Después de pasarme un rato zampando tortitas tenía el estómago lleno y podía volver a la calle a buscar un nuevo hogar, si se podía llamar así. Pagué y la chica que atendía me dedicó una amplia sonrisa y como estaba contenta sonreí levemente. Bien, ahora tenía un problema menos pero seguía sin tener donde refugiarme. La luz del sol calentaba mis mejillas mientras observaba la calle, parada enfrente de la cafetería. Es extraño como todo es igual de bullicioso donde quiera que estés, gente ocupada que anda de un lado a otro con la hora pegada y pensando en sus preocupaciones. Gente con trabajo, dinero y seguramente una familia que alimentar.
Empecé a preguntar de nuevo a las personas que veía que no parecían demasiado ajetreadas, y por fin una señora me dijo que a tres calles de aquí había una pensión. Me dieron ganas de besarle la frente a esa mujer. Ahora solo faltaba llegar sin perderse. Iva preguntando conforme creía que me desviaba del camino, hasta que alfin pude leer el cartel, "Pensión Haifisch". La puerta estaba destartalada y parecía que si la mirabas demasiado colapsaría al momento, toqué un poco la maneta y abrí la puerta con cuidado. Antes de que pudiera reaccionar una botella de cerveza impactó contra la pared, empapándome cn el líquido.
- ¿Oid cabrones, así es como recibís a los clientes?
Mi boca actuó por si sola antes de que pudiera pensar. Una panda de borrachos estaba allí, como un amasijo de cuerpos soltando alaridos incomprensibles. Hasta que yo abrí la boca. Todos comenzaron a mirarme como si hubiesen visto un fantasma, con la mandíbula inferior colgando y los ojos como platos.
- ¿Qué miráis?
- ¡Es la primera vez que entra una mujer en años!, ¿quieres beber algo? ¡Vamos, tenemos que comportarnos como caballeros!
Sinplemente, patético. Algunos de esos esperpentos intentaba hacer una reverencia, que acababa en una caída en dirección al suelo. Lo peor esque con la tontería uno de ellos cayó de morros y por el charco rojo que iva aumentando por momentos podías intuír que se había hecho pupa.
- Dejaros de gilipolleces, ¿esto es una pensión no?, Quiero ver al encargado.
- Soy yo señorita.
Detrás de la barra de bar, había un hombre de unos 50 años, al que empezaban a aflorarle unas cuantas canas por el pelo y tenía un bigote blancuzo, pero bien arreglado. Se veía calmado, y con un aire de sabiduría debida a los años. Todo un personaje, vaya.
- Perdone si estos muchachos la han molestado, estoy terriblemente apenado por su conportamiento tan vulgar, y les rogaría que se fueran lo antes posible.
Después de dejar escapar las últimas palabras, aquellos hombres empezaron a temblar, e incluso el herido se levantó, con la cara cubierta de sangre. Aquel hombre les dedicó una mirada burlona y entre chillidos y jadeos desalojaron el lugar como si tuviesen a la policía en frente.
Anonadada, simplemente le espeté:
- ¿Quién es usted?
- Por la reacción de esos hombres, soy el diablo. Yo creía que sólo era el encargado de una pensión.
Su presencia inspiraba respeto, pero solo era un hombre normal. Algo no cuadraba con esa fachada de señor mayor.
- Bueno, ¿tiene alguna habitación libre?
- Déjeme ver...
Cruzó una puerta a lo que parecía ser un pequeño estudio y pude escuchar como pasaba las hojas de un libro, seguramente un registro de visitantes. Lo volvió a dejar sobre la mesa y con una pequeña sonrisa dijo:
- Sí señorita, nos quedan 3, puede elegir la que quiera.
- La que tenga balcón.
- Entonces la suya es la 18.
Volvió al estudio y se escuchaba un traqueteo de llaves, las de mi nueva habitación.
- Tome, espero que su estancia sea gratificante y no se vuelva a repetir el incidente de antes.
- Ya, porque no quiero tener que reventarle una botella a nadie en la cabeza.
El hombre no se sorprendió en absoluto, y con esa calma que lo caracterizaba me acompañó hasta mi cuarto. Una habitación pequeña, y con un baño más grande de lo habitual para el de una pensión. Estaba muy bien para salir del paso.
- Un momento, ¿cómo se llama usted?
- Alfonse, señorita. ¿Le importa decirme el suyo?
- Olivia.
Alfonse, me explicó un par de cosas de la habitación y rápidamente dejó la instancia, no sin anted decirme donde podría encontrarlo en caso de que necesitase algo. Ya no tendría que preocuparme de nada hasta mañana, que es cuando empezaría a pensar en como encontrar trabajo.
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Mierda pura.
General FictionFicha policial: Nombre: Olivia Frederich. Estatura: 1'65-1'70. Edad: 20 años. Nacionalidad: Alemana. Historial: Desorden público, conducción bajo el efecto del alcohol, tenencia de estupefacientes, resistencia a la autoridad policial, 1 año en prisi...