El decir que las cosas estaban un poco tensas entre todos era como decir que el océano era un mísero charco de agua.
Harriet ya había tenido que lidiar con las constantes peleas entre James y Doug desde hacía años, pero ahora había que agregar a Naya a la lista. No le gustaba que la gente peleara, y menos si no tenían una buena razón para ello; vale, sabía que James podía ser realmente estricto y sobreprotector cuando se lo proponía, pero no le cabía en la cabeza cómo era que Doug y Naya estaban tan ciegos como para no darse cuenta de que solo intentaba mantenerlos seguros. De cualquier forma, ella tampoco se salvaba de ser el blanco de ira de Naya, constantemente se había ganado miradas asesinas por parte de su compañera de cuarto, además de que sus contestaciones eran cada vez más groseras; estaba segura de que Naya estaba comenzando a odiarla, pero ella no tenía la culpa que quisiera ser una superheroina para salvar al mundo las veinticuatro horas del día, tal como solía pasarle a Doug de vez en cuando. Quizá tenía una apariencia aniñada y era extremadamente hiperactiva, pero al menos comprendía eso; ellos no.
En su primera vida ella había tenido que madurar realmente rápido, tuvo que tomar el rol de madre cuando la suya decidió abandonarlas a ella y a su hermana pequeña, cosa que la hizo crecer. La gente a veces olvidaba eso, especialmente sus compañeros, siempre parecían olvidar que ella también era una adulta, ella era solamente cinco años menor que Doug y era definitivamente mayor que Naya, pero de todas formas la seguían tratando como una niña pequeña que era un blanco fácil para su ira, mientras que James últimamente se había mostrado más distante. No sabía cuál de esas dos situaciones le dolía más.
Desesperada por arreglar la situación de todos, decidió convocarlos a una noche de amigos, dejar a un lado las responsabilidades de Animas y Tenebras y pasársela como si fuesen simples jóvenes yendo a un bar con micrófono abierto por unas horas de diversión, no como esos soldados de luz que tenían que pelear contra la oscuridad cada vez que al otro bando se le antojaba causar destrozos. Le había costado lo suyo convencerlos a todos, Naya no tenía ánimos (además de que le pareció de lo más absurdo, sí, la niña jugaba a comportarse como una adulta), Doug no tenía nada de ganas de estar con James más del tiempo necesario y James no quería que lo siguieran culpando de todas sus desgracias; tuvo que usar todos los encantos que su apariencia dulce le permitía usar para convencerlos.
El local a donde les gustaba ir cuando tenían ganas de emborracharse (principalmente a ella y a Doug, James solo tomaba unos cuantos tragos, siempre responsable) se llamaba Open Mic, haciendo referencia a sus increíbles noches de karaoke en donde más de una vez ella y Doug habían hecho el ridículo ante todos cantando completamente ebrios canciones de animes y alguno que otro soundtrack de alguna película, a Harriet le gustaba arruinar las canciones de Ellie Goulding en el escenario, no lo hacía intencionalmente, pero hay que resaltar que los colibríes no son conocidos por su bello canto. Se habían sentado en una pequeña mesa circular con sillas altas en el centro del lugar, y Harriet había decidido ir a la barra por una orden de shots para todos, estaba segura de que iba a necesitar el alcohol si quería que hicieran las paces, pero aun así no sabía si eso era posible, la relación de Doug y James era más bien como una tregua momentánea y seguía sin conocer del todo a Naya, así que no tenía idea de cómo iban a acabar las cosas. Mientras le preparaban los tragos, no podía sino ver sobre su hombro, para asegurarse de que todo estaba bien; en una de sus rápidas inspecciones, captó la mirada de James sobre ella y se sonrieron al mismo tiempo, Harriet apartó la vista y trató de concentrarse en el bartender que seguía preparando su orden.
A estas alturas Doug tendría la nariz metida en su teléfono móvil si Harriet no se lo hubiera confiscado antes de entrar al lugar. Por lo visto la chica estaba en modo convivencia obligatoria o algo por el estilo. Así que cuando entró detrás de sus compañeros, se dejó caer en su alta silla con aire derrotado, no le causaba conflicto el estar con ellos, aunque sentía la tensión en el ambiente y sabía que podría decir algo que los irritara a todos en cualquier momento, incluso si no era su intención. Conocía el protocolo de aquellas reuniones. En algún punto de la noche él y James firmarían un nuevo acuerdo de paz hasta la siguiente vez en la que volvieran a tener puntos de vista diferentes. Lo que no sabía era cómo iban a ocurrir las cosas al sumar a Naya en la ecuación. Según lo que había conseguido averiguar de ella antes de morir, cosa que no había sido nada difícil considerando lo mucho que se había hablado de su heroica muerte en los noticieros y en los periódicos, el carácter de la chica se había dado en la cabeza unas cuantas veces antes de regresar a la Tierra porque la persona que tenía enfrente, con sus brazos morenos cruzados sobre el pecho y la mirada impregnada de lo que parecía ser negación, no cuadraba con lo que él había encontrado.
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Animas
FantasíaPuedes ir la cielo. Puedes ir al infierno. O ser arrojado de regreso a la Tierra. Existe una guerra que se ha librado librado durante milenios. Ha alimentado nuestras fantasías. Ha definido al bien y al mal. Los ángeles y demonios no son como los im...