Capítulo 3.

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Me desperté con un dolor de cabeza horrible. Supongo que es eso a lo que llaman resaca. Miré mi móvil y tenía mil mensajes de Carlos preguntándome que qué tal estaba, decidí llamarle.

-¿Álvaro? ¿Estás bien?

-Sí, sí. Bueno, creo que tengo resaca, pero estoy bien.

-Desapareciste... Bueno, Blas me dijo que te encontró.

De repente los recuerdos de la noche anterior me golpearon. Sonreí automáticamente al recordar los besos de Blas.

-Eh, sí. Estuve con él.

-¿No te has enfadado? –Preguntó.

-No, tranquilo. Tengo que colgar, luego hablamos.

Volví a cerrar los ojos y pensé en todo lo que había pasado. Pensé en el chico con el que me besé en la fiesta, era muy guapo. Y pensé en cómo Blas me había consolado después. Era increíble lo bien que me había hecho sentir.

Salí de mi habitación y encontré a mi hermana comiendo en el salón.

-¿Qué hora es? –Pregunté.

-Son las dos. Buenos días. –Rió.

Le saqué la lengua y fui a la cocina. Preparé un bocadillo y volví a mi habitación. Encendí mi ordenador para ver alguna serie, pero salió un anuncio de una web gay.

Sentí curiosidad y abrí la página. Fui siguiendo los pasos y antes de darme cuenta ya estaba inscrito. Subí una foto mía y me puse a investigar.

Vi a muchos chicos que me parecieron monos, pero daba vergüenza hablarles. Además, otro montón de chicos me hablaron a mí.

Pasé horas allí sentado, simplemente mirando aquella página web. La mayoría de chicos me decían que querían quedar conmigo, pero la verdad es que yo solo estaba allí para tantear el terreno. Primero tenía que terminar de descubrirme a mí mismo.

Cuando decidí apagar el ordenador llamé a Carlos y quedamos en que pasaría por su casa para cenar. Cuando llegué me crucé a Blas en el portal.

-Hey, ¿cómo estás? –Me preguntó.

-Bien, creo. –Suspiré. –Blas, necesito hablar contigo.

-Tranquilo. –Acarició mi mejilla. –Nadie sabe nada de lo que pasó anoche. Y así seguirá.

-No es solo eso... -Agaché la cabeza. –Necesito ayuda.

-Si quieres... Podemos quedar mañana.

Asentí y Blas sonrió. Apuntó su número de teléfono en mi móvil y me revolvió el pelo antes de irse. Cuando hacía eso me sentía como un crío a su lado, a pesar de que solo era un par de años mayor que yo.

Carlos me esperaba en la puerta. Me invitó a entrar y comimos una enorme pizza sentados frente a la televisión ya que, por suerte, estábamos solos.

-¿Qué tal anoche? –Me preguntó.

-Bien, muy bien. ¿Y vosotros?

-Genial. –Suspiró. –Blas es... Es jodidamente increíble. Tú sabes que yo no soy nada sentimental, pero con él es todo tan...

-Lo sé. –Sonreí.

-No puedes saberlo, hasta que no le besas no sabes cómo es. –Carlos sonreía.

Pasé las manos por mi cara y suspiré. Se me olvidaba la peor parte, Blas era el novio de mi mejor amigo.

-David me dijo que Nerea andaba detrás de ti.

-Ya, bueno. –Respondí. –No me gusta.

-Álvaro... Llevas mucho tiempo sin que te guste ninguna chica.

Me encogí de hombros y cambié de tema antes de que dijera algo más. Claro que quería contarle a Carlos todo lo que estaba pasando, pero no podía. Al menos de momento.

Cuando volví a mi casa entré de nuevo en esa web gay. Tenía decenas de conversaciones de chicos que se interesaban por mí. Intentaba contestar casi todos, pero me aburrían. Siempre querían más fotos mías, o quedar, o saber cuánto me medía.

Entonces recordé que tenía el número de Blas. Cogí mi móvil y decidí escribirle.

Álvaro: Hola, soy Álvaro.

Blas: Pensaba que no ibas a hablarme. ¿Nos vemos mañana después de comer? Te invito a un café.

Álvaro: Claro.

Me acosté pensando en ese momento. En volver a estar a solas con Blas. Sabía de sobra que no estaba bien, que no debía hacerlo. Pero ese chico tenía algo que te empujaba a querer verle y querer sentir que se interesa por ti.

Y, no lo voy a negar, cuando recordaba la noche anterior y pensaba en sus besos, se me ponía dura.

Al día siguiente a penas comí. Saber que iba a ver a Blas me ponía nervioso. Bueno, saber que íbamos a estar a solas también me parecía excitante.

Salí de casa con tiempo, caminé despacio hasta llegar a la hora justa. Blas ya estaba allí.

-¿Entramos? –Dijo tras saludarme con un beso en la mejilla. –Te invito a un café.

-Claro. –Sonreí.



Doubts || Blálvaro ||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora