Lo primero que me dijo mi abuela cuando me entregó sus libros de estudio, sus notas, sus utensilios y artefactos fue "No pierdas la concentración Prudence, a veces el universo te pone trampas para que hagas las cosas mal, a veces los seres de la oscuridad te tientan para que te unas a ellos; y ese, querida, es el peor de los errores".
Desde pequeña mi abuela, Sarah, me cuenta historias de brujas, cómo sobrevivieron, cómo se cuidan ahora, cómo se ocultan en el mundo; me ha instruido en casa, me ha cuidado, y sobre todo me ha ayudado a crecer como persona.
Vivimos en una pequeña casa en medio de un bosque, pocas veces vamos al pueblo, y raramente a la ciudad.
No conozco a ningún otra persona a parte de mi abuela y una amiga de ella que tiene un pub en el pueblo, o bueno, muy cerca a él. Quizá esta semana vayamos a visitarla, su nombre es Clemence, tiene la misma edad de mi abuela; en las noches nos sentamos las tres frente a las llamas de la chimenea y ellas cuentas historias, tomamos té, comemos galletas, los gatos y perros de Clemence se acuestan al lado nuestro, para las doce nos vamos a la cama, en la habitación donde duermo el ventanal queda al lado de la cama, de noche se ven las estrellas y de día las nubes grises cubren el cielo, se puede ver el bosque.
Es hermoso.
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Prudence Hellen.
FantasíaEl estudio de la ciencias ocultas no es peligroso como todo el mundo cree, o bueno, no tanto.