Al día siguiente le mandé un mensaje a Izan diciéndole que no podía quedar. En lugar de responderme, me llamó.
-¿Qué ha pasado? –Dijo cuando descolgó. –Creía que tenías ganas de estar conmigo.
-Y las tengo. Pero hoy no puedo. Mañana, ¿vale?
-Está bien...
Nos despedimos y colgué. Suspiré tranquilo por haberme librado de Izan, aunque me sabía mal. Sentía que anteponía a Blas a alguien que se interesaba por mí de verdad. Y con ese pensamiento tomé la decisión de decirle a Blas que se había acabado, que no podíamos volver a vernos.
Salí a la calle para encontrarme con Blas. Caminaba nervioso, siempre que iba a verle me ponía nervioso. Cuando llegué me estaba esperando. Casi corrió hacia mí y me abrazó, con fuerza, con firmeza.
-Hola... -Susurró. –No te imaginas cómo necesitaba verte.
-Blas...
-No, Álvaro, cállate. Voy a dejar a Carlos.
-¡¿Qué?!
-No puedo seguir engañándole, y no puedo seguir engañándome a mí mismo.
-Blas, no te precipites. –Agarré sus manos. –Os queréis, joder.
-Claro que le quiero, le quiero mucho. Pero luego te miro...
-¿Me miras y qué? –Insistí al ver que se quedaba callado.
-Te miro y siento tantas cosas a la vez, Álvaro... Ni siquiera puedo explicarlo.
Suspiré y me pasé las manos por la cara. Blas se acercó a mí, colocó sus manos en mi cintura y me atrajo hacia él. Unió su frente con la mía y me besó, lentamente, recorriendo mi espalda con sus manos.
-¿No lo sientes? –Susurró en mis labios. –Porque yo solo lo siento contigo.
-Claro que lo siento. –Sonreí. –Pero no saldría bien. Carlos es mi mejor amigo, Blas. Es una de las personas más importantes de mi vida.
Mis ojos se clavaron en los suyos. Y aunque mi boca decía no, mis ojos gritaban sí.
-Pero nos queremos. –Dijo Blas.
-Vete a casa, Blas. Vuelve con Carlos, olvídate de mí, ¿vale?
Blas me miró de arriba abajo y se fue, sin decir nada más. Cuando estuvo lo suficientemente lejos me senté en el suelo, en plena calle, y comencé a llorar.
Acababa de romperme el corazón a mí mismo alejando a Blas de esa forma porque creía que era lo correcto. Pero... ¿y si eso no era lo correcto? ¿Y si estaba cometiendo el mayor error de mi vida?
En cuanto llegué a casa llamé a Izan. Le conté todo, que no había quedado con él por ver a Blas, pero que se acabó.
-Estoy orgulloso de ti. –Dijo Izan. –Has hecho lo correcto, Álvaro.
-Gracias, de verdad.
-Tengo muchas ganas de verte...
-Yo también a ti. ¿Te invito a cenar? Mi hermana se va.
-¡Genial!
Izan apareció en casa un par de horas más tarde. Cuando le abrí la puerta me abrazó, como si hubiera estado siglos sin verme. Sonreí entre sus brazos y hundí la cabeza en su cuello. Cuando me soltó me dio un dulce beso en los labios.
Se sentó en el sofá y yo fui a la cocina. Estaba haciendo unas pizzas para cenar, no era un gran cocinero.
-Aunque sea un cliché, quiero comerte a ti... -Susurró Izan apareciendo de pronto en la cocina.
-Seguro que las pizzas están más ricas. –Reí acercándome a él.
-No sé yo...
Izan colocó sus manos alrededor de mi cintura y me pegó a él. Me besó con fuerza, con necesidad, mientras movía su cadera contra la mía. Nuestra respiración se agitaba, y con cada movimiento me excitaba más.
Blas se cruzaba por mi cabeza en cada beso, a pesar de mis intentos por mantenerle lejos de mis pensamientos.
-Huele a quemado. –Susurré.
Izan me soltó y saqué la comida del horno. Fuimos al salón y cenamos mientras hablábamos de todo y de nada a la vez.
-¿Me enseñas tu cuarto? –Dijo Izan cuando terminamos.
-C-Claro.
Me levanté y él me siguió. Llegamos a mi habitación, él entró mientras yo estaba apoyado en la puerta observándole.
-Ven aquí... -Se sentó en mi cama.
Me acerqué y me senté sobre él, que paseaba sus manos por mi espalda, dejando caricias que me erizaban la piel.
Comenzó a besarme. Su erección se clavaba en mí. Nuestra respiración se agitaba de nuevo, y con cada movimiento los gemidos de Izan aumentaban. Sus manos se metieron dentro de mi camiseta.
-Despacio. –Susurré.
-Venga, Álv... -Gimió. –Sé que tú también estás deseándolo.
-S-Sí... Pero...
-Pero nada.
Izan me besó haciéndome callar y desabrochó su pantalón. Hizo lo mismo con el mío, y poco a poco nos deshicimos de toda la ropa.
Me colocó boca abajo en la cama, sujetó mis manos por encima de mi cabeza y besó mi cuello mientras rozaba su miembro contra mi entrada.
-Izan... -Gemí. –Ten cuidado.
-Shhh... -Respondió.
Y con una sola embestida se introdujo dentro de mí. Por más que grité Izan no se detuvo. Se movía dentro de mí, cada vez más rápido.
-¡Para! –Grité. –Joder, Izan, para.
-Cállate. –Gimió. –Ya te acostumbrarás.
Pero no me acostumbré. En lugar de eso, sangré. No dejaba de dolerme, estaba prácticamente llorando.
Cuando Izan se corrió salió de mí y se fue después de haberme dado un beso en la frente. Me hice un ovillo y me quedé en la cama, hasta que mi hermana llegó y me llevó al hospital.
Me sentía avergonzado por eso. No quería ni mirarla a la cara.
-Tranquilo, ¿vale? –Me dijo abrazándome. –Te quiero.
Me dejé abrazar y lloré sobre su hombro. Me sentía tan estúpido... Y no dejaba de pensar en Blas. Quería que viniera y se tumbara junto a mí, que me abrazara y me besara hasta que sintiera que todo estaba bien.
Cuando volvimos a casa, mi hermana me dejó dormir con ella.
-¿Quieres que llame a Carlos? –Me dijo antes de dormir.
-N-No, por favor. –Sollocé. –Estoy... Joder, estoy enamorado de su novio.
Le conté todo, absolutamente todo. Estuvimos prácticamente toda la noche despiertos, pero a ninguno de los dos nos importó, además, no era la primera vez.
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Perdón por haber estado tanto tiempo sin subir, he estado liada.
Espero leer vuestros comentarios y saber vuestra opinión, ¿eh? :)
¡Gracias por leer!
Besiiiiiiiiis
att: lovegango
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Doubts || Blálvaro ||
Fanfiction¿Qué pasaría si un día descubres que no eres quien crees ser? Blálvaro || Blarlos.