Ojalá no hubiera hablado sin pensar. El verano había quedado atrás, la realidad, la cruda realidad siempre es frívola, llegando sin avisar cuando menos la esperes. La nieve fue la encargada de congelar preciosos recuerdos en escarcha que finalmente sólo pasarían a ser unas gotas más en el inmenso mar de la memoria, el agua se llevó mis esperanzas y el vaho de mi aliento, sólo dejaba un aroma helado y poco cálido en el oscuro cuarto de mi ser. Aquí oficialmente mi vida se derumbó de nuevo, por segunda vez ¿Qué hice mal? No lo sé...
Dicembre, 2005.
La lluvia que caía era fría, jamás había sentido una igual, era rara en sí, en esta época del año el crudo invierno era seco y poco húmedo, podía contar las puntas de hielo que se formaban por el toldo de la ventana de mi habitación. Pero en esta ocasión, el agua las había derretido, dejándome ver solo su copiosa caída desde las nubes, tan negras como el curtido rostro de Félicie, la criada de mi abuela, tan enfadadas como si fueran a romperse dentro de nada para dar paso a grandes cántaros de agua. El cielo parecía estar enfadado sólo conmigo.
La noche cubría el pueblo de Tucksonville con su oscuro y perverso manto, aunque los truenos que caían del cielo me permitían leer a la perfección un libro que Johannes me había comprado no hasta hacía unos días y estaba embelesada con él. La luz se había cortado hace más o menos una hora, me encontraba aislada y solitaria en la gigantesca mansión Larue, mis abuelos y Noel se marcharon repentinamente al supermercado por velas y linternas y de paso, a cerrar las puertas de la oficina que estaba cercana al lago, porque George se había olvidado de hacerlo. Sophie los acompañó porque necesitaba comprar comida para perros y Noel simplemente se ofreció a llevarlos, según él, las carreteras se volvían peligrosas cuando anochecía y mis abuelos ya no estaban lo suficientemente jóvenes como para conducir cuando llovía.
Nunca presté atención a esos comentarios exagerados, se volvió un tanto maniático desde que una mujer fue asesinada por un ladrón en el parque del pueblo.
Lancé una mirada al oscuro y húmedo paisaje nocturno que podía contemplar desde mi litera, comenzó a llover a toneles de nuevo, supe que esta lluvia no se iría por los consiguientes días, así que me acomodé y acaricié mi vientre lleno de vida. Sonreí al sentir una patadita y a continuación, su hipar.
-¿Tienes hipo, mi amor? -dije sin esperar repuesta, otra patada se hizo sentir en mi panza.
Sabía que extrañaba a Noel. Cuando se ponía a patear no podía calmarla yo sola, era él quien lograba hacerlo. Últimamente andaba muy pesadita y no me dejaba dormir lo suficiente, cosa que Johannes notaba cuando era la hora del desayuno.
Mis abuelos aun no lo saben, sé que Sophie tuvo a mi madre ya a los treinta, bastante madura y se casó mucho antes de que se embarazara, cuando Johannes, en un arrebato de amor se lo pidió en la Fiesta del Lago, que se celebraba cada veintiséis de julio. Mi abuelo fue su único novio, mi madre se casó con su primer amor, mi padre. Y aquí estaba yo, tan diferente a todos ellos.
Sé que reaccionarán bastante mal, hace apenas tres semanas llegué aquí, ellos siempre tuvieron valores recatados, pues nuestra familia era muy respetada aquí en Tucksonville, desde que se casaron, ellos formaron una de las mejores granjas en crianza y venta de caballos. El negocio estaba extendido por los principales puntos centrales de la región: Aspen, Montrose, Fort Collins y algunas granjas en Wyoming e Idaho.
Que la nieta Larue, la primera y la única descendiente viva, estuviera embarazada y sin hombre a los diecisiete años sería una noticia verdaderamente chocante para ellos, especialmente para su moral católica y solemne. Gracias a Dios contaba con el apoyo de Noel y de... bueno, sólo de él, pero creo que es la intención lo que cuenta ¿No?
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La perspectiva de la zorra
Fiksi RemajaVennus Cuddyer no es la hija única con las mejores calificaciones de la preparatoria, ni tampoco una nerd que choca accidentalmente con el Adonis de tercer año y se enamora profundamente. Ella es la hermanita menor, la zorra, la que se acostó con la...