Una historia sin final (YellowMellowMG y Tú)

CAPÍTULO 9 - DEMASIADO CERCA

   *Vuelta a la actualidad*

¡Eso es asqueroso! La peor comida que he probado en mi vida, ¡la P-E-O-R! De verdad, espero que a esa pobre chica que han atropellado no le den esa comida. Bueno, quien dice comida dice una puta mierda. - Eso pensé en cuando probé la comida

Aún no me explico como, pero me terminé eso y me tumbé en la cama. Intenté encender mi móvil, pero estaba muerto. Salí al pasillo y me encontré al médico de antes, así que le volví a pedir su móvil para llamar a Melo, pero una vez más, no respondió, así que me fui dar otra vuelta.

- Espere ____. Ahora venía a llevarle esto. – Miró a una silla de ruedas y yo le miré incrédulamente.

- Si quieres pasearte por ahí, es mejor que lo hagas con esto, por las costillas.

Resoplé.

- Está bien, deme eso. ¿Pero puedo ir al bar a por un bocadillo? Es que la comida no me gusta.

El medico asintió y yo me senté en la silla y me fui al ascensor. Bajé hasta la planta baja y me dirigí al bar a comprar un bocadillo. Al principio, el camarero no parecía muy convencido, pero al final me dio un bocadillo de fuet.

Pasaron unos minutos, y cuando estaba volviendo a mi habitación me pareció ver una cara conocida.

Narra Melo

Abrí los ojos y me levanté en un lugar extraño. El lugar doné reposaba estaba duro, y sucio, y húmedo. Me froté los ojos e intenté ponerme de pie, apoyándome en una piedra que estaba a mi lado.

Entonces miré a mí alrededor y me di cuenta de que estaba en un cementerio, en concreto al lado de la tumba de Laura. Miré al suelo y vi un bote de pastillas tirado, con las pastillas escampadas por ahí.

Decidí volver al hospital, a pesar de que mi aspecto en ese momento era el de un vagabundo, parecía que llevase meses viviendo debajo de un puente. Y además, yonki; cuando me estaba dirigiendo al hospital, me paré enfrente de un aparador para intentar arreglarme, y tenía unas ojeras, una expresión... Aunque debo admitir, que no me extrañó, porque en ese momento recordé lo de las pastillas.

No te extrañe que parezcas una yonki Melo, así cualquiera. Además, es verdad. – me dije a mi misma, mientras intentaba peinar mi pelo rosa con mi mano. Estuve un buen rato caminando hasta que por fin llegué al hospital.

Me dirigí a la habitación de Nuria pasando por delante del bar, pero no tenía dinero para pagar un café, así que me centré en buscar la habitación de la pelirroja. Cuando estaba a punto de abrir la puerta, lo recordé. Recordé que unas horas antes, o bueno, unos días antes, la verdad es que no se cuanto tiempo estuve tirada en el cementerio.

Bueno, que me voy por las ramas. Recordé que habían entrado unos médicos con ____ en una camilla y que se la habían llevado al quirófano, así que bajé corriendo hasta abajo para preguntar por ____ Sánchez. La recepcionista me dio el número de su habitación, que casualmente estaba muy cerca de la de Nuria, demasiado cerca. Subí otra vez hasta la tercera planta a toda prisa y entré en la habitación 318.

Era como cualquier habitación de hospital, puertas gigantescas, dos camas separadas por una cortina con mucho aparatos, una tele más pequeña que un portátil, las paredes blancas y un ambiente deprimente. Había una bandeja con cubiertos de plástica en una mesa pequeña, y en la mesilla que estaba al lado de la cama, un móvil roto.

Ya que ____ no estaba, decidí investigar un poco esa habitación. Había una silla al lado de la cama con una chaqueta, una camiseta y pantalones, supuse que todo eso era de _____.

Cogí la chaqueta y metí la mano en el bolsillo. Saqué un papelito y lo reconocí, era la nota que la había dejado en los pantalones, esa que ponía Te quiero ♡. Después puse la mano en el otro bolsillo y había un paquete de cigarrillos. Eso me sorprendió, ya que cuando estábamos saliendo, jamás vi a ____ fumando.

Cogí después sus vaqueros y si, en el bolsillo tenía un mechero. Ya sé que esa mayorcita y que no soy su madre, pero eso me alarmó, no me gusta ver como la gente paga para matarse a si misma sin poder parar. Sin pensarlo dos veces, cogí el mechero y el paquete y los lancé en la basura del pasillo. Ella podría comprar más, pero de alguna manera, eso me tranquilizó.

Justo cuando iba a sentarme en la cama, entró ella por la puerta.