Un cielo lleno de estrellas.

Capítulo 27. ~ Deber. ~

Hoy se supone que llegará mi madre, aunque la verdad no he recibido nada de ella, regresamos a casa y fui a mi habitación.
- ¿Puedo pasar?- Escuché decir a Christian desde el otro lado de la puerta.
- Pasa.
Entró y cerró detrás de él, fue hasta mi cama donde estaba yo acostada, hice un espacio para él y se acostó al lado de mi, me abrazó fuerte, lo necesitaba, necesitaba sentir que él estaba cerca de mi, necesitaba su olor, un beso de esos que callan al cerebro y hacen hablar al corazón, un silencio para escuchar a nuestras voces internas... En resumen, lo necesitaba a él.
No sé en qué momento sucedió, en qué momento de mi vida me encontré enamorada de un chico que en principios tuviera novia, tampoco sé en qué preciso instante él se convirtió en mi vida, en mi todo, en mi pequeña gran galaxia, no lo sé y no lo sabré jamás, sólo sé que nacimos con un destino y propósito, quizá el mío sea encontrarme con él, y amarlo hasta que al viento se le ocurra llevarme a bailar al ritmo de los muertos, mientras tanto a mi me toca ser feliz.
- ¿En qué piensas?- Preguntó Chris
- En ti.- La sinceridad llegó a casa. - ¿Y tú?
- En lo hermosa que te ves al pensar en mi. - Dijo.
Lo besé, lo besé como si mi vida dependiera de eso, no de esos besos en plan de comerse al otro, sino de esos en los que hay un ritmo especial entre ambos locos amantes.
Así lo besé, me besó, nos besamos.
Mi aire no era suficiente como para un beso tan largo, pero no me interesó, así que seguí.
Mis pulmones parecían intactos, fluía el aire y también el amor entre esos escasoso centímetros que nos separaban, yo lo sabía... no, no, LO SENTÍA, sentía la necesidad de ambos de estar con el otro... Sabes, de esas veces que tienes una pequeña lucecita en el corazón que te dice puedes amar a esa persona sin temor alguno, que quizá salgas lastimado, pero el que no arriesga, no gana, y estoy en el punto de mi vida donde no me interesa salir dañada, pues en este momento mi felicidad depende de dos personas, de él y de mi; mucho tiempo aprendí de la soledad y la pérdida de personas que amo, como sucedió con mi abuela y mi padre, no me estoy haciendo la víctima, al contrario, gracias a la pérdida puedo decir que ahora soy una persona totalmente feliz, con los brazos abiertos al amor; no solo al amor propio que aprendí a tener después de que mi padre murió, sino al amor de otras personas, un amor recíproco, donde de la misma manera en la que entregas, recibes, eso me está pasando... Quizá sea eso lo que todos necesitemos en algún punto de nuestra existencia terrenal... amor.
Siento que no es mi cerebro el que ordena que pienso en este momento... sino que lo hace mi corazón, aquel que estuvo tras cadenas por mucho tiempo, sin esperanzas de amar o de equivocar su camino; eso es lo que mi corazón está sintiendo en este momento, esa sensación de explotar cuando aquella persona te mira o simplemente dice algunas palabras. No sé cuando cambió mi manera de pensar respecto al amor; pero no espero cambiarla en un largo tiempo, y si es posible, jamás.

El amor tocó a mi puerta, y no quiero que se vaya del corazón de esta psicópata.

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Hola, espero que hayan leído y disfrutado, ustedes no saben cuan feliz me hace compartir un poco de mi vida con ustedes, aunque sea mi mentalidad y sentimientos reales detrás de un personaje ficticio, con una vida diferente y una actitud un tanto parecida a la mía, de verdad agradezco que lean un poco de mis cosas, los aprecio y les deseo un año lleno de amor y buenas vibras, gracias por leer, en verdad, por esperarme y por seguir adelante. Vamos por más. 💪💕
Daiana Vega.
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