezaron a poner sobrenombres, me quitaban mi comida, decían cosas de mi a mis espaldas, hacían que el curso entero me molestará, aveces me golpeaban, mi padre me había abandonado, mi madre nunca estaba en casa y yo siempre estaba sola, en ese momento Daniel me miró y tomó mi mano, acarició mis muñecas y sonrió, luego se acercó a mi oído y me Susurró, "Eres valiente". En ese momento no lo había entendido ahora sí.

-Al menos ya no lo haces- dije tratando de que dejáramos el asunto de lado, ya no me gustaba.

-No, y te prometo que nunca más lo haré- dijo con ojos arrepentidos, lo mire con una sonrisa.- Pero promete que jamás me dejarás, y nunca acabarás con tu vida- Pidió con una expresión suplicante. Me acerqué a él.

-Sólo si tu me prometes lo mismo- dije en su oído, él se estremeció ante eso y tomó mi cintura.

-Nunca lo dudes- respondió aprisionado mis labios.

Dust And AshesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora